La escritora Viviana Fernández-Pico en el café La Bicicleta de Madrid. Foto: José María Plaza.
El deseo se cuela y es el protagonista de dos novelas separadas en el espacio y en el tiempo: El deseo, de la francesa Sophie Fontanel, y Sé por qué te miento, de la española Viviana Fernández-Pico. En esta segunda, el deseo funciona como fuerza vital, que nos construye y destruye al mismo tiempo, como obsesivo movimiento hacia el amor y hacia el triunfo. La novela francesa, a pesar del título, trata exactamente sobre la falta de deseo sexual —por hartazgo y banalización— y de lo provocadora que resulta esta postura en una sociedad tan sexualizada, por un lado, y sentimentaloide como la actual. Esos son los focos sobre los que gravitan estas dos novelas tan distintas.
La protagonista de Sé por qué te miento, Miriam, tiene independencia económica, pero una atroz dependencia sentimental; no sólo cuando era joven sino también ahora, que se ha convertido en una mujer adulta, madre y triunfadora. Y esa dependencia —siempre empujada por el deseo— marcará la evolución de su vida y hasta los pequeños gestos cotidianos. Por suerte, y no desvelamos nada porque la obra no es un thriller, la protagonista logrará salir de esa esclavitud del corazón —o del deseo—. Pero no las tiene todas consigo: «Y temo que no desaparezca nunca esta fatídica urgencia de ser y de sentir«. Con esta frase termina la novela, tras confesar unas líneas más arriba que «por fin me había liberado del angustioso miedo a ser flor de un solo día». Flor de un día en el amor, y flor de un día en el éxito o en el trabajo, ya que Miriam ha tenido que luchar desde muy joven para sobresalir, para ser mujer e independiente… Aunque esa admirable lucha tropezaba, y se trastabillaba, en cuanto surgían los sentimientos.
La obra es, finalmente, una dura crítica contra el amor romántico, “el estúpido amor romántico, el opio de las mujeres», como se lee. No se advertirá fácilmente, ya que la autora toma el envoltorio de la novela sentimental —o rosa— para dinamitarla despacio y desde dentro. El lector se deja arrastrar por las peripecias de la protagonista, tan fuerte en algunos puntos y tan débil cuando se trata del amor. Y al vivir la historia desde fuera, y con una cierta prevención, no entiende cómo Miriam se enamora de algunos hombres tan inconsistentes o que se deje engañar una y otra vez cuando llegan otros hombres que parecen perfectos.
La novela, escrita en primera persona, resulta cercana y animada; en ella abundan las frases felices —o para subrayar— sobre el amor, el deseo y la identidad, tres patas sobre las que se sostiene esta novela que, por cierto, resulta muy equívoca si uno la ve en la mesa de una librería: ni el texto de la contra —las primeras frases de la novela— ni la imagen de portada, ni siquiera el título, nos aproximan a lo que es, o lo que nos ha parecido— Sé por qué te miento. Esta es la tercera novela, tras Taradas y La voluptuosidad de la tristeza, de Viviana Fernández-Pico, escritora y empresaria de moda de éxito. No sabemos si los zapatos de tacón de la portada son un guiño profesional, aunque sí sitúan la historia dentro de la clase acomodada, la de chalet y piscina.
Una obra muy distinta es la novela de la periodista y escritora Sophie Fontanel, El deseo, que obtuvo un notable éxito en Francia y vendió cien mil ejemplares, aunque en España pasó desapercibida cuando se publicó hace nueve años. Aquí también hay una búsqueda de la identidad, pero mientras que en Fernández-Pico, Miriam sale al mundo y a los demás para encontrarse a ella, en El deseo la protagonista se aleja premeditadamente de los hombres para así, en la distancia y confundidos como género, contemplarlos mejor y, de paso, contemplarse a sí misma, volver a recuperar su verdadera imagen. Algo que no es fácil para ella y que les resulta difícil de entender a los demás, incluso a sus amigas.
Arrebatados del deseo, que no podrán cumplir de ningún modo, los hombres que no desertan de la compañía de la protagonista aparecen trasformados. Pueden ser más cínicos, más miserables, más simples o incluso más tiernos. «En cuanto se enteró de lo que yo no vivía se abrió a mí», se lee en una escena. Y es que alejados del depredador que llevan dentro, privados de la urgencia del sexo, los hombres se iluminan con una nueva luz y son otros los encuentros que tienen con las mujeres.
El deseo está escrita con una prosa que parece —solo parece— inmediata, pero está muy cuidada y con un buen tono. No es una novela, en el sentido más rígido de la palabra, porque apenas si hay argumento. El libro es, más bien, una sucesión de estampas de la vida de la protagonista desde que decide renunciar al sexo, y de cómo esta firme decisión afecta a su vida y a su vida social. También hay situaciones que no tienen nada que ver con el tema, pero sí con su cotidianidad. No es, por lo tanto, un libro para el gran público, advertimos. Es una obra reflexiva, con apuntes que la protagonista descubre y nos va trasmitiendo: «Desde que no hago el amor existen los cuentos de hadas. No necesitaba nada y lo inesperado me llegaba por sorpresa», «Me enteré entonces que una gran soledad sabe siempre hablarle a otra», «Yo, antes espejo de mis amigos, me había convertido en una forma borrosa», «Puedo atestiguar que es posible sufrir penas de amor sin amor»…
La protagonista no adopta su decisión por un mero capricho o por extravagancia, sino que «presa de los hombres desde la adolescencia», llega un momento en que el cuerpo, su cuerpo, que había dicho que sí demasiadas veces, se le rebela. Se le cierra. Y entonces empieza este libro de amor, porque, como se nos dice, «nuestra vida amorosa es lo que hacemos… y lo que dejamos de hacer«.
P.S.: Por cierto, la autora, Sophie Fontanel, según declaró en alguna entrevista, estuvo doce años sin sexo, desde los 27 a los 39 exactamente, «algo preferible a tener malas relaciones».
Zenda es un territorio de libros y amigos, al que te puedes sumar transitando por la web y con tus comentarios aquí o en el foro. Para participar en esta sección de comentarios es preciso estar registrado. Normas: