Tengo la suerte de conocer a Benito Olmo desde que comencé a gatear en el mundo de la literatura. De hecho, se convirtió en un referente para mi trayectoria, ya que cuando yo aún me paseaba por la Feria del Libro de Cádiz con un libro autoeditado bajo el brazo, él ya firmaba con las grandes editoriales con las que yo solo podía soñar. En apenas unos años, Benito ha logrado ser finalista del III Premio Santa Cruz, el I Premio Negra y Mortal, el III Premio Cartagena Negra a la mejor novela publicada y el Tormo Negro-Masfarné, además de vender los derechos audiovisuales de La maniobra de la tortuga, la obra que lo catapultó a la lista de los autores de género negro más reconocidos a nivel nacional.
—Antes de nada, querido Benito, quería darte la enhorabuena por El Gran Rojo. Hacía mucho tiempo que no leía un thriller que me hiciera disfrutar tanto, sobre todo por la singularidad de su protagonista y la minuciosa ambientación de la trama en Frankfurt. Los que te seguimos ya disfrutamos de tu serie Proyecto Mainhattan, publicada en esta misma revista, donde nos cuentas tu experiencia al irte a vivir a Alemania. ¿Has ido construyendo esta novela a medida que ibas recopilando vivencias con tu cambio de residencia, o ya nació mucho antes dentro de tu cabeza?
—Gracias por tus amables palabras. Comencé a escribir El Gran Rojo cuando llegué a Frankfurt. De esta manera, cada calle, cada conversación y cada incidente del que era testigo cobraban sentido. Ha sido muy emocionante descubrir la ciudad por medio de una novela y mirarla con ojos de escritor. Durante varios meses, El Gran Rojo se convirtió en mi razón de ser. Tanto es así que cuando no estaba escribiendo estaba dando vueltas por algunos de los lugares menos recomendables de Frankfurt para documentarme. El proceso me ha fascinado y me he divertido mucho escribiendo esta novela. Creo que los lectores lo van a notar.
—Seguro que sí, sobre todo en los primeros capítulos, que son una auténtica pasada. Comenzamos a conocer las miserias de Mascarell, un detective privado al que se recurre cuando todo lo demás parece perdido. Ya sabemos lo saturado que está el mercado editorial y lo difícil que es encontrar un protagonista tan original como el tuyo. ¿Has sufrido al tener que separarte del gran Bianquetti, el detective que dio vida a tus anteriores novelas, o por el contrario ha sido una experiencia positiva trabajar en un nuevo protagonista con tantas aristas como Mascarell?
—Ha sido un gustazo despegarme de Bianquetti. Ten en cuenta que escribir dos novelas seguidas con el mismo personaje es agotador. Necesitaba un respiro. La tercera de Bianquetti la tengo en la cabeza y en varios cuadernos, lista para ser ensamblada, pero todavía pasará un tiempo antes de que vuelva a ponerme con el grandullón.
—Otro de los personajes que más me ha gustado ha sido el de Ayla, una chica de apenas dieciséis años que tiene que lidiar con su padre aquejado de Alzheimer tras la muerte de su hermano, una adolescente que derrocha una madurez y una fuerza para sobrevivir entre las calles de Frankfurt que me han enamorado. ¿Es probable que Ayla desempeñe un papel más activo que otras mujeres en novelas anteriores, o solo ha sido una sensación mía?
—Ayla lo tiene todo en contra. Es una inmigrante en plena adolescencia que además debe llevar dinero a casa y cuidar a su padre enfermo de Alzheimer. Por si fuera poco, se impone la misión de averiguar la verdad que rodea a la muerte de su hermano. Es una luchadora, una superviviente, y creo que por eso resulta fácil empatizar con ella. No obstante, no es la primera vez que hago protagonista a un personaje femenino. Desajuste de cuentas (Storytel Original, 2019) está protagonizada por una detective, y en Wonderland (Storytel Original, 2020) uno de los personajes principales es una inspectora de policía con muy mala leche.
