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El Canijo de Jerez: “Si no hubiera tenido Los Delinqüentes, no sé qué hubiera sido de mí”

El Canijo de Jerez: “Si no hubiera tenido Los Delinqüentes, no sé qué hubiera sido de mí”

A Marcos Diego del Ojo Barroso (Jerez de la Frontera, 1982) le empezó a llamar “Canijo” su compadre Miguel Benítez: “Decía que yo estaba muy delgado: Quillo, ¡qué canijo estás! Porque en Andalucía canijo significa delgado, no pequeño, como en otras partes de España”. Forjado en El Pelirón, se crió en un hogar obrero en el que sonaban los Beatles, Triana e Isabel Pantoja. Hizo la comunión, fue costalero y “ya lo de la confirmación me la sudó”, porque “quería jugar a la pelota y, más adelante, hacer canciones y fumar porros”. Fundó con el ya citado Migue y con Diego Pozo El Ratón Los Delinqüentes, una coctelera garrapatera, fresca y contagiosa de rumba, bulerías, rock, funky y/o blues, según el caso. A grandes rasgos, palparon la gloria, murió el Migue, tiraron p’alante, se quemaron y el Canijo se independizó. Hace nueve años arrancó su aventura en solitario, compaginada con otros proyectos grupales —G-5, La Pandilla Voladora y Estricnina—. Le ha contado su vida a los escritores y músicos Kike Babas y Kike Turrón, dos tipos que saben y mucho de su materia, en El Canijo de Jerez: Garrapatero cósmico (BAO Bilbao Ediciones, 2021), un libro que es una entrevista larga, de unas 300 páginas, en el que diseccionan personal y profesionalmente, sin masajes y sin pornografía rosa, al autor de “La primavera trompetera”, “Hola, buenos días” o “Sentimiento de caoba”.

Aprovechando este lanzamiento, Zenda conversa con el Canijo vía Zoom: 

Canijo, a usted, ¿qué cosas le inspiran?

"Me gusta que las canciones tengan doble sentido. No sé… He hablado de todo. Hasta de religión"

—Me inspiran las películas de ciencia ficción. Al menos, mi último disco bebe mucho de la ciencia ficción, aunque parezca que no tiene nada que ver, porque muchas canciones son rumberas o son bulerías. El cine me inspira mucho. Saqué un disco que se llama La lengua chivata y me inspiré, por ejemplo, en Django desencadenado, de Tarantino. Mis películas favoritas son las de ciencia ficción… pero las buenas, ¿sabes? No la de los superhéroes. Por ejemplo, La llegada me encanta, Interstellar, 2001: Una odisea en el espacio Todas esas películas me inspiran. Aparte, supongo que instintivamente me inspiran el sol de mi tierra, la gastronomía, la gente, las estrellas, los cielos inmensos. Supongo que eso también está ahí. Bebo del arte, me leo libros que también me inspiran. Por ejemplo, los de Keith Richards, Ron Wood… Las películas y la música me inspiran mucho para luego yo crear mi propio estilo, claro.

—¿Sobre qué quisiera cantar y todavía no lo ha hecho?

—Hostias, pues… (piensa) Siempre he sido muy fan de los textos de Dylan y de los Beatles. Ellos siempre escondían mucho las cosas a la hora de hablar. “Mr. Tambourine Man” se supone que va de un camello… Siempre, mi compadre Migue y yo hablábamos de… Por ejemplo, en “El telescopio cósmico”, hablábamos de los presidentes y de los políticos, pero no queríamos ser tan punkis como Eskorbuto. Siempre hablábamos, por ejemplo, de extraterrestres. Supongo que me queda por cantar diciendo las cosas más por derecho, a lo mejor, sin tantos tabús. Pero no es tabú: es que me gusta que las canciones tengan doble sentido. No sé… He hablado de todo. Hasta de religión.

—¿Y sobre qué no cantaría en la vida?

"Aunque no crea en la monarquía ni en la política, al menos en la actual, no haría letras de poner bombas o francotiradores. No me gusta eso"

—No cantaría de algo que puteara a los demás o le hiciera daño a alguien. Bebo mucho del buen rollo, del amor, de la libertad. Los garrapateros somos así. No hablaría de ponerle una bomba a alguien debajo de un coche o de matar al Rey. Aunque no crea en la monarquía ni en la política, al menos en la actual, no haría letras de poner bombas o francotiradores. No me gusta eso.

—Se dice que “en Jerez hay más artistas que orejas”. ¿A qué cree que se debe eso?

