Retrato personal de Raúl del Pozo
Raúl del Pozo es un hombre simpático, generoso, con una gran sensibilidad hacia el lenguaje, la literatura (“yo tengo la música de las palabras”, me dijo una vez) y el periodismo, el periodismo ejercido con pluma literaria, con estilo literario. Antes el periodismo, cierto tipo, podía ser entendido como la vertiente práctica de la literatura, y Raúl del Pozo, como Umbral hace años, encarna bien ese entendimiento del periodismo y de la literatura.
Raúl también tiene, en grado sumo, una gran sensibilidad hacia la juventud, la gente que empieza en su oficio, la juventud que principalmente escribe literatura y periodismo, que es la que más le llega a él.
Tiene el instinto de ayudar, a cualquiera, pero más todavía, supongo, si es joven escritor o periodista, pues él sabe lo que cuesta abrirse camino con una pluma entre los dedos, como la que yo empuño ahora que escribo esto, lector.
Tiene el instinto de ayudar, la generosidad de hacerlo y la sabiduría de saber hacerlo. También el talento, porque es un talento, ya que sus buenas intenciones se materializan en logros. Quizá todo responda a su forma de ser, a su bonhomía e inteligencia, que él plasma en el terreno de juego del periodismo, el que eligió hace muchos años, como cuentan muy amenamente Jesús Úbeda y Julio Valdeón en No le des más whisky a la perrita (La Esfera de los Libros), su estupenda biografía sobre Raúl del Pozo.
Y es que Raúl puede que sea un genio del periodismo. Se habla poco de los genios del periodismo, pero también los hay, como los hay en la literatura, en la ciencia, en el deporte… Raúl se ha movido y se mueve en el periodismo con una destreza digna de estudiar en las universidades. Desde luego en el periodismo ha recibido todos los reconocimientos, y ha trabajado en las mejores radios y en las mejores televisiones, con los mejores periodistas. Ahora citaré, entre ellos, como muestra, a Jesús Quintero.
Yo no quería hacer un texto demasiado elogioso, pero ya veo que me está saliendo.
Raúl tiende al género corto y brillante, en todo, en lo que habla y en lo que escribe. Por eso creo que donde tiene su mejor campo es en el artículo. Pero Raúl también habla corto y muy bien, y tiene ideas breves, sintéticas y muy potentes. Yo le he entrevistado por ejemplo para algún libro y en 15 minutos me ha dicho cosas maravillosas, agudas, luminosas.
Dicen que lee mal, lo dice Alsina en el prólogo, pero lee con su personalidad, con su estilo, “acelerado”, como decía de él Umbral en magnífico adjetivo. Una vez le oí decir a Alsina que si él quisiera podría tener en su programa a mucha gente que leía mejor que Raúl, pero que él quería tener a Raúl del Pozo.
Una cosa es el qué y otra es el cómo. Y una tercera, me atrevo a decir, es el quién. Raúl dice cosas propias con su particular estilo y forma de hablar. Y con un fondo que denota toda una carrera, toda una biblioteca, toda una vida.
Una vez actué de intermediario para llevarle a una entrega de diplomas de un máster en una Universidad.
Se mostró asustado:
—Ten en cuenta que hablar no es escribir.
Porque tenía que pronunciar unas palabras.
Y lo hizo maravillosamente: un discurso vibrante, lleno de imágenes e ideas llamativas, explosivas, veloz, alado, como diría Homero. Tuvo mucho éxito.
Él tiene un gran conocimiento del mundo, de la calle, de la literatura, de las editoriales, de su mundo y del mundo general, global. Siempre está dispuesto a ayudarte, a poner su larga y rica experiencia a tu servicio, y a revolucionar, para echarte una mano, su cerebro como en unos potentísimos cien metros lisos mentales y encontrar lo que tú necesitas, lo que encaja contigo. A veces parece que Raúl te conoce mejor a ti que a sí mismo.
Reseña de la biografía
En esta pequeña “miscelánea” sobre Raúl del Pozo es muy importante la reseña de la biografía que han publicado recientemente Julio Valdeón y Jesús Úbeda, No le des más whisky a la perrita, porque es el motivo que me lleva a empuñar la pluma y a escribir, en esta ocasión, sobre Raúl del Pozo, amigo, maestro y hombre bueno, tres atributos que a muchos nos gustaría ser dignos de ellos.
