Jorge Carrión escribe en un capítulo de Librerías (Anagrama, 2013) que la Biblioteca de Alejandría, decana de las bibliotecas occidentales, se inspiró en la biblioteca privada de Aristóteles, tal vez la primera de la historia que fue sometida a un sistema de clasificación. Roberto Calasso, en Cómo ordenar una biblioteca (Anagrama, 2021; traducción de Edgardo Dobry), extiende ese diálogo entre colecciones públicas y privadas, entre bibliotecas y librerías, en un iluminador ensayo que es, en parte, una reflexión sobre la bibliofilia y, también, un método que pregona el caos por encima de un orden perfecto.
En Cómo ordenar una biblioteca, Calasso ofrece un repaso por los diferentes tipos de libros. Escribe sobre colecciones editoriales, libracos, primeras ediciones, catálogos, libros antiguos o de un período específico, libros comprados para no ser leídos de inmediato, libros subrayados, descatalogados, raros, únicos, de grandes formatos y libros que una biblioteca no debería acoger —los defectuosos, repetidos, regalados y dedicados— y que, por esas mismas características, invita a mantenerlos o encontrarles un espacio en las estanterías.
“Inevitable en algunas áreas, el orden alfabético resultaría letal si se aplica a todas ellas. De ciertos libros —sobre los hongos, sobre las plantas en Cornualles, sobre famosas partidas de ajedrez y otros casos innumerables— se recuerda el asunto pero con frecuencia se olvida al autor. Insertarlo en un orden alfabético general sería perderlos de vista. Es mejor formar pequeñas islas de temas afines a los que estos libros se adherirían” (p. 20), escribe.
Cómo ordenar una biblioteca reúne cuatro pequeños ensayos. Al que da titulo al libro le siguen “Los años de las revistas” —sobre el surgimiento de las revistas literarias en la Europa del siglo XX— y “El nacimiento de la reseña” —donde recuerda el curioso origen de ese género: señala que la primera reseña literaria que se publicó en la historia, en marzo de 1665, fue corregida por el propio autor del libro reseñado—. Calasso, escritor y director literario de la editorial italiana Adelphi, teje en estos textos testimonios íntimos con anécdotas históricas que hacen del libro una especie de autobiografía bibliófila. En él confiesa que cubre sus libros con papel de seda para evitar, entre otras cosas, que algún visitante ocasional detecte qué títulos tiene. Dime cómo es tu biblioteca y te diré quién eres.
Ninguna biblioteca podría existir sin librerías. Por eso el libro cierra con “Cómo ordenar una librería”, versión para libreros del primer ensayo que propone algunas pautas o recomendaciones. Por ejemplo: crear una sección de “Autores” o “Escritores”, sin distinción de género ni categoría, en la que libros como Lolita estén junto al Curso de Literatura Europea de Nabokov. De este modo, un cliente podría encontrar el libro que hasta entonces ignoraba de un autor que le guste o por el que siente curiosidad de leer. Otras condiciones que debería tener una librería: un lugar donde sentarse —“si en una librería sólo se puede estar de pie, no se podrá realizar un gesto que ningún vendedor electrónico puede ofrecer: hojear un libro, leer las solapas” (p.127)—, un librero que evite la superpoblación de mesas con libros que no le interesen a nadie, y un poco de gusto en la decoración y en las luces.
“La librería ideal es aquella en la que cada vez se compra al menos un libro, y con mucha frecuencia no aquel (o no solo aquel) que se pensaba comprar cuando entramos”, (p.34) escribe. Algo parecido a la regla del buen vecino de una biblioteca perfecta.
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Autor: Roberto Calasso. Título: Cómo ordenar una biblioteca. Editorial: Anagrama. Venta: Todostuslibros y Amazon
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