Yo quería hacer un balance positivo de este período del Coronavirus, aunque me costara, con tantos contagiados, con tantos muertos, con tantas secuelas como hay, como pesan en nuestro ser. “Nos debemos esforzar en hacerlo”, me decía. “Me debo esforzar, en lograrlo”, me insistía.
Pero he reflexionado. Más que un “balance” positivo, que parece excesivo, que suena excesivo, y que seguramente es imposible, con todo lo que ha pasado, con todo lo que hemos pasado y estamos pasando… más que un balance, mejor una “nota”, una “nota positiva”. Una pequeña nota, muy bienintencionada, que contagie al resto y lo llene de esperanza. Tal vez una gota pueda teñir el resto del océano, modificar su signo.
Ése es mi propósito, sin duda ingenuo, pero también literario, muy literario. Y la literatura tiene un poder especial, muchos lo sabemos. Quizá una simple nota, solitaria, pero significativa y plena de fuerza, pueda arrastrar al resto, toda la sinfonía, porque además no deja de contenerla.
Voy a intentar encontrar esa nota, y creo que sé cómo hacerlo. Algo así como el que esboza una pequeña, muy tímida sonrisa.
Ahora me gustaría incluir la noticia de la vacuna de Pfizer, que tanta esperanza nos ha traído a nosotros y a los mercados de todo el mundo.
Me gustaría hacer hincapié en la tristeza, en la amargura, porque no las puedo obviar, pero poner un acento alegre, optimista, en lo que hemos vivido, y sobre todo en lo que nos queda por vivir próximamente. Madrid ha pasado de ser de las peores ciudades de España, en datos, a ser una de las mejores. Aunque no me quiera meter en política, con los riesgos que eso entraña, y aunque no sea un experto en el tema, algún mérito, pienso yo, tendrán las medidas de la Comunidad y de su presidenta, que al principio fueron polémicas o discutidas.
Me gusta recordar también cómo las elecciones norteamericanas nos han sacado del carrusel diario de muertos del Coronavirus, al menos del terrible tema abriendo portadas, de la obsesión y angustia cotidianas. El foco cambió de dirección, y para muchos eso ha sido beneficioso. Para mí lo ha sido. Las elecciones americanas nos han traído esperanza, en mi opinión, como si ellas mismas ya constituyeran una especie de vacuna, un avance de ella, o en cualquier caso un pequeño remedio o alivio. Después de tanto tiempo abriendo los telediarios con el Covid, ha sido una auténtica bocanada de aire fresco y dinámico las noticias de las elecciones de USA.
Le deseo lo mejor a este país, como también se lo deseo, por supuesto, al resto del mundo. Actualmente todos los países estamos más unidos que nunca, hermanados, y espero que seamos conscientes de ello, que no lo olvidemos. Espero que esto dure y se afiance.
En relación con el propósito que me convoca hoy ante los folios —antiguamente se diría, bellamente, “cuartillas”—, quisiera ofrecer una pequeña lista de elementos que nos ayuden a hacer una lectura positiva de lo que ha ocurrido, una lectura positiva que a su vez puede colaborar a animarnos en las próximas etapas que sin duda nos aguardan. No hay experiencia dura de la que no se desprenda una útil lección, y los mejores frutos provienen precisamente de esas experiencias, que al final se convierten en potentes inversiones, de todo tipo.
Debo hablar un poco de los libros, de mis queridos libros (Zenda es una revista de libros, gozosamente): se está leyendo más. El otro día un telediario decía que el tiempo dedicado a la lectura en las casas había subido un 4%. Me pareció poco. Yo creo que es más. Por otro lado, o por el mismo, las noticias que me llegan es que se están vendiendo muchos libros, y se están vendiendo muchos por Internet.
El libro parece que se está constituyendo en un refugio, de lo cual me alegro muchísimo. Esta pandemia está siendo horrible, pero no puedo dejar de alegrarme de que por fin algo parezca beneficiar a los libros, y lo digo no sólo porque los ame sino porque los creo muy necesarios, imprescindibles para la vida del ser humano. No sólo para que éste sea más sabio, que también, sino simplemente para que pueda vivir más feliz, o sencillamente para que pueda vivir.