Del libro daré unas cuantas pinceladas, pero vaya por delante mi recomendación hacia él, original biografía, placentera lectura. Es un libro con mucho contenido, muy trabajado, con muchas fuentes, muchas entrevistas, y se adivinan muchas lecturas en él.
Buena parte del material para confeccionarlo lo constituyen las entrevistas a Raúl del Pozo, que siempre son interesantes. Raúl puede ser un entrevistado bastante duro. Doy fe porque lo he entrevistado muchas veces. Puede costar que se sienta a gusto y que hable con tranquilidad. Pero cuando se pone a hablar dice cosas maravillosas, profundas, diferentes. Rápidas, sintéticas, profundas en pocas palabras. Creo que Úbeda, en las entrevistas que le hizo para realizar el libro, le ha sacado mucho, ha conseguido que le diera mucho juego.
Cuando lo leo no puedo evitar sentir que buena parte de este libro lo he vivido, porque yo conozco a Jesús Úbeda más o menos el tiempo que conoce él a Raúl. Y a Julio Valdeón desde antes, quizá desde hace casi quince años, más o menos el tiempo que conozco a Raúl, desde que publicó su Cautivos de la Moncloa, libro que me sigue gustando mucho.
Asistí a la presentación de Palomas eléctricas, de Valdeón, y después, si no recuerdo mal, tuvimos una comida en Lucio para celebrarlo. Le presentó el libro Raúl del Pozo, con el que ya le unía una relación muy estrecha.
Una de las cosas que subraya No le des más whisky a la perrita es que Raúl tiene muchos libros interesantes, cada uno en su estilo, en su género, entre otras cosas porque todos tienen el sello de Raúl del Pozo, su personalidad, su forma de ser, de escribir y de trabajar. Le deseo al lector de Zenda que los vaya encontrando y que vaya sacando un rato para cada uno de ellos, como el que queda para tomar una copa con un amigo y conversar sobre la vida, sobre los días, sobre las aficiones.
Ahora me acuerdo que el día que conocí a Jesús Úbeda, el otro coautor de esta biografía sobre Raúl. Quizá no fue el primer día que lo vi, pero sí fue uno de los primeros. Me acuerdo que llevaba un ejemplar de Oficio de tinieblas 5, de Cela, y pensé que un joven que llevaba, y leía, ese libro es que iba en serio.
Él mismo cuenta que fue a casa de Raúl muchos días a entrevistarlo para hacer la biografía, y que éste siempre le preguntaba si había leído Madera de boj. Hasta que un día Úbeda apareció por fin con Madera de boj y le dijo que lo estaba leyendo, que no sabía si lo entendía pero sí que le gustaba. Madera de boj es un gran libro que a mí cada vez me gusta más conforme pasan los años. También por mí, supongo.
Por cierto, muy interesante el capítulo sobre Cela y Umbral, a los que Raúl conoció muy bien, y de los que yo creo que aprendió mucho. Raúl dice cuánto le quería Cela; pero Umbral también lo quería mucho. Además, en lo que escribió se adivina su admiración por Raúl, del que dice que tiene un estilo, algo que Umbral valoraba mucho porque no lo encontraba frecuente (la “voz personal” que decía Cela), y lo ponía como ejemplo de la gran literatura que se hacía en los periódicos en España.
Pero debo decir que son interesantes todos los capítulos, sin embargo, porque cada uno aporta algo diferente y enriquecedor a un conjunto bastante complejo. Raúl es un hombre que en un primer encuentro puede parecer sencillo y afable, y lo es, pero también es cierto que es mucho más complejo de lo que aparenta. Y para darse cuenta de ello, en mi opinión, hay que conocerlo, bastante.
En realidad, los entrevistados del libro son muy interesantes por sí mismos: Arturo Pérez-Reverte, Jesús Quintero, Antonio Lucas, Carmen Rigalt, Félix Sanz…
A muchos de ellos los conozco porque supongo que también pertenezco al círculo de Raúl del Pozo, algo que me honra mucho, un círculo que no es otro que el de la literatura, el periodismo literario y la amistad.
