En esta serie de artículos reseño algunas de las películas más representativas, adaptaciones europeas de los años setenta. Traslaciones al cine de obras literarias de autores como L. P. Hartley, Arthur Conan Doyle o Anthony Burgess. Por supuesto, cada selección es subjetiva y arbitraria. No obstante, con ella, trato de dibujar un panorama amplio en el que se ve cómo escritores de épocas, estilos y ámbitos lingüísticos muy distintos han sido adaptados al cine de formas tan diversas como incluso antagónicas, en función de las poderosas personalidades de los cineastas que los han adaptado (en la mayor parte de casos siendo directores-guionistas): Losey, Wilder, Kubrick, Hitchcock, Mankiewicz o Fassbinder.
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La cruz de hierro
(Cross of Iron / Steiner: Das Eiserne Kreuz, 1977)
La primera película que el mítico Sam Peckinpah rueda en Europa, concretamente en Inglaterra, es la sensacional Perros de paja (Straw Dogs, 1972), que no incluyo en este libro por ser una coproducción entre Estados Unidos y Reino Unido. La cruz de hierro no sólo no le va a la zaga, sino que es incluso mejor. Siempre ha ocupado un lugar muy especial en mis preferencias, lo mismo que su desgarrado, fronterizo, inconformista y brillante director. Recordemos que rodó en EEUU cinco o seis obras maestras del western: Duelo en la alta sierra (Ride the High Country, 1962), Mayor Dundee (Major Dundee, 1965), Grupo salvaje (The Wild Bunch, 1969), La balada de Cable Hogue (The Ballad of Cable Hogue, 1970), Pat Garrett & Billy the Kid (1973) y Quiero la cabeza de Alfredo García (Bring Me the Head of Alfredo Garcia, 1974). El resto de su filmografía no está a la altura de las citadas, ni siquiera la célebre y trepidante La huida (The Getaway, 1972). Aunque rodó dos films más en 1978 y 1983, La cruz de hierro es su testamento cinematográfico, su único film europeo y el único bélico. O más bien antibélico. De hecho, a Orson Welles le gustó tanto el film que le mandó un telegrama a Peckinpah indicándole que era el mejor film antibélico que había visto en toda su vida (y había visto Senderos de gloria, de Kubrick). Comparto la opinión del genio.
¿Por qué incluir un film de Peckinpah en un libro de cine europeo? Porque la película es europea, en casi todos los sentidos, una coproducción de tres países europeos, producida por el alemán (especializado en softcore, porno blando) Wolf C. Hartwig, basada en la novela de otro alemán, Willi Heinrich y con un tema profundamente europeo, ya que la historia está enfocada desde el punto de vista del ejército del III Reich en el frente ruso de 1943, durante la II Guerra Mundial. Excepto por la presencia norteamericana de Peckinpah, de su amigo James Coburn (que interpreta al atormentado sargento Rolfe Steiner) y de Julius J. Epstein —coguionista de Casablanca— el equipo artístico es eminentemente europeo: austríacos (los actores Maximilian Schell y la voluptuosa Senta Berger, el compositor Ernest Gold), ingleses (el gran James Mason y David Warner), yugoslavos (el director artístico Veljko Despotovic, parte del equipo técnico y muchos secundarios) y un amplio elenco de actores alemanes, además del otro compositor, Peter Thomas, oriundo de Wroclaw, en Polonia. Además el rodaje fue en la Yugoslavia de Tito, entre Zagreb y Trieste, empleando material de guerra del ejército yugoslavo (en realidad tres tanques y poco más).
El enorme partido que Peckinpah saca de todo este heterogéneo material es sorprendente. Podría haber sido lo que Truffaut llamaba un grand film malade, pero es una obra excelente, abstracta, densa, funeraria, enajenada… refleja como casi ninguna otra la violencia física y, más aún, el vacío emocional. Cuando el capitán prusiano Stranszky ordena asesinar a sus propios compañeros para poder optar a la Cruz de Hierro, máximo galardón militar, un nudo se hace en el estómago ante semejante matanza ritualizada. Steiner, único superviviente, se encargará de llevarle al verdadero frente. La fragmentación espacio-temporal del tiroteo (el montaje de Peckinpah bebe siempre de Eisenstein) es escalofriante. Veo sangre a borbotones, injusticia, agonía. Y todavía resuena en mis oídos el grito seco, alto, desgarrado, “¡Steiner, demarcación!”…
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Dirección: Sam Peckinpah (Peckinpah Mountain, California, 1925 – Inglewood, California, EEUU, 1984). Guión: Julius J. Epstein, James Hamilton, Walter Kelley, a partir de la novela Das geduldige Fleisch, de Willi Heinrich. Fotografía: John Coquillon. Música: Ernest Gold, Peter Thomas. Dir. Artística: Veljko Despotovic. Montaje: Michael Ellis, Murray Jordan, Tony Lawson. Producción: Wolf C. Hartwig, Arlene Sellers, Alex Winitsky. Intérpretes: James Coburn, Maximilian Schell, James Mason, David Warner, Klaus Löwitsch, Vadim Glowna, Roger Fritz, Dieter Schidor, Burkhard Driest, Dieter Schidor, Burkhard Driest, Fred Stillkrauth, Michael Nowka, Véronique Vendell, Arthur Brauss, Senta Berger, Igor Galo, Ivica Pajer, Nedim Prohic, Vladan Zivkovic, Slavko Stimac. Nacionalidad: Reino Unido, Yugoslavia, República Democrática Alemana (RDA). Dur.: 133 min. / 119 min. (EE UU). Color.
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