—Me alegra que hables de tu trabajo en Storytel, porque tengo un par de preguntas guardadas para más adelante, pero primero me gustaría hablar de tu manejo de los suburbios. En tus novelas paseamos por los barrios menos favorecidos y nos vemos envueltos en el mundo de la prostitución, las mafias y los traficantes de poca monta. ¿Cómo haces para describir estas escenas con tanto realismo? ¿Te ves en la obligación de moverte, aunque sea de refilón, por los bajos fondos para crear una ambientación tan fidedigna en tus novelas?
—Me muevo, sí, y no de refilón. La única manera de escribir de forma honesta sobre la realidad de la calle es sumergirte en ella. El proceso de documentación de la novela me ha llevado a algunos de los lugares menos agradables de Frankfurt. Me he metido en algunos líos, he pedido favores a gente poco recomendable y he entrado hasta la cocina, por así decirlo, de sitios verdaderamente oscuros. Como te he dicho antes, la escritura de El Gran Rojo ha sido muy emocionante y me ha hecho recalar en lugares a los que de otra manera difícilmente me habría acercado.
—También me he dado cuenta de que un gran número de personajes de El Gran Rojo, tanto principales como secundarios, son inmigrantes. Viven y trabajan en Alemania, pero no son de allí.
—Es que Frankfurt es la ciudad con mayor tasa de inmigrantes de toda Alemania. Se dice que la mitad de los habitantes de esta ciudad son inmigrantes o descendientes de inmigrantes. Así las cosas, tuve claro desde un primer momento que la trama de El Gran Rojo, para que fuera un fiel reflejo de la realidad, debía ser llevada en volandas por personajes de diferentes nacionalidades.
—Otro detalle que me ha llamado mucho la atención es que cambias de narrador constantemente, en relación al personaje que protagonice el capítulo en cuestión. Esto le da un dinamismo a la trama que el lector agradece al descubrir diferentes estilos en cada escena. ¿Qué has querido transmitir con este juego narrativo?
—Se trata precisamente de eso: de un juego que propongo a los lectores. Además, de esta manera consigo que cada personaje tenga una voz y un estilo propios, lo que le da a la trama mucha fluidez.
—En uno de los capítulos, en el que Mascarell se ve obligado a visitar al médico para que le echen un vistazo, vamos a descubrir los motivos que lo empujaron a emigrar a Alemania y lo duro del proceso de adaptación por el que tuvo que pasar. Es inevitable que los lectores relacionemos lo que cuentas en El Gran Rojo con tu experiencia personal. ¿Ha sido complicado adaptarte y formar parte de la sociedad alemana? ¿Tienes pensado quedarte en Frankfurt por una larga temporada o estás deseando poder volver a Cádiz?
—La adaptación fue complicada, sobre todo al principio. No me da miedo empezar de cero en otras ciudades. De hecho, he vivido en Cádiz, en Sevilla, en Granada y en Madrid, pero aquí las cosas han sido muy diferentes. Lo peor es la barrera idiomática, ya que el alemán es un idioma endiablado y muy difícil de dominar. Es jodido ir a comprar pan, sellos, papel higiénico, etc. y que no te entiendan ni una palabra. De hecho, la escritura de El Gran Rojo me sirvió como mecanismo de defensa ante la adversidad. Al escribir me siento en terreno conocido, como en casa. No sé cuándo volveré a España, pero tampoco me preocupa demasiado. Estoy a sólo un par de horas en avión. De hecho, tardo menos en llegar a Cádiz desde Frankfurt que cuando vivía en Madrid.
—Pasando por alto la crudeza y la acción que vamos a experimentar en muchas de las escenas de la novela, El Gran Rojo es un libro con el que me he reído mucho. Consigues que al lector se le escape una sonrisa en muchas escenas de la trama y eso denota lo bien que te lo has tenido que pasar a la hora de escribirla.
