El francés Benjamin Lacombe ha ilustrado Bambi, la novela íntegra publicada en 1923 por Felix Salten, muy alejada de la versión de Walt Disney que popularizó la historia, y que fue prohibida por los nazis al considerar que era «una alegoría política sobre cómo estaba siendo tratado el pueblo judío».
Publicada en español por Edelvives, el álbum ilustrado por Benjamin Lacombe (París, 1982) contiene el texto íntegro de esta novela, «Bambi», abreviatura de la palabra italiana «bambino» (niño), una obra originalmente destinada a un lector adulto, que está muy alejada en su argumento de la adaptación de dibujos animados hecho por Walt Disney en 1942 y que tanto popularizó la historia de ese cervatillo.
Lacombe, según explica en un vídeo difundido por Edelvives, quería trabajar desde años sobre el antisemitismo y, explica, en realidad esta obra «es un texto que toca el tema sin hablar de ello».
La obra de Salten le conmovió profundamente porque tiene muchísima fuerza, indica el ilustrador francés que asegura que su texto es bastante desconocido.
«Es un texto que nos hace sentir como se siente un oprimido, un pueblo perseguido, maltratado, en definitiva, qué significa ser un apátrida. Y esa temática, lo peor del antisemitismo, habla de nuestra sociedad, de las desavenencias que pueden surgir», señala Benjamin Lacombe.
El ilustrador considera además que esta historia es una parábola, una alegoría de la sociedad: «Y conseguimos sentirlo porque Bambi, al fin y al cabo, es un libro de sensaciones».
En el álbum, de 176 páginas con un desplegable, el ilustrador ha empleado multitud de técnicas para centrarse en «la idea de las luces y las sombras, los valores».
Y también para trabajar el movimiento porque, dice, la idea de una naturaleza en movimiento, constantemente viva, es una de las cosas que están presentes en la obra.
Para ello ha combinado el gouache y la pintura al óleo, así como la acuarela, indica Lacombe, que señala que en el libro hay una doble narración, por un lado, la clásica con imagen y texto y, por otra, hay doce dobles páginas en las que el texto desaparece para centrarse en el movimiento y la acción, en la sensación de huida.
Y ha introducido también la técnica del troquelado láser para transmitir la sensación de adentrarse en el follaje del bosque y escuchar el ruido de las pisadas y ver las sombras que proyectan la superposición de páginas caladas.
Así, explica Lacombe, ha querido que los lectores «sientan», algo que cree muy importante en una época como la actual «enmarcados en la agitación que estamos viviendo para suscitar nuevas sensaciones y formas de reflexionar y de recapacitar sobre el libro»
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