Jane Kenyon fue una poeta nacida en Ann Arbor, Michigan, en 1947. A pesar de estar considerada como una de las mejores poetas norteamericanas contemporáneas, su obra pasa a menudo inadvertida frente a la de otras autoras de su época. En vida publicó cuatro libros de poemas en los que se puede apreciar la elegancia con la que la autora, sirviéndose de imágenes, a priori, sencillas y cotidianas, crea escenas muy potentes, que nos remueven enteros por dentro: From Room to Room (1978), The Boat of Quiet Hours (1986), Let Evening Come (1990) y Constance (1993). Un año después de su muerte se publicó Otherwise: New and Selected Poems y en 2005 Collected Poems. Tradujo a Anna Akhamtova y colaboró en The New Yorker, The Paris Review, The New Republic y The Atlantic Montly and Poetry. En 1995 fue nombrada poeta laureada de New Hampshire, donde vivía junto a su marido, Donald Hall. Murió a causa de leucemia en Wilmot, New Hampshire, ese mismo año. En 2007 la editorial Pre-Textos publicó De otra manera, tradución al español de Collected Poems, editada por Hilario Barrero.
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LA PERA
Hay un momento en la madurez
en que te aburres, encolerizado
por tu mente mediocre,
aterrorizado.
Ese día el sol
deslumbrante te quema
y te hace sentir más desolado.
Pasa sutilmente como cuando una pera
se pudre de dentro afuera
y tú tal vez no lo adviertes
hasta que es demasiado tarde.
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MIRANDO A LAS ESTRELLAS
No es el Dios del espacio curvo,
el seco Dios quien va a ayudarnos, sino el hijo
cuya sangre salpica
en el dobladillo del vestido de su madre.
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INVIERNO SECO
Tan poca nieve, que la hierba del campo,
como un fatal pensamiento,
no ha desaparecido del todo.
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AL ENCONTRAR UNA CANA
Friego las largas tablas del suelo
en la cocina, repitiendo
los movimientos de otras mujeres
que han vivido en esta casa.
Y cuando encuentro una cana
flotando en el cubo
siento que mi vida se une a la de ellas.
***
EL PRETENDIENTE
Nos acostamos dándonos la espalda. Las cortinas
suben y bajan
como el pecho de alguien que duerme.
El viento mueve las hojas del viejo boj,
mostrando sus claros reversos
al dar la vuelta todas a la vez
como un banco de peces.
De pronto, comprendo que soy feliz.
Durante meses este sentimiento
se ha estado acercando, ha permanecido
en breves visitas como un tímido pretendiente.
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