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Los bestseller, ¿un placer culpable?

Los bestseller, ¿un placer culpable?

No sé muy bien cómo he llegado hasta aquí. Con un jurado pero sin veredicto, juez, ni juicio, soy un prisionero más de Zenda que sospecha que va a estar encerrado mucho, mucho tiempo. De forma voluntaria, eso sí. Éste es el motivo por el que te agradezco de antemano, hipotético lector o lectora, que estés leyendo estas líneas. Líneas que hablarán de los libros que me gustan y que creo que te gustarán. Libros de autores clásicos y contemporáneos. Autores que estarán fuera e incluso dentro de Zenda porque lo que importa es eso, que hablemos de libros.

"Julio Verne también fue de los primeros en tener sus propios “haters”"

Escuchaba decir hace unos días al cineasta Rodrigo Cortés que “Will Eisner acuñó el término “Novela Gráfica” con el objetivo de reivindicar nobleza para el arte del cómic”. No obstante, Cortés se sentía más cómodo usando la palabra “tebeo” que era la que usaba desde niño y además, en su opinión, la nobleza del cómic quedaba fuera de toda discusión y no hacía falta reivindicar nada. Me parece una argumentación brillante que, perfectamente, puede aplicarse a lo que nos va a ocupar en este blog: el bestseller. Al bestseller le pasa un poco lo mismo desde tiempos de Julio Verne. El autor francés,  co-fundador de la ciencia ficción junto con H.G. Wells fue sin duda, aparte de un visionario, uno de los primeros bestsellers de la historia. Es además el segundo autor más traducido de todos los tiempos y aún así fue repudiado por sus detractores. Sí, sí, detractores. Julio Verne también fue de los primeros en tener sus propios “haters”, como por ejemplo Kingsley Amis, cabeza visible de los “Angry Young Men” británicos. (¿Os imagináis el Twitter de Julio Verne?) El citado crítico literario nos dejó perlas como ésta: “El aspecto literario de la obra de Verne es, por supuesto, de mala calidad, una característica sin duda reproducida con gran fidelidad por parte de sus sucesores”.  Fdo: Kingsley Amis (premio “cuñao del año” en 1940).

Julio VerneEl premio en cuestión ha seguido teniendo candidatos hasta nuestros días. No hace mucho tiempo leía un artículo de un periódico de tirada nacional que decía cosas como: “¿Qué ha ocurrido para que los autores de calidad hayan desaparecido en las últimas tres décadas de las listas de libros más vendidos?”, o como: “No hay que escandalizarse. Machado ya andaba con aquello del necio que confunde el valor y el precio hace un siglo.” Ah, bueno… si era Machado el que lo decía…

No acabo de comprender este debate que, por otra parte, se está haciendo eterno y pesadísimo. Aletargante. Soporífero.  Racionalicémoslo un poco y llevemos el ejemplo al campo científico: ¿Es mejor un artículo técnico en una revista de renombre o un artículo de texto llano en una revista de divulgación? ¿Es mejor quien entiende el problema o quien consigue que lo entiendan los demás? Pues qué queréis que os diga. Cada uno tiene su público y cada uno cumple su función. Hay argumentos suficientes para justificar los motivos de que nos guste más cualquiera de los dos textos pero, lo que no  se entiende es que nos empeñemos en argüir por qué una cosa es peor que la otra. Ambos culturizan pero a diferentes perfiles dentro del espectro lector.

"Alejandro Dumas, Scott Fitzgerald, Charles Dickens… todos fueron tildados de bestsellers y repudiados por ello."

El bestseller no es literatura. El género literario es aburrido y habla de vaguedades. El bestseller no tiene calidad literaria. La novela literaria es elitista y snob. El bestseller solo tiene fines lucrativos… y podríamos seguir así páginas y páginas pero no me apetece hacer de estas líneas una oda al “cuñadismo literario”.

Creo que cito casi textualmente a Paul Preston al decir que “España es ese país en el que tendemos a considerar a quien piensa diferente a nosotros como a un enemigo, en lugar de considerarlo como a alguien con quien debatir”. Eso es exactamente lo que ocurre aquí. Justificamos los fracasos y envidiamos los éxitos en ambos lados de la trinchera con discursos en uno u otro sentido cuando lo que debemos hacer es aceptar que un libro representa literatura, la literatura es cultura y la cultura es buena. Respetar y debatir. Debemos hacer caso en esto al inglés porque Paul Preston no es ningún “cuñao”.

Shutter islandSin ahondar, o más bien fondear, en la polémica, tendríamos que recordar que este tipo de cosas le pasaron a todos los grandes de las letras. Alejandro Dumas, Scott Fitzgerald, Charles Dickens… todos fueron tildados de bestsellers y repudiados por ello. (– ¿Dickens? – Sí, Dickens. – ¿El de Un Cuento de Navidad? – Ese mismo – ¿El del libro más vendido de la historia? – Exacto. Ese bestseller. –…Touché.) Esto demuestra que hay bestsellers maravillosamente literarios y este hecho no hace sino representar una paradoja a la que quien esto escribe ha llamado: “La paradoja de Verne”.

No trata este espacio de reivindicar nada, porque no hay nada que reivindicar. No hay ningún honor que deba ser restituido ni ningún ataque que merezca ser rechazado. Lo que vamos a tratar de hacer aquí de vez en cuando es señalar cuáles son los bestsellers que más nos han gustado, cuáles nos gustan de los actuales, e intentar explicar las emociones que nos generan. Reseñas de libros viejos y libros nuevos que nos hacen experimentar ese placer culpable que sentimos al disfrutar de un buen bestseller. Porque los hay muy buenos, y muchos.

La crítica periodística ha establecido que un bestseller es bueno cuando suple la falta de valores literarios con un argumento compulsivo que lo hace lo suficientemente entretenido. Sin embargo el bestseller falla cuando la trama no logra compensar ese vacío crítico quedando como un mero producto de consumo. En mi modesta opinión, esto es una soberana chorrada porque el libro que le falla a una persona puede gustarle a otra y al revés. Hay un libro para cada persona y una persona para cada libro. Por tanto, dejémonos de poner etiquetas y centrémonos en disfrutar.

650_GM26821.jpgUn buen bestseller es algo muy difícil de escribir. Mucha gente cree que es sencillo hacerlo y sin embargo casi nadie lo consigue. Cualquier escritor querría escribir uno de esos libros que te dejan con los ojos tan clavados a las páginas que se te seca la esclerótica. Uno de esos que, conforme avanzas, sientes que has aprendido algo que no sabías y que te lo han mostrado de forma divertida. Bestsellers como El nombre de la rosa de Eco, Chacal de Forsyth, Perdida de Flynn, Shutter Island de Lehane, El Paciente de Gómez-Jurado, El talento de Mr. Ripley de Highsmith,… ¿Por qué criticamos a los escritores que hacen lo que pedíamos que hicieran nuestros maestros de escuela? Enseñar divirtiendo. A mí me encantan los bestsellers (¿No lo habéis notado?) No tengo mucho tiempo libre y selecciono mucho las lecturas que lo van a ocupar. Por eso admiro y respeto de manera máxima al autor que es capaz de robarme horas de sueño. Si no os gusta un libro, cerradlo y coged otro. El tiempo se escapa y hay demasiados libros como para malgastarlo en leer algo que no nos gusta para después “ponerlo a parir”. Disfrutad de los libros y disfrutad de la lectura. Yo lo hago y lo seguiré haciendo. Si volvéis por aquí, os lo contaré.

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