Pepe Viyuela (Haro, 1963) se estrena este viernes en el Festival de Invierno de Torrelavega dando vida a un humilde payaso que reflexiona sobre lo cotidiano para insuflar al espectador la clara idea de que el humor «es un salvavidas que alivia y ayuda a que salgamos reforzados de las crisis».
En una entrevista telefónica con Efe, explica que Encerrona es «una metáfora de la vida misma» a través de la experiencia del payaso que cada uno lleva dentro, un juego a través del que hacer ver al espectador que la risa «es una de las mejores fórmulas para hacer nuestra vida algo más llevadera». Además, considera que la obra guarda como gran conclusión que «todos somos vulnerables y cometemos errores», pero que, a la vez, la capacidad de las personas para recuperarse «es ilimitada» y, por eso, «hay que aprender a levantarse después de cada caída, a reconstruirse a cada momento» para seguir avanzando.
En Encerrona encarna a un personaje engañado que entra en el escenario porque le han dicho que este es el camino, pero que se encuentra frente a personas que le miran expectantes, mientras él busca una salida, aunque «alguien invisible» le impide escapar y le obliga a permanecer en el escenario, enfrentándose al público. A su juicio, esta obra «cargada de humor y ternura», en la que durante una hora y veinte minutos da vida «a un bufón de la corte arrojado al salón del trono», permite mostrar a cada uno de los espectadores que «existimos en la medida en que otros nos hacen existir y en la medida en que contamos para alguien».
Su convencimiento de que la risa puede ser «un alimento espiritual» también está en el origen de su activismo en Payasos Sin Fronteras, un colectivo con el que ha trabajado en proyectos en países en desarrollo con niños para ayudarles a «reconstruirse también por dentro y vivir un poco mejor a través del entretenimiento». «Siendo un payaso, creo que en Payasos Sin Fronteras es donde puedo ser más útil», afirma Viyuela, a la vez que recuerda el gran trabajo que realizan en los hospitales aquellas personas que entretienen a niños enfermos, a quienes «hacen que el tiempo les pase de una manera menos dura» a través del humor.
Sin embargo, su efímero paso como «relleno» por las listas electorales de Podemos en su pueblo le lleva a afirmar categórico la «nula ambición de ocupar cargo alguno», porque cree que «cada uno debe conocer sus límites. Y yo no estoy preparado para gestionar ni dirigir nada que tenga que ver con la política», opina. Esa misma claridad le lleva a considerar que el teatro «está pasando un mal momento, como muchas otras actividades azotadas por la pandemia», pero estima que los actores no deben hacerse «las víctimas». «Creo que estaría muy feo que (los artistas) nos hiciésemos dueños de las desgracias, porque todos estamos padeciendo la pandemia. Hay que apoyar a la cultura, pero sin erigirnos en los pupas de la situación, porque hay mucha gente que la está sufriendo», asegura.
«Sólo podremos salir adelante si protegemos a los demás protegiéndonos a nosotros mismos y después alimentamos las actividades profesionales de los demás, volviendo al teatro, al cine, a viajar… Sabemos más que nunca la importancia de los otros, porque nosotros solos no somos absolutamente nada», concluye el actor.
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