Es curioso cómo Raúl da algunas instrucciones a los jóvenes escritores y periodistas. Además de personaje biografiado participa de la trastienda del libro, del taller que lleva a realizarlo, lo que no es raro, por cierto, tratándose de un hombre del oficio, de un escritor y periodista.
—Huid del canon —les dice Raúl a los autores al principio.
Me gusta mucho esta frase, esta idea, y lo dice una persona que conoce muy bien los clásicos, y que es un gran aficionado a Plutarco y a Suetonio, los grandes biógrafos de la antigüedad.
Investigación y análisis
Hablo con Julio Valdeón, que está en Nueva York. Valdeón hace años tenía el proyecto de hacer una biografía pero Raúl no se dejaba, no quería contar nada, o apenas nada, según me ha contado el propio Valdeón. Éste me hizo una entrevista hace años, para ese libro, que nunca se llegó a publicar. Para este nuevo empeño Úbeda me mandó un cuestionario y esta vez sí que han aparecido publicadas mis respuestas.
No le des más whisky a la perrita es un libro muy entretenido, muy divertido, un libro que si yo fuera profesor de Periodismo (lo fui) se lo recomendaría vivamente a mis alumnos. Ya en su día recomendaba La rana mágica, de Raúl, que nació como artículos del suplemento Campus de El Mundo. La sección periodística se llamaba Los maestros, que a mí me sigue gustando mucho más que el título que al final se dio al libro.
“Son dos buenos escritores”, me dijo Raúl refiriéndose a Úbeda y a Valdeón cuando hablamos del libro por primera vez, como dándome a entender, con su particular timidez, que el libro tenía que ser bueno.
Efectivamente, yo también pienso que son dos buenos escritores, incluso muy buenos. Son dos buenos escritores (Valdeón es novelista también, y Úbeda ha publicado un libro de poemas) que además tienen detrás la escuela periodística, que se nota mucho en la forma de hacer, de enfocar y de documentar el libro.
No le des más whisky a la perrita se subtitula Vida, obra y milagros de Raúl del Pozo, con lo que yo no puedo dejar de pensar en mi primer libro sobre Umbral, Umbral: Vida, obra y pecados.
El nuevo título no es una ironía, por supuesto. Los autores del libro están convencidos, como lo estoy yo, de que Raúl es una persona muy buena, que se ha portado muy bien con mucha gente, sobre todo con los jóvenes, pues él siempre ha sido muy consciente de lo que cuesta arrancar en este oficio. Quizá en todos.
Raúl del Pozo no es un santo, pero es una gran persona, y, a su manera, seguro que ha realizado milagros, desde luego milagros “profesionales”, propios y ajenos, ayudando a alguien en su carrera, por ejemplo. Y convirtiéndose él mismo en una leyenda viva del periodismo de nuestro país.
Todas las entrevistas son interesantes, incluso apasionantes si te interesa Raúl del Pozo, el periodismo o la literatura actual. Ahora recuerdo especialmente la entrevista con Antonio Lucas, por ejemplo cuando cuenta cómo escribe su columna Raúl, llamando a unas cuantas personas, incluido su chófer, hablando con ellos y luego dando forma en 500 palabras, aproximadamente, a su artículo.
El libro es para leerlo entero, primero de una lectura rápida, bebiéndotelo, y luego más despacio, con el lápiz en la mano, subrayando y paladeando. Es un libro para disfrutar y para aprender, si eres periodista y escritor, o aprendiz de ambas cosas. Bien mirado, un profesional nunca debe dejar de aprender, y por lo tanto le conviene ser aprendiz, y también leer esta biografía mágica.
El libro, según Úbeda, es una novela, “una novela de no-ficción”, el relato de una investigación, ya que Raúl no quería que hicieran, o no les dejaba hacer, una biografía, lo que entendemos por una biografía.
Por lo visto el columnista de El Mundo no ha querido escribir sus memorias. De varios proyectos no realizados resulta superviviente este libro de Úbeda y Valdeón, al que auguro buena fortuna entre los lectores, pero no sólo entre los de hoy, sino también entre los de mañana.
