Es muy difícil escribir hoy sin notar la influencia de la covid-19. Al igual que en otras facetas de la vida, también en la escritura hay que tener precaución para no dar por hecho que no nos atañe o declara lo que se ha venido llamando negacionismo ante lo que está pasando. Algo que sí se debería aprender de esta situación es que no se puede seguir abusando de la naturaleza, sino que hay que hacerle lugar en nuestra vida, ya sea en un entorno natural o en un jardín. No solamente de esto, sino que va más allá, trata Elixir 19 en el Jardín de la Trinidad, de Manuel Gómez Anuarbe, quien vivió el confinamiento de 2020 en el Jardín alquímico de la Trinidad de Uclés (Cuenca). Como si nos internáramos en él, cada capítulo enuncia y desentraña su simbología: Nigredo, Albedo, Citrinitas, Vanitas, pirámides… Cada capítulo es un motivo para comprender no solamente la alquimia del jardín, sino al autor y, de él, a cada cual, a uno mismo.
La fase del Nigredo de los alquimistas iba asociada a la putrefacción y a la disolución de la materia prima, y se hallaba relacionada con Saturno, el planeta de la melancolía. Muy romántico, pero poco alentador. El hierro y el plomo eran los metales que había que manipular hasta convertirlos en oro, que sería como metáfora de la transformación que habría de sufrir el alquimista hasta conseguir la sabiduría. Parece que el proceso era largo, con avances y retrocesos, falsas expectativas y mucho desánimo durante el camino.
En el libro, al igual que en el párrafo anteriormente transcrito, hay una disolución de la materia prima de la palabra: el tiempo. Gómez Anuarbe consigue que el jardín suscite que se sucedan anécdotas del pasado, reflexiones sobre el presente y muestras de fuerza, dudas también, para el futuro. Resultan muy provechosas las anécdotas que el autor desgrana a lo largo del libro, pues una persona que ha viajado tanto y que ha conocido lugares tan singulares como Yemen, la desaparecida Unión Soviética o Bolivia, entre otros, emplea estos recuerdos para dar agilidad a la lectura y enganchar a quien lea Elixir 19. Por lo general, estas evocaciones del pasado son provocadas por algo que sucede en el presente, como «el tradicional festival de denuncias» con motivo de la que le hicieron a una madre con un hijo que padecía una enfermedad que requería caminar al aire libre durante el estado de alarma, situación que le motiva a recordar un viaje a la URSS en el que el autor y un amigo inglés son invitados a una fiesta por unos desconocidos rusos, unos disidentes que consideraron la opción de denunciarlos al enterarse de la nacionalidad española de Gómez Anuarbe, o sea, por proceder de un país entonces con un régimen fascista.
O lo que le sucedió con el papa Dimitrios de la iglesia ortodoxa griega:
«En la radio están hablando del papa y de las discretas ceremonias que ha celebrado este año, a causa del virus, durante estas fiestas de la Semana Santa. Me gustó verlo totalmente postrado en el suelo, en un gran gesto de humildad que lo magnifica. Esta imagen me trajo el recuerdo de mi encuentro con el papa Dimitrios […]. Al saber que unos días después iba a viajar a Estambul, me dio su teléfono, insistiendo para que me pusiera en contacto con él a mi llegada […].
Un impecable Rolls Royce me estaba estaba esperando a la puerta del hotel Pera Palace, donde me alojaba, después de hablar con él al día siguiente de mi llegada a Estambul. […] El papa me recibió en su apartamento junto con un obispo y los tres celebramos el encuentro con un vaso de whisky».
Pero también, como hemos referido anteriormente, Elixir 19 nos habla hacia el futuro:
«La vida es cada día más sencilla. Cada vez me parece más grande y más pura, si eso quiere decir algo. Día y noche, estar despierto y soñar, ser y apariencia de ser. Los límites se han ido borrando. No hay sufrimiento y la tristeza se ha evaporado».
Entre los diversos asuntos a destacar, todo el libro está lleno de detalles tanto del jardín como de alusiones a diversos filósofos y escritores, a la Biblia, pero vamos a dedicarle algunas líneas al título del libro, que desde el prólogo ya se empieza a justificar: «(el virus Corona)] va acompañado del rotundo número 19, cuyos dígitos suman 10, que es sinónimo de unidad. ¡Bienvenida la magia!» Ya en el primer capítulo el autor habla de los distintos títulos que ha estado considerando hasta dar con el que conocemos: Elixir 19 en el Jardín de la Trinidad. Al final de dicho capítulo nos revela: «Para conseguir el Elixir debo aprender de las plantas, ocupadas durante el día en la función clorofílica, […] y descansando durante la noche para la jornada del día siguiente». Así, cada día hay que integrarse más en la naturaleza, en el jardín, «saborear» (un verbo del autor) ese presente y sentir que hay un «Afuera» que no es vida realmente.
Una vez llegamos a la última página descubrimos que el libro ha sido un eficiente elixir para la situación de pandemia en la que aún estamos.
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Autor: Manuel Gómez Anuarbe . Título: Elixir 19 en el Jardín de la Trinidad. Editorial: Cuadernos del Laberinto. Venta: Todostuslibros y Amazon
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