Dolly Alderton, autora de la exitosa autobiografía Todo lo que sé sobre el amor, se estrena en la novela con una historia de ghosting, esa forma de acabar una relación cortando todo contacto y sin explicaciones, algo que favorecen las aplicaciones para ligar, que considera «supermercados de personas».
—El ghosting se asocia a las actuales aplicaciones de contactos pero ¿no es una práctica antigua reconvertida a las nuevas tecnologías?
—Totalmente. El ghosting ha existido toda la vida. Siempre ha habido maleducados que no han sabido afrontar una conversación y han desaparecido. Lo que pasa es que ahora con las apps es más fácil, son una herramienta que permite de una manera más sencilla evitar una conversación e incluso desaparecer antes de quedar. Es a lo que todo el mundo le tiene miedo ahora, que te hagan ghosting, seguramente más que te pongan los cuernos. Es un fenómeno bastante habitual, así que es interesante investigarlo.
—¿Cuáles son las ventajas y los inconvenientes de las aplicaciones de contactos?
—La principal ventaja es que si a partir de los 30 ya es difícil conocer a gente —porque tu círculo social se cierra, tus amigos se empiezan a casar, los amigos de tus amigos también—, en tiempos de pandemia ya ni te digo. Son una vía fácil y directa para conocer a gente de tu misma edad, gustos, etc., y poder hacerlo de manera más rápida. Pero, a la vez, el inconveniente también pasa por ahí. Tengo una amiga que dice que estas aplicaciones son supermercados de personas, y el símil me encanta, porque creo que es así. Me imagino cuando vas al súper y estás escogiendo manzanas: miras una, si no te gusta la dejas, pasas a otra. Hay tanta variedad y cantidad que al final creo que se convierte en un problema, porque puedes pensar: «Esta chica o chico no termina de gustarme, voy a probar con otro». El respeto se pierde, las buenas formas y las conversaciones que deberían existir de forma natural no se dan.
—¿Son las mujeres más víctimas del ghosting que los hombres?
—La razón por la que me interesaba tanto el tema es que sí creo que ocurre más con un sexo que con el otro, los hombres hacen más ghosting que las mujeres. Y creo que sucede porque bajo las relaciones heterosexuales hay un miedo: la amenaza de que a las mujeres nos llamen intensas, locas, y esta sensación aumenta cuanto mayores nos hacemos.
—¿Le han hecho ghosting alguna vez?
—Sí, más de una vez. Y también les ha pasado a cada una de las mujeres que conozco. Y conozco a muchos hombres que me dicen cabreados que las mujeres también lo hacen. Puede. Yo nunca lo he hecho.
—En esta ocasión escribe ficción. ¿Ha sido más fácil que escribir sobre su realidad?
—Escribir unas memorias es más fácil en cuanto a estructura y técnica, porque no puedes planear una trama, estás explicando tu vida. Realmente es como periodismo, que es mi formación como escritora. Fantasmas me costó muchísimo más, estuve tres meses planeando y preparando la estructura. Pero escribir una novela es la gloria, el paraíso, porque te puedes esconder.
—¿Cree que hay literatura para mujeres?
—Hay libros e historias con las que, naturalmente, las mujeres se sienten más identificadas, y lo mismo nos pasa al revés, pero creo que hablar así es generalizar. Y en el caso de Fantasmas, hablaría más de una novela generacional. Todo lector puede sentirse identificado.
—En su novela habla también de la maternidad. ¿Siguen existiendo estereotipos respecto a las mujeres que deciden ser madres y las que no?
—Totalmente. Que a los treinta y pico tengas pareja pero no te cases sigue siendo raro. Empiezan las preguntas de los padres, los suegros, los familiares en general, hasta los amigos, y se especula sobre si no puedes quedarte embarazada. ¿Alguien ha pensado alguna vez que esas preguntas pueden incomodar?
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