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Prólogo de El Quijote de Wellesley, de Javier Marías

Prólogo de El Quijote de Wellesley, de Javier Marías

Prólogo de El Quijote de Wellesley, una mirada inédita y magistral de Javier Marías sobre la obra más importante escrita nunca en español. Este libro recoge las notas inéditas escritas por el escritor español para una clase magistral sobre el Quijote impartida en Wellesley College, Massachussetts, en 1984.

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Los textos que se ofrecen a continuación no fueron escritos para ser publicados, sino como preparación para un curso sobre el Quijote queme tocó dar en Wellesley College (Massachusetts) hace casi treinta y dos años, entre septiembre y diciembre de 1984. Tenía yo entonces treinta y tres recién cumplidos, así que quien tomó estas notas probablemente sea otro distinto de quien, abusivamente, las entrega ahora a la imprenta.

Wellesley College es una reliquia de Universidad, ya que debe de ser una de las pocas hoy existentes (todavía hoy, creo) en las que el alumnado es exclusivamente femenino. Por un verdadero azar, allí pasé el primer año de mi vida (exceptuando el primer mes madrileño), en 1951-52, ya que fue la primera Universidad estadounidense que contrató a mi padre, Julián Marías, durante un curso entero. De hecho, él voló hasta ese destino el mismo día de mi nacimiento. Solía decir que le dio tiempo a estrecharme la mano antes de coger el avión y poner por medio tierra y océano. Un mes después se me metió a mí enuno de esos aparatos, junto con mi madre, Lolita Franco, y mis hermanos Miguel y Fernando. Antes que mi padre, en Wellesley habían enseñado también Vladimir Nabokov y Jorge Guillén. Mi familia ocupó el mismo piso que el poeta español, justo debajo del que en su día había ocupado el novelista ruso. Así pues, no coincidí en el tiempo con ellos, pero sí en el espacio, que es el principal depositario del tiempo ido.

Mis alumnas de 1984, que en principio sabían poco de la España del siglo XVII y poco, por tanto, también de Cervantes, resultaron ser muy listas y exigentes y me obligaron a esforzarme, tanto en el curso sobre el Quijote como en otro que impartía, de Teoría de la Traducción. De lo único que estoy seguro es de que jamás leí el Quijote con más atención y cuidado, los que requiere tener que explicarlo y comentarlo luego.

Dudo mucho que estos textos, apuntes o notas merezcan la publicación. Pero si algún año puede ser benévolo con cuantas aportaciones haya a la figura y la obra de Cervantes, a buen seguro es este del cuarto centenario de su muerte. Pese a la tradicional desidia gubernamental en materias culturales, no me cabe duda de que en 2016 habrá a la postre conmemoraciones y contribuciones valiosas. Tampoco de que habrá —es el signo de nuestros tiempos— muchísimas tonterías «cervantinas». Así, quiero creer que este brevísimo y modesto volumen no llegará a ofender a nadie y pasará inadvertido entre tanto fasto. Mi intención al publicarlo es no regatearle a Cervantes un solo homenaje, por azaroso y pobre que sea este. Y cabe la posibilidad de que algunos lectores o estudiantes españoles de hoy se anima leer o releer el Quijote en la compañía de aquel semijoven de treinta y tres años, de manera parecida a como lo hicieron aquellas alumnas de Wellesley que serán ahora mujeres de mediana edad.

Una exigua selección de estos textos vio ya la luz en 2005, en una revista de difusión muy escasa que me pidió «algo inédito» para uno de sus números. Y como entonces se cumplían los cuatrocientos años de la aparición de la Primera Parte del Quijote, no me pareció muy injustificado mostrarlos. La actual publicación completa de estas notas quizá lo esté más, pero en ningún caso harán daño, o tan sólo a mí mismo. Recorren el Quijote casi capítulo a capítulo, aunque en algunos me extendí mucho, y llegué a escribir «minitextos» articulados, y en otros poco o nada. Lo que se ve a las claras es cuáles fueron mis intereses en aquella lectura, y cuáles son mis motivos para considerar esa novela la más rica y compleja que jamás se haya escrito. Me temo que esos motivos míos no coinciden demasiado con los de la mayoría de mis colegas novelistas, pretéritos o contemporáneos. Si algo prueba la vigencia del Quijote es la infinita cantidad de lecturas que de él pueden hacerse, a menudo opuestas y contradictorias. Esta es la mía, que no ha variado sustancialmente desde 1984.

el quijoteEl lector o el estudiante que tengan a bien acompañarme en ella, por curiosidad o por coleccionismo, sabrán disculpar que en estos textos no haya excesivo cuidado ni «voluntad de estilo» alguna. Los tecleaba a gran velocidad, en una máquina prestada, sin eñes ni acentos si mal no recuerdo, en 4 Horton House, 666 Washington Street, donde vivía, con vistas a dar mis clases y sin el menor propósito de que los leyera nadie. Ni siquiera aquellas perspicaces jóvenes de Wellesley College, lejanas sucesoras de alguna que, según cuentan las leyendas del lugar, le inspiró parcialmente a Nabokov su personaje más célebre, Lolita, a la que, dicho sea de paso, cuesta imaginar muy atenta en un aula.

J M
Febrero de 2016
El Quijote de Wellesley

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Autor: Javier Marías. Título: El Quijote de Wellesley. Editorial: Alfaguara. Edición: Papel y Kindle

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