Una crítica de El Chisme, un relato de Risto Mejide.
No habéis entendido este libro.
Confieso que yo me he librado “por los pelos”.
El caso es que este artículo llega tarde a la fiesta, pero llega. Y llega tarde de manera intencionada. El motivo es que los libros que escriben personas conocidas captan de manera casi enfermiza gran parte del foco mediático (generalmente para intentar robarles un poquito de su luz), y era necesario dejar pasar un poco de tiempo para alejarnos del ruido que se iba a generar. Esta espera me ha dado la oportunidad de releer la novela. Era como si yo tuviese mi propio “chisme” diciéndome que volviese a leer la historia. Es una lección que me enseñó un amigo escritor de pelo gris: “Relee, a ver qué encuentras”. Y releí… y encontré.
Tengo cuarenta y un años y soy padre de una niña de seis. Quizá ese es el motivo por el que redescubrí un texto que es una batería de misiles a la línea de flotación de toda una generación. Una generación que, como describía brillantemente Manuel Jabois, tiene el problema de creer que para saber dónde va el mundo tiene que mirar a sus padres en lugar de a sus hijos, y no sólo. Una generación que está entre el fuego cruzado de una gente que está dejando de saber todo sobre un mundo que ya no comprende y gente que empieza a saberlo sobre un mundo que aún no comprende. Una generación que es la vuestra, la de Risto y la mía.
La historia habla de Mateo, un divorciado que por los avatares de la vida vuelve a casa de sus padres. Mateo es un programador al que invitan a un programa de televisión a hablar de inteligencia artificial y que, sin darse cuenta, se lleva puesto el “pinganillo” de vuelta a casa. Un chisme misterioso que, de manera inesperada, se pone a guiar la vida del protagonista.
Creo que voy a tirar por tierra mucho de lo que he leído acerca de este libro. Siento deciros que este libro no trata acerca de lo que nos espera con la Inteligencia Artificial. Ni es un trasunto de Cyrano. Tampoco es un aviso sobre lo que es la “nueva fama”. Lo siento, pero no.
“La fama no es nada. La fama es humo, una expectativa constante sobre gente que no conocemos, convenientemente dirigida a gente a la que le da igual la verdad. Es el triunfo definitivo de la percepción. Por eso es tan mentira. Por eso es tan peligrosa”.
Dice la nota de prensa (que intuyo ha escrito el propio autor) que El Chisme actualiza el mito de Cyrano de Bergerac. No es cierto. Un sucio truco de publicista usado para ocultar de manera inteligente lo que de verdad esconde: un diálogo con tu propia Conciencia. Con mayúsculas. Es la primera vez que veo a un escritor intentando aparentar ser menos inteligente de lo que realmente es. El Chisme no pivota en Cyrano, sino que lo hace en la voz de la conciencia. El Chisme vehiculiza esa voz y sólo le da forma de pinganillo para darle fisicidad. Como decía Michel de Montaigne: “La conciencia hace que nos descubramos, que nos denunciemos o nos acusemos a nosotros mismos, y a falta de testigos declara contra nosotros”. El autor utiliza El Chisme para provocar el diálogo y roer la conciencia de un perdedor, de Mateo, aflorando culpabilidad, conformismo, paternidad fracasada y autocomplacencia. La inteligencia artificial es otra cosa. La inteligencia artificial es como el cambio climático, la contaminación o el capitalismo de vigilancia. Todo eso “somos nosotros” y depende de nosotros cómo acabe la película. El Chisme viene a decirnos que somos cualquier cosa menos la víctima en esta historia. Escúchate a ti mismo y deja de dejar que te lo cuenten todo. Homo homini lupus.
Se nota que El Chisme es un libro que ha sido corregido muchas veces. La economía en el lenguaje y en los personajes, más el haberse quedado sólo con lo esencial, es algo que ha conseguido impregnar de credibilidad la historia. Y diálogos brillantes. Me recuerda en algunas partes del relato a la prosa de Rodrigo Cortés en su primera novela. Inteligente, afilada, cargada de un mensaje que sólo calará en quien esté atento a lo que está leyendo. Y como suele suceder con estas cosas, el que no lo ha visto es porque no ha querido. Está a la luz del día, lo dice en la sinopsis: un engaño mediático. Ahí nos habla a nosotros. El engaño es el que sufre el lector. Y Risto, otra vez, nos da pistas:
“En algún momento la vida nos da dos opciones: saber casi nada sobre muchas cosas o saberlo casi todo sobre prácticamente nada. (…) A los primeros los llamamos generalistas, los segundos nos llamamos especialistas. Yo soy uno de esos. De los que se paran para que los demás podáis avanzar.”
Con guiños a Jack Kerouac en su novela On the Road y un montón de referencias culturales que hacen que asome la brillante mente del autor, éste es capaz de aterrizar mediante un monólogo interior un concepto tan complejo como el sentimiento de culpa o la facilidad que tiene el ser humano para dejarse manipular, que es muy distinto del concepto de manipulación en los medios, aunque sea esto lo que Risto intenta vendernos. O quizá no ha querido ser más cruel, que podría. No lo sabemos, y eso está bien.
El Chisme gira sobre la premisa kantiana acerca de que el lenguaje es el creador de la imagen del mundo que aparece en la conciencia. Una conciencia estupidificada por la saturación de estímulos que sufrimos hoy y que sumada a la pereza intelectual que nos domina nos pone a los pies de las grandes corporaciones. Unos medios que se han dado cuenta de que estamos dejando que piensen por nosotros y que nos pueden llevar a su terreno.
La novela contiene joyas como las que hay en las páginas 185 y 184 (sí, en ese orden). Os dejo un párrafo de los cinco que hay y que son como cinco puñetazos en la boca del estómago.
“Hay que tener hijos para llegar a perdonar a tus padres. Hay que pasar por donde ellos pasaron para llegar a entender. Sus inicios, sus decisiones, su manera de educarte o su ruptura, da igual. Nada de lo que te cuenten puede aproximarse lo más mínimo a lo que debieron hacer por ti cuando tú aun no tenías ni consciencia ni memoria para apuntarlo en tu discurso de agradecimiento vital. Es un cariño sin debe y sin haber. Es querer a fondo perdido.”
El Chisme es un relato que “suena a Risto”. Un Risto que se descubre escribiendo realmente bien. No vais a conocer a Risto viéndole en la televisión. No vais a saber qué piensa sobre política o la paternidad mientras veis Got Talent. Pero en la literatura siempre se abre una rendija hacia la mente del creador. Caminos escondidos, pasillos, puertas secretas. Yo a este señor no le conozco de nada y dudaba mucho que pudiera venderme algo, pero si os digo la verdad, ya me ha vendido el resto de sus libros.
En esta ocasión no os voy a recomendar que leáis El Chisme porque sea una obra maestra del género ni una novela que se te pega a las manos. Pero si queréis sentiros un poco menos ciegos y menos manipulables ya sabéis lo que tenéis que hacer. Y un mensaje a los haters de Risto y de este artículo (que los habrá): si sostenéis que Risto es el mayor manipulador de este país, no perdáis la oportunidad de que el mejor manipulador os dé una clase de manipulación.
Seguid despiertos.
Sed buenos.
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Autor: Risto Mejide. Título: El Chisme. Editorial: Espasa. Venta: Todostuslibros y Amazon
Gran crítica por tu parte, Gorka, pero, a no ser que nos hayan cambiado los protagonistas principales, el mío es Diego, que no Mateo (su amigo).