En este mundo tan tecnificado, tan tecnologizado, con todo lo bueno y lo malo que eso comporta, el libro puede ser un elemento equilibrador imprescindible. Veo a todos mirando compulsivamente sus móviles, lo que nos obliga más que nunca a abrir nuestros libros.
Leer en cierto modo es un ejercicio, un deporte, que nos hace tanto bien, de diferente manera, como el ejercicio físico, o como el respirar aire puro, en la montaña o en la costa.
Leer, y si se puede escribir. Todo, además, lleva al pensamiento, lo mueve y lo fomenta. Y yo me pregunto ahora: ¿qué hemos aprendido? ¿Qué nos puede ayudar a cambiar el futuro?
El ser humano, aunque a veces no lo parezca, tiene mucho bueno. Éste es un momento en que nos debemos concentrar en todo lo bueno que tenemos. Debemos aferrarnos, además, a lo que nos ayuda a continuar.
Debemos disfrutar de los libros, de las películas, de las series, del arte, del deporte, de los paseos, de la buena conversación, de los amigos, de la familia… de todo lo que nos hace felices, de todo lo que nos hace mejores.
Es el momento de disfrutar con lo que tenemos, con lo que está a nuestro alcance. Yo lo estoy haciendo, por ejemplo, con la fotografía, aparte de la escritura, por supuesto.
Creo que esta experiencia que estamos viviendo se puede contar de forma distinta a la que está siendo habitual en el periodismo, de una forma más enriquecedora, menos espectacular, pero más honda, más profunda, y más esperanzadora, como ya apunté.
Creo que se puede hacer un enfoque diferente de lo que está ocurriendo, sin adulterar la realidad. Igual que podemos encontrar y “tocar” una nota positiva, podemos lanzar una mirada positiva, una mirada constructiva que nos dé una imagen optimista que sea inicio de un camino nuevo de futuro. Seguramente todo esto ya se está produciendo.
Bastaría con ofrecer cómo muchos profesionales, sanitarios y profesores, militares también, un maravilloso etcétera (algunos, muchos, amigos míos), nos están dando un ejemplo a todos, y sé que ese ejemplo permanecerá en nosotros para siempre. Ese ejemplo, esa valentía, esa entrega permanecerá durante mucho tiempo entre nosotros, para darnos luz ante nuevas tribulaciones que sin duda vendrán. Y unos hechos llevan a otros. Unas gestas a otras. Los seres humanos somos, en cierto modo, así de duros, así de fuertes. El ser humano es grande por lo que ha hecho y por lo que puede hacer.
El escritor Carlos García Gual tituló recientemente un libro de ensayos humanísticos La luz de los lejanos faros, refiriéndose a los clásicos grecolatinos. Pues bien, nuestras hazañas, grandes y pequeñas, serán como faros para los hombres y las mujeres del futuro, como estrellas, Estrellas Polares, que les orientarán siempre, puntualmente, como otros muchos hombres del pasado nos orientan a nosotros. “Somos enanos a hombros de gigantes”, decían los renacentistas, y yo estoy seguro de ello. Pero también creo que algún día nosotros también seremos “gigantes” para futuros hombros de hombres del futuro, quizá, sin embargo, más inteligentes o avanzados que nosotros.
Es el mundo el que está en juego. Tenemos que levantarlo, la economía, la salud, la vida, y para eso antes hay que levantar el ánimo, fomentar la esperanza y premiar a quienes tanto nos están dando. Todos nos necesitamos a todos, unos más que otros en determinados momentos. Todos somos imprescindibles. Todos cumplimos una tarea importante, única, en la vida, en cuanto que somos únicos y también por ello importantes, y esto cobra mayor relieve en los momentos graves.
Sé que todo esto es difícil, que todo es difícil, que la prueba es dura, pero podemos conseguirlo. No queda más remedio. Nuestro destino es conseguirlo. Nuestra vocación es conseguirlo. Las personas estamos llamadas a resistir, a superar los escollos que aparecen en nuestro camino.
Todos sabemos que la vida es difícil, complicada. Cualquier ser humano, de ayer y de hoy, lo sabe. Y yo ahora me repito a mí mismo una idea que ya he formulado alguna vez: “Qué mérito tendría vivir si el mero transcurrir de los días no fuera ya una medalla para todos nosotros.”
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