Por lo que me contó Julio Valdeón la editorial, la Esfera de los Libros, quería hacer una biografía sobre Raúl y pensaron que Úbeda, que ya había hecho una antología de columnas del escritor y periodista para Círculo de Tiza, El último pistolero, que también recomiendo mucho desde aquí, estaba en muy buena disposición para ello. También decidieron acudir a Julio Valdeón porque ya había iniciado hace años un proyecto similar, proyecto que ya he mencionado.
Julio Valdeón, al hablar sobre la biografía, donde él escribe y firma unos capítulos y Úbeda hace lo mismo con otros, Valdeón me decía que él pensaba que se diferenciaban bien unos de otros por el estilo que tenía uno y otro. Yo estoy muy de acuerdo. El libro es unitario, es una unidad, pero se advierte que hay dos autores, dos escritores con dos plumas muy distintas. El estilo es muy diferente, y la forma de discurrir uno y otro sobre el papel, lo que enriquece también al libro.
Pequeño recuerdo sobre Raúl del Pozo
Debo decir que a Raúl lo vi por primera vez en el curso de la AEPI (Asociación de Escritores y Periodistas Independientes) que se celebró en el teatro Infanta Isabel de Madrid en los inicios del verano de 1995. De este curso organizado por lo que se llamó malévolamente “el Sindicato del Crimen”, ya hablé en un texto anterior. Este curso fue importante y aparece muy citado; yo diría que ha pasado a la Historia, o a la pequeña Historia al menos.
Raúl, en una dedicatoria que me escribe a uno de sus libros, me llama “el grumete” del Sindicato del Crimen, pero yo, por supuesto, me apunté a aquel curso animado por las fantásticas figuras literarias y periodísticas y en absoluto por la política, que apenas conocía. Aunque sí recuerdo aquel momento de efervescencia política y periodística, con los escándalos del PSOE que aparecían continuamente en la prensa.
Años después, cuando publicó su libro Cautivos de la Moncloa, que me gustó mucho, pude hacerle una entrevista en el Palace, entrevista que finalmente publiqué en la revista universitaria Generación XXI. Titulé aquel trabajo periodístico “Una tarde con Raúl del Pozo”. De esta entrevista voy a citar dos declaraciones suyas sobre el presidente ideal y sobre lo que es un periodista en su opinión. Me parecen muy interesantes.
De Raúl tengo muchísimos recuerdos porque lo he tratado mucho en estos años y se ha portado muy bien conmigo. Me acuerdo de que una vez tuve la suerte de acompañarlo al Casino de Torrelodones —la única vez; debió de notar que a mí no me gustaba mucho—, y me dijo, mientras subíamos las escaleras del edificio: “No soy el mejor escritor de España, pero sí soy el que mejor vivo”.
Raúl ha estado en las mejores radios y televisiones con los mejores periodistas (ahora está en Onda Cero, con Carlos Alsina, prologuista de No le des más whisky a la perrita). Una vez me dijo, con todo el derecho del mundo, en mi opinión: “Yo en el periodismo lo he hecho todo”. Un hombre tan modesto como Raúl merece subrayar esto.
Pero, como digo, ahora voy a citar dos preguntas y respuestas de aquella entrevista que publiqué en Generación XXI, dirigida por su amigo Javier Esteban, y publicada en el número de la segunda quincena de septiembre de 2006:
—¿Cómo debería ser nuestro presidente ideal del futuro, tú que los has conocido a todos? También me interesan los defectos.
—Solamente con que cumpliera la democracia, con que llevara la brújula y el código de la democracia, ya es bastante. Cumplir la Constitución y cumplir las leyes, conseguir que nadie esté por encima de las leyes, y gobernar para todos, aunque sea de un solo partido. Es una utopía. La gente que escribimos y pensamos para la política no valemos. Nunca ha habido gobiernos de filósofos. Los políticos son una gente especial. Pero yo creo que la democracia española, aún con su corrupción, sus defectos y sus señales de agotamiento, porque las hay en el sistema del 78, tiene un esplendor sin igual. La España de la modernidad sólo se puede comparar a la España de 1570 o 1616, por poner la época de la muerte de Cervantes. En aquel tiempo los españoles realizaron hazañas superiores a las de los griegos, porque los griegos las pensaban, pero no las hacían.
