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Iniciativa e ingenio para superar los retos del futuro

Iniciativa e ingenio para superar los retos del futuro

Este libro desgrana de forma exhaustiva no solo las estrategias de guerra utilizadas por la legión romana y las falanges cartaginesas, sino algunas de sus técnicas de entrenamiento, la terminología que las equipara a los rangos de los ejércitos actuales para hacerlo más comprensible, así como la indumentaria de estos ejércitos del mundo antiguo.

Myke Cole, ex militar y autor de numerosos estudios de historia militar y seguridad, se ha documentado de forma excelente y ha realizado, como él mismo explica en el prólogo, un ejercicio de concreción, diciendo: “Lo que más valoro al escribir historia es que sea accesible”. El libro tiene una estructura muy adecuada, con un prefacio, una cronología de hechos, mapas, dibujos, un glosario de términos y una prolija bibliografía.

Divide et impera (“Divide y vencerás”), la frase atribuida dudosamente al dictador y emperador romano Julio César, puede servirnos para destacar uno de los hechos descritos por Cole en relación con la huida desordenada de las tropas en pleno combate cuando alguno de los adversarios se desmoronaba. Heraclea 280 a.C., Ásculo 279 a.C., Benevento 275 a.C., Cinoscéfalas 197 a.C., Magnesia 190 a.C. y Pidna 168 a.C., son las seis batallas descritas en el libro, en las que legiones y falanges se enfrentan.

Las falanges de Pirro, en su camino hacia la ansiada conquista de Roma, buscaban terrenos llanos, donde eran más eficaces con la infantería, la caballería o los elefantes (eficaces y grandes enemigos en la lucha contra las legiones). Por contra, las legiones buscaban terrenos más abruptos, donde los falangitas tenían más problemas a la hora de agruparse y luchar de forma eficaz.

"En la batalla de Pidna quedaron patentes todos los requisitos que las falanges necesitaban para combatir en óptimas condiciones"

El autor contrasta sus descripciones de las batallas con las crónicas de Dión Casio, Polibio, Dionisio, Tito Livio, Apiano y Plutarco, lo que imprime un carácter más fiable a sus narraciones.

Dos mil trescientos años después, tras la batalla de Ásculo, persiste la expresión “victoria pírrica”, en alusión a la frase de Pirro “otra victoria como ésta y estamos perdidos”. La batalla de Ásculo quedó como ganada por las tropas del rey de Épiro (Pirro) pero le quemaron el campamento, perdió muchos hombres, y Pirro no quedó satisfecho.

La batalla de Benevento supone la gran derrota de Pirro, pero el orgullo y también el coraje mostrado le hacen seguir adelante, sabiendo que todo está perdido. La terrible noche previa a la derrota pasada por las tropas pírricas la repetirá Hitler, con su ejército atrapado en el barro y la nieve en su fallido asalto a Stalingrado. En Benevento se pone de manifiesto cómo el soldado, antes de todo, es humano, y cómo el cansancio, el hambre y la sed hacen mella en un ejército que se enfrenta a un enemigo descansado y preparado para el combate.

Cinoscéfalas es el mejor ejemplo de cómo la guerra es imprevista y las batallas se libran donde surgen. El recién nombrado cónsul Flaminino le gana al rey de Macedonia de los antigónidas, Filipo V, quien sufre unas condiciones de paz humillantes. En la batalla de Magnesia, Antíoco III sufre una derrota causada por sus propios elefantes: una vez más se contrapone la disciplina y rigidez de las defensas falangitas con las fuerzas combinadas de las legiones, más flexibles y con diferentes tipos de armas y ejércitos.

En la batalla de Pidna quedaron patentes todos los requisitos que las falanges necesitaban para combatir en óptimas condiciones, a saber: terrenos llanos y con los flancos protegidos, pastos abundantes para sus caballos y una ciudad cerca para abastecer las necesidades de avituallamiento de tan magnos ejércitos. Perseo, que huyó y suplicó clemencia tras la derrota, fue capturado por las tropas de Emilio, gracias a la traición del pirata cretense Oroandes, habiéndose llevado previamente todas sus riquezas. Si en Magnesia los elefantes fueron los causantes de la derrota, la batalla de Pidna fue iniciada por una mula que se escapó para beber en el río.

"Los ejércitos arrasaban a su paso, tras la victoria, todas las poblaciones: el saqueo era su botín y la forma de mantener a sus familias"

Los pueblos antiguos eran supersticiosos e impetuosos, y eso minaba su moral. Creían en la inspiración divina y en los presagios. Los ejércitos arrasaban a su paso, tras la victoria, todas las poblaciones: el saqueo era su botín y la forma de mantener a sus familias, pero el compañerismo era la esencia de sus formaciones (legiones o falanges), y la instrucción y el permanecer unidos en sus combates era la forma de mantenerse con vida. La vida de cada uno dependía del compañero más cercano, y eso los hacía por un lado vulnerables ante el enemigo y esenciales para su compañero. Pero la disciplina y el acatar las órdenes de sus superiores no quedó reñida con la iniciativa y el ingenio de mandos inferiores, que fueron decisivas en las victorias.

En los tiempos de pandemia que vivimos es esencial, como en los ejércitos romanos de la Antigüedad, la disciplina y cohesión por el bien común, pero también son necesarias la iniciativa y el ingenio para aprender a superar juntos los retos que el futuro nos depara. Parafraseando la última línea del libro: “En otras palabras: nosotros mismos”.

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Autor: Myke Cole.  Título: Legiones frente a falanges. Traducción: Belén Urrutia. Editorial: Alianza editorial. Venta: Todostuslibros y Amazon.

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