—Es que si no te diviertes escribiendo, nada de esto tiene sentido. Escribir ya es un oficio muy duro de por sí como para encima no divertirte.
—Además de colocar el El Gran Rojo en las estanterías de lo más leído en las primeras semanas del lanzamiento, has logrado, en apenas unos años, convertirte en uno de los escritores del género más reconocidos a nivel nacional. Autores referentes como Juan Gómez Jurado, César Pérez Gellida, Leandro Pérez o Víctor del Árbol elogian toda tu carrera literaria en la faja de tu última novela. Supongo que debe de ser una gozada y todo un orgullo no solo publicar en una de las mejores editoriales del panorama, sino contar con el apoyo de los escritores más influyentes de este país.
—Hay mucha camaradería en el mundo editorial. La cosa está muy complicada como para encima ir poniéndonos zancadillas unos a otros. Los autores a los que has nombrado no sólo son unos tipos muy majos, sino que además son tremendamente generosos y siempre están dispuestos a echar una mano.
—También fuiste todo un visionario hace algunos años, cuando escribiste Desajuste de cuentas y te convertiste en uno de los primeros autores españoles en escribir una audioserie para Storytel. Debe de ser toda una experiencia contar con las herramientas que nos ofrece el formato del audiolibro y las nuevas tecnologías como los efectos especiales, la música y la dramatización para crear nuevas historias.
—Es un formato diferente, a mitad de camino entre la narrativa tradicional y el guión cinematográfico. Cuando escribes para ser oído, puedes echar mano de todo un arsenal de efectos sonoros sin otro límite que la imaginación. ¿Pasa un coche? Pues hago que suene el motor. ¿Hay un disparo? Pues los oyentes van a escucharlo.
—De hecho, hace apenas unos meses, estrenaste Wonderland, un thriller ambientado en un macrocomplejo de lujo situado en Madrid, un lugar repleto de casinos y luces de neón donde el exceso y el lujo están a la orden del día, en el que uno de los detectives protagonistas está doblado por el mismísimo Alex O’Dogherty. Por lo que veo, parece que tienes intención de seguir intercalando tus obras y escribir historias para ambos formatos, ¿no es así?
—Me encuentro muy cómodo en este formato. Al final lo importante es contar historias, ¿no? Y yo me considero un contador de historias. No hay que tener miedo a los desafíos, así que seguiré escribiendo novelas, audiolibros y lo que me echen.
—Y por si fuese poco, La maniobra de la tortuga, la novela con la que lograste ser finalista en varios festivales del género, ha vendido sus derechos para su adaptación cinematográfica. Tengo entendido que comenzará a rodarse dentro de unos meses. ¿Qué puedes adelantarnos de la película de tu primera novela? Supongo que estarás deseando poder verla en la gran pantalla, igual que los miles y miles de lectores que la esperamos con ansia.
—Te puedo contar que comenzaremos el rodaje el 3 de mayo, que Cristina y Bianquetti serán interpretados por Natalia de Molina y Fred Adenis, y que el guión ha quedado espectacular. Estoy muy ilusionado con este proyecto y estoy seguro de que nos va a dar muchas alegrías, tanto a mí como a los lectores de La maniobra de la tortuga.
—Aprovecho la última pregunta para despedirme de ti, para volver a darte la enhorabuena por el fabuloso trabajo que has realizado con tu última novela y para ponerte en un aprieto: ¿Después de El Gran Rojo has comenzado a trabajar en algo nuevo? ¿Tienes algo entre manos de lo que nos puedas adelantar aunque sea solo un poco?
—Estoy trabajando en la segunda parte de la audioserie Wonderland. También tengo muy adelantada una nueva novela ambientada en Frankfurt y los primeros bocetos de otra historia con la que aún no sé qué hacer.
Vídeo: entrevista a Benito Olmo de Daniel Fopiani
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