—Los cautivos de la Moncloa es un libro que sólo podía escribir un periodista. Lo llamas “crónica”. ¿Qué es un periodista para ti?
—El periodista no es más que una persona a la que ha mandado la opinión pública para que se entere de lo que pasa detrás de las cortinas del poder, donde está la oscuridad.
Entrevista a Javier Gómez de Liaño sobre Raúl del Pozo
Pensé que enriquecería mucho este artículo el hablar con algunas personas que conocen bien a Raúl del Pozo. Así, hablé con Javier Gómez de Liaño, Ramón Tamames y Antonio Lucas. Gómez de Liaño me dijo cosas como ésta:
—“Yo lo encuentro muy cervantino.”
—“Su mayor cualidad es la humildad y sobre todo lo buena persona que es. No quiere mal a nadie.”
—“Pedro J. pidió opinión a algunos, como a Gimbernat y a mí, sobre quién pensábamos que debía suceder a Umbral en la última página de El Mundo, y dijimos Raúl del Pozo. Había dudas entre él y Anson, aunque yo estoy seguro de que Pedro J. hubiera hecho lo que considerara oportuno, por supuesto.”
—“Para Raúl Cela era el gran Buda de la literatura contemporánea.”
—“Recuerdo el juicio del GAL. Me pidió algún dato técnico. Raúl se metió en el juicio con un cuaderno y tomaba notas de lo que iba sucediendo. Hizo un juicio magnífico.”
—“Nos conocimos a raíz de la AEPI, la Asociación de Escritores y Periodistas Independientes. De ahí conocí a varios, a Pablo Sebastián, a Cela, a Raúl del Pozo…”
—“No le des más whisky a la perrita no es una biografía autorizada. Hay partes con las que no está de acuerdo.”
Le digo a Javier Gómez de Liaño que Raúl se parece a Delibes en lo buena persona que es, y que su condición humana está por encima de su condición profesional, y me dice que está de acuerdo, que “Raúl es un gran profesional pero por encima de eso es una gran persona”.
Javier Gómez de Liaño recuerda cómo le presentó Cela a Raúl del Pozo Noche de tahúres. Según Raúl esto fue muy importante para el éxito del libro.
—“Trabaja mucho. Sin trabajo, en cualquier oficio, no se puede conseguir nada.”
—“Raúl tiene mucho talento.”
Lo mismo, con las mismas palabras, me dijo hace tiempo Pedro Ruiz de Raúl. Y Pedro Ruiz también tiene mucho talento.
Javier Gómez de Liaño también destacó que Raúl del Pozo es tan buen periodista porque está en la calle, en “el ruido de la calle”, como reza el maravilloso título de su columna en El Mundo.
Ramón Tamames sobre Raúl del Pozo
—“Nos conocemos desde la época del PCE, pero sobre todo hemos tenido contacto por nuestra común amistad con Umbral. Apenas hace un mes estuvo cenando en casa Raúl. Teníamos mucha relación porque su mujer, Natalia, que murió hace dos años, se llevaba muy bien con la mía, Carmen. Íbamos a cenar a menudo al restaurante chino que está en el Palace, muy accesible económicamente.”
—“Yo creo que los artículos de Raúl no son muy entendidos, porque él se mueve a un nivel cultural muy alto.”
—“Él es más bien un cronista político, más que de Cortes, como podría serlo Márquez Reviriego. Es muy “culo inquieto”.”
—“Libros he leído dos o tres, y me parece que los debería hacer con más reposo, meterles más enjundia.”
Se suele celebrar mucho Noche de tahúres, que es la novela que más le gusta a su autor. A mí me gustó mucho La novia, que yo compré en su día porque la elogió mucho Umbral. También me gustó su más reciente El reclamo (Premio Primavera de novela). Y los libros de artículos, en general, me parecen magníficos.
Pero sigo escuchando a Ramón Tamames.
—“Él siempre se pregunta, cuando hablamos, quién es el mejor economista de España, si Juan Velarde o yo.”
—“Es un buen amigo, una persona con una muy buena cultura.”
