“La imaginación de Ana Lucas es una forma de lucidez, un puente abierto entre el pájaro, el pez, la hoja o la ciudad y las habitaciones interiores donde esperan los sentimientos a que lleguen las palabras. Una intimidad con futuro”. Luis García Montero.
A continuación reproduzco 5 poemas de Ana Lucas incluidos en Oasis (Espasa).
AUSENCIA
El reflejo nos marchita,
es lo que somos
lo que deberíamos amar
pero, ¿quién sabe hacerlo?
Yo no quiero ni mirar
cuando rompen las olas
con fuerza en mis piernas.
Nos enseñan la doctrina,
uniformidad de las ánimas,
a ser soldados del silencio,
del exceso de dolor.
Ella lo intentó.
Él ganó.
Lo siento.
Siento que me vieras crecer
y sufrieras más que yo los bombardeos.
Yo me inmolaba por un poco de atención.
Me gusta pensar que es pasado, pero no.
El error es verme con tus ojos,
porque los cerrabas con frecuencia
y yo gritaba y gritaba
y tú haciendo oídos sordos.
Entre cien voces no distinguías la mía.
Ni siquiera en el silencio.
Soy gracias a ti,
o por tu culpa.
Dejo que me lances al aire una y otra vez
sin saber si me recogerán tus brazos.
No se me rompen los huesos
pero sí la fuerza, la seguridad
y el instinto de supervivencia.
Vivir contigo y con tu ausencia
es caminar por un campo minado
con la certeza de que el suelo explotará.
INSACIABLE
Negué su pelo sin conocerlo
pero es irremediable;
el arte contra el arte
simpatiza en el colchón
y en la sobriedad aullante.
Sorprendieron tus destellos.
Los calculé inalcanzables.
Presencia minaz,
un toque de soberbia:
«Niña, qué haces aquí,
este no es tu mundo,
lárgate a bailar
a rincones menos oscuros»
(leí entre líneas).
No,
el artista es esclavo
de su mundo interior.
Tengo reparo y respeto,
el orgullo de quien no quiere
ser un trágico trofeo.
Versos secos, remisorios
y esta cabeza mía
imaginando que algún día
te veré sin escenario y a la luz
con el furor de este arrebato
que me empuja a querer explotar los
momentos
con prisa,
urgencia del que sabe
que la aguja corre
y no transpiran recuerdos.
La obsesión es el castigo
por no saber vivir con calma,
por la sensibilidad extrema
y estos sueños insaciables.
GASOLINA
Así como llegaste
reventando los cristales de mis ojos
usando tus garras para trepar
desde mis tobillos,
mordiendo justo debajo del ombligo,
cocinándome a fuego lento el corazón,
besando sin prisa
como besan los que saben de amor.
Sabías de amor porque no lo querías.
Yo creía que sí,
que sería yo,
que serías tú.
Así como llegaste te he echado,
te has ido,
he sorprendido al desencanto al cogerte por los pies
y arrastrarte lejos.
Cuando tu barco atracó en mi puerto
no vi desembarcar a las ratas.
Sólo miré al bajar tú, sonriente,
escoltado por dos linces
que afilaban sus garras en el cemento.
Buque de madera picada,
carcoma y fobias desatadas.
Lo cubriste con una sábana.
Era naranja, lo recuerdo,
se fundió con la puesta de sol.
Te escuché silbar
y acudieron mis zapatos
dóciles,
siguiendo las huellas de tus pies descalzos.
Llegué a ser un caligrama,
tus palabras dibujaban tulipanes en mi boca.
Marchitó el jardín;
lloré por él.
Lo abandoné
y tú también.
Cementerio de gusanos.
No quise verlo arder
pero lo ahogué en gasolina mirándote a los ojos.
FÉNIX
Sentada al borde del abismo
viendo objetos caer,
estrellarse y romper la cerámica.
Y yo
contemplando la posibilidad de saltar al vacío
y dejar de ser,
comprobar si vuelvo a nacer,
si visto plumas rojas como el fénix
o si por el contrario
seguiré siempre encadenada al filo
a punto de dejarme caer
sin llegar a hacerlo nunca.
Miedo, animal salvaje,
depredador despiadado;
almas asomándose al acantilado
y garras de sirena trepando hasta alcanzarlas
para arrastrarlas al fondo del océano.
Pero mientras ellas cantan
las almas cierran los ojos
y con la piel erizada
rezan a todos los dioses sin creer en ninguno
y regalan sus manos,
su vista,
su olfato,
sus piernas
para conservar el oído
por no dejar de escuchar la melodía
que predice un desenlace mortal.
SECUESTRO
He vuelto a matar a un hombre bueno.
He cortado el oxígeno
que mantenía con vida
su cuerpo ya inerte
desde el primer roce.
Religiosamente culpable
de mirarle a los ojos
mientras hundía la hoja del cuchillo
en su costado izquierdo.
Lo retuve en mi habitación durante días
haciéndole creer en un secuestro voluntario
y en su poder de elección,
pero, alma mía,
le apremiaba sin querer
a lamerme las heridas.
El tópico de la cama como ring
se torna irrefutable
despuntando entre embestidas
menos furiosas de lo que planeaste.
No tenías sombras,
amado amante,
no estabas roto
por ello mi aflicción al adivinar
que habré de declararme culpable
cuando yazcas perforado por gusanos.
Sin duda fueron mis ojos
girando en espiral
lo que congeló tu lengua
impidiéndote ya saborear nada.
Te advertí,
te amenacé,
pedía el indulto en cada abrazo.
Estas crónicas concluyen colisionando
contra el muro que en treinta días
levanté al final de la vereda.
Ya he llorado por tu inocencia,
compondré poemas que podrás descifrar a medias.
Todo esfuerzo por quedarte solo será inútil,
soldado cojo en este ejército que me invade.
Espero que todos sepan de tu candela
y te ames tanto que arrincones las desdichas.
Te he pedido hogueras sobre un iceberg
y no te aplacó el tornado que brota de aquí dentro,
tú vendaste mis mordiscos rabiosos
y besaste mi frente cuando dormía.
Sé que prefieres jugar solo;
liderar seguido de pocas y valiosas amistades,
y estudiar la rara avis que no te canse.
Vida, muy a tu pesar,
esa media sonrisa se traduce
en lo dulce que tu cuerpo no pide;
en vulnerabilidad.
Que te adore como lo hago
le resta crueldad a esta injusticia.
Mi afecto crece a lo ancho del valle,
aunque te pese intuir
que no romperá el techo
como hacen los amores locos.
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Ana Lucas (Madrid, 1995), es actriz y una apasionada de la literatura. Estudió Lenguas Modernas, Cultura y Comunicación en la Universidad Autónoma de Madrid, y completó su formación en Newcastle University (Reino Unido). Fue a lo largo de los años universitarios cuando comenzó a escribir poesía asiduamente, con una gran influencia de las obras de García Lorca y Edgar Allan Poe. Posteriormente se formó como actriz, su sueño desde pequeña, en la escuela de Raquel Pérez Formación Actoral. Desde que finalizó los estudios, ha trabajado en diversos proyectos televisivos como series, cortometrajes y funciones teatrales, algunas escritas por ella misma.
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Autor: Ana Lucas. Título: Oasis. Editorial: Espasa. Venta: Todostuslibros y Amazon
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