—Jerez es como el Nueva Orleans de Andalucía. En Jerez hay muchos artistas y no sé por qué, la verdad. No sólo en Jerez: en Cádiz también. Lo que pasa es que Jerez es más flamenco y Cádiz es más del carnaval. Pero en Cádiz hay muy buenos artistas y muy buenos escritores: Manolito Santander, que en gloria esté, Juan Carlos Aragón, Martínez Ares, Paco Alba… Son, para mí, unos letristas maravillosos. En Jerez hay mucho arte. Manuel Alejandro es de Jerez, el gran compositor. Y Lola Flores, Tomasito… De los flamencos hay 500.000: Luis de la Pica, El Torta, Agujetas… Supongo que será por el flamenco, que se ha arraigado mucho, y también porque Jerez es un municipio muy grande y los gitanos no están solos en un núcleo: están esparcidos por toda la ciudad. No sé, esa es mi teoría (risas). En otros sitios, en Sevilla o en Córdoba, por ejemplo, los gitanos están en el polígono o en otro lao; en Jerez, los payos y los gitanos están supermezclados. Supongo que eso tiene algo que ver.

—Su abuelo materno, José Barroso, era bodeguero y escribía poemas. ¿Recuerda cómo eran los poemas de su abuelo?

—Eran poesías superbonitas. “Para mi nieto Marquitos, / al que quiero un montón: / este es tu dinerito”. Cosas así, muy simples y muy bonitas a la vez. Muy puras. Muy de Alberti a lo mejor. Hablaba mucho de las bodegas, del vino de Jerez, “porque el vino, la cepa…”. Todo muy fácil de entender y de leer.

—Como cuenta en Garrapatero cósmico, “la pasión musical me viene por mi padre y por mi hermano Paco”, quienes le ponían los Beatles y Pink Floyd.

"Mi madre me ponía Lola Flores, Marifé de Triana o Isabel Pantoja, que es su artista favorita"

—Entre otras cosas. A mi padre le encantaba todo lo que fuera rock español de los años 60: Los Bravos, Fórmula V, Los Ángeles… Después, un poquito más progresivo: Triana, los Imán-Califato Independiente, que es un grupo de rock progresivo de Jerez… Mi hermano me metió el rock en las venas. Venía con los discos de Metallica, Guns & Roses, Judas Priest, Iron Maiden… Mi madre no: mi madre me ponía Lola Flores, Marifé de Triana o Isabel Pantoja, que es su artista favorita.

—¿De dónde viene lo de “garrapatero”?

—“Garrapatero” es una palabra que se inventó mi compadre Miguel. A Miguel lo conocí en el instituto a finales del año 97. No estaba en mi misma clase, sino en la clase paralela a la mía. Entonces, vi que tenía una sudadera de Triana, un grupo que me gustaba mucho porque en mi casa sonaba desde siempre, y dije: “Hostia, que este chaval es de mi misma onda”. En mi clase, las niñas escuchaban a las Spice Girls, Backstreet Boys, OBK… Me fui con él, lo flipé y me fui a su campo a ensayar. Allí tenía muchos perros, todos eran pastores alemanes, y estaban llenos de garrapatas. Eran perros vigilantes del campo, ¿no? Y el Migue siempre se iba a quitarle las garrapatas. Había uno que se llamaba El Turco y era el perro que más garrapatas tenía. Le quitaba las garrapatas de las orejas, cogía un bote de Danone vacío y las metía, tío, todas las garrapatas (risas). Cuando yo iba a verlo a su casa, me decía: “Mira todas las garrapatas que he sacado del Turco. Yo soy el garrapatero, no paro de quitar garrapatas”. Yo me meaba de risa. Entonces, vimos una moto superguapa, una Mobylette, y le dije: “Mira esa moto garrapatera”. Y a reír. “Mira, los Chichos son garrapateros”. Y ya se nos quedó en nuestra jerga habitual.

—Los Delinqüentes crearon un lenguaje propio. En el libro cuenta que llegaron a “hacer un diccionario garrapatero” para que “la gente entendiera las cosas que decíamos en las canciones”.

"Nosotros hemos mamao mucho de Pata Negra, de Veneno. Todos los artistas y todo el mundo bebe de algo, ¿no?"

—Quillo, estuve buscando para el libro ese diccionario y no lo he encontrado. No sé si algún fan lo tendrá. Nos lo curramos. Lo sacamos en nuestra primera web y el diccionario tenía de todo. Muchas palabras no eran nuestras, estaban para que la gente entendiera cómo hablamos en Jerez de la Frontera. Por ejemplo, nosotros a las zapatillas de estar por casa las llamamos “babuchas”. O a una piedra la llamamos “pelote”. Esas cosas las incluimos en el diccionario, además de las nuestras. O cuando nos fumamos un canuto o uno se lo fumaba y no se lo pasaba al otro, decías: “Quillo, te lo mondas por las ramas”. Eso sí era de nosotros. Sí, era muy divertido eso de crear nuestra propia jerga y nuestro propio estilo. Nosotros hemos mamao mucho de Pata Negra, de Veneno. Todos los artistas y todo el mundo bebe de algo, ¿no? Pero si tú tienes algo innato dentro lo puedes sacar a relucir, que creo que es lo que nos pasó a nosotros. Empezamos a crear nuestro propio lenguaje. Creo que es lo bueno, corromperse por derecho después de tener un legado de lo que habíamos escuchado, claro.

—Si yo le digo “Los Delinqüentes”, usted me dice…

—El mejor grupo del mundo, el grupo de mi vida, el que me ha hecho ser como soy, el que me ha hecho ganar pasta, el que me ha hecho querer dedicarme a la música, el que me ha sacado de donde iba yo, porque yo era muy mal estudiante y me tuve que ir a vender claveles. He sido siempre muy golfo. Ya no, ya estoy un poquito más formal, pero si no hubiera tenido Los Delinqüentes, no sé qué hubiera sido de mí. Hubiera acabado en una cuneta muerto (risas) o preso. O de albañil, que me costó la vida una vez que fui.

—Y si le digo “Migue Benítez”…

"Mi compadre se fue en 2004 y sigo soñando con él. A la hora de escribir canciones, sigo pensando que es él quien las va a canta"

—Mi inspiración, la estrella que me guía. Es la luz que alumbra mi camino. Me fijo mucho en él a la hora de escribir canciones. Se fue con 21 años, muy jovencito, pero dejó un legado tan grande y una amistad dentro de mí… Date cuenta de que estuve con él sólo ocho años, del 97 al 2004. De los ocho años del Migue, los primeros cuatro lo recuerdo como un tío de puta madre, un tío que sonreía, alegre… Era mi hermano, mi mejor amigo. Y los otros cuatro años fueron más de calvario, más pesadilla. El Migue entró en un brote psicótico bastante importante. Ahí vimos el declive de nuestro amigo. Me acuerdo mucho de esa época: Los Delinqüentes empezamos a triunfar, sacamos el disco, pero el Migue, tío, estaba ahí malamente, y me daba mucha pena que el pobre no pudiera vivir ni sentir lo que estábamos viviendo y sintiendo en ese momento, que era todo alegría, subidón, mientras veíamos que nuestro compadre no estaba bien del todo. Mi compadre se fue en 2004 y sigo soñando con él. A la hora de escribir canciones, sigo pensando que es él quien las va a cantar. Así que yo creo que me acompañará toda mi vida. Lo sigo sintiendo más que nunca, vamos.

—¿Cuándo supo que Los Delinqüentes no darían más de sí?

"Cuando Migue falleció, estábamos todos como pollos sin cabeza, no sabíamos qué íbamos a hacer"

—Me di cuenta mucho antes de separarnos. Cuando Migue falleció, estábamos todos como pollos sin cabeza, no sabíamos qué íbamos a hacer, discográfica incluida. Yo era el más joven del grupo y no tenía ni idea de qué iba a pasar. Sí tenía claro que me quería dedicar a la música y seguir haciendo canciones, que era lo que me inspiraba. Entonces, nos pusimos de acuerdo tanto discográfica como nuestro productor, el Pelayo, y decidimos tirar para adelante. Yo no era el cantante de Los Delinqüentes. Yo era más compositor que cantante, aunque en cada disco cantaba dos o tres canciones, pero yo nunca he sido buen cantante: he sido, más que nada, compositor. Hicimos un casting para meter a alguien en el grupo y vimos que eso no funcionaba. Nadie iba a suplir al Migue. Entonces, Javier Liñán, de la discográfica, dijo: “Oye, ¿para qué vais a meter aquí a un cantante, si tenéis al Canijo?”. Siempre le estaré agradecido. Cogí al toro por los cuernos, empecé a cantar, sacamos un discazo, que es El Verde Rebelde vuelve, un disco, además, homenaje al Migue, nos unimos todos y pegamos un pelotazo con El Verde Rebelde vuelve: vinieron Kiko Veneno, Raimundo Amador… Después