—“Últimamente nos hemos visto en comidas en La Albufera, en el Hotel Meliá Castilla, donde acudían personas interesantes.”
Una de esas personas, y perdón por la inmodestia, fui yo. Gracias a Raúl he podido tratar con gente como Jesús Quintero, Fernando Arrabal, César Fernández de los Ríos, el mismo Ramón Tamames —al que siempre he respetado y admirado mucho—, Rafael Ramonet… También he conocido escritores y periodistas jóvenes, muy valiosos, como los autores de este libro que comentamos, Jesús Úbeda y Julio Valdeón, o Luis A. Balcarce, de Periodista Digital, entre otros.
Antonio Lucas sobre Raúl del Pozo
Raúl dice que periodismo es salir a la calle y contar lo que pasa en ella. Siempre me gustó mucho esta definición desde que la leí en su libro A Bambi no le gustan los miércoles, libro que por cierto recomiendo desde aquí, fantásticos retratos de gente famosa, importante o relevante, entre el periodismo y la literatura. Artículos de distintos géneros muy bien escritos.
Me dice Antonio Lucas sobre esta condición de periodista de Raúl:
—“Raúl es un gran contador de la calle.”
Lucas me recuerda el título de la columna de Raúl, El ruido de la calle, título que me parece excelente y muy expresivo de la personalidad de Raúl, como hombre, como escritor y como periodista.
—“Yo lo conocí de muy joven y créeme si te digo que ha ayudado a muchísimos jóvenes en el periodismo y en la literatura.”
En realidad Lucas conoció a Raúl cuando todavía era un niño, en el Gijón, porque su padre, pintor, era muy amigo de Raúl y compartían tertulia en el Café. Lo cierto es que Raúl siempre habla maravillas de Lucas y dice lo mucho que lo quiere.
Sobre esta cualidad de Raúl de padrino y amigo de jóvenes promesas del periodismo y de la literatura, Julio Valdeón me dijo: “No te puedes imaginar a cuántos ha metido debajo de su ala.”
—“A mí me ha ayudado mucho”, me dijo Lucas.
—“Su biografía se puede encontrar más en sus novelas que en sus artículos —me comenta también el poeta y periodista—. En sus artículos es muy periodista y apenas se trasluce su vida. En eso era más acusado Umbral, que hacía mucha biografía en sus columnas.”
—Comento con Antonio Lucas lo que decía Umbral de Raúl, que tenía un estilo, y que eso no se podía decir de muchos. En el Diccionario de la literatura le dedica palabras muy elogiosas.
UN POEMA
Para terminar he decidido publicar aquí un poema que escribí en abril de 2013. Tengo apuntado que lo escribí “por inspiración de Jesús Nieto Jurado”, periodista ahora de El Español, con lo que deduzco que me animaría a escribirlo. Ahora no lo recuerdo bien, pero también se lo dedico, con mi agradecimiento.
El poema se lo mandé en su día a Raúl del Pozo y le gustó mucho. Ahora lo he revisado, le he hecho algunos cambios; espero haberlo mejorado. Uno cree que cada vez es mejor escritor, pero a veces sospecha que esto de la escritura no depende tanto de los años, de la madurez o de la experiencia, como de otras circunstancias, bastante huidizas e inexplicables.
“Raúl del Pozo”
A Jesús Nieto Jurado, Rafael Andrés Mombiedro y Rafael Ramonet
Vuelo de ángel,
pluma lenta,
vienes de muy lejos
y vas más allá.
Baúl de palabras,
intuiciones profundas,
llevas la raíz
del pueblo
en tu mano,
buena información
y prosa púrpura.
Mueves el viento
a tu paso,
taxi en extravío.
Tu pelo es blanco,
pícaro caballero,
vida cabalgada
y abrazo lento.
¿Más te gusta vivir
que escribir,
maestro?
Más te gusta
deslizarte,
ideas rápidas,
cultas,
por la Última,
página revelación
del periódico
verde y blanco.
No me extiendo,
pluma voladora,
regentadora de jóvenes
promesas siempre
cumplidas
de este oficio
miserable y divino.
No me extiendo,
no te canso,
amigo querido,
hombre pasto
de letras, ninfas
y auroras.
Un abrazo,
Andante.
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