Con casi medio siglo de perspectiva sobre su muerte, la dimensión de la obra de Robert Lowell parece plenamente consolidada: ya en vida, su capacidad para atender simultáneamente a los asuntos públicos y a los privados y su eclecticismo formal lo convirtieron en uno de los poetas norteamericanos más importantes del siglo XX. Hoy traducimos su poema Julio en Washington.
Julio en Washington, de Robert Lowell
Los rígidos radios de esta rueda
pulsan los lugares heridos de la tierra.
En el río Potomac, chispazos de energía
puramente blanca mantienen viva la furiosa ola.
Las nutrias resbalan sobre el agua, se sumergen peinándose hacia atrás,
los mapaches lavan sus cuerpos en el arroyo.
Dentro de los círculos, estatuas verdes cabalgan como libertadores
sudamericanos sobre la vegetación creciente—
puntas y lanzas de alguna vacía tierra
ecuatorial que heredará el planeta.
El elegido, los elegidos… llegan aquí brillando como monedas
y mueren, suaves y desaliñados.
No podemos pronunciar sus nombres, numerar sus años—
círculos sobre círculos, como anillos de un árbol—
pero desearíamos que el río tuviese otra orilla,
un mayor abanico de encantadoras montañas,
colinas distantes envueltas en azul como los párpados de una chica.
Parece que el mínimo empujón podría llevarnos allí,
que solo la leve repugnancia de nuestros cuerpos,
ya fuera de nuestro control, podría arrastrarnos de vuelta.
Traducción de Adrián Viéitez.
Zenda es un territorio de libros y amigos, al que te puedes sumar transitando por la web y con tus comentarios aquí o en el foro. Para participar en esta sección de comentarios es preciso estar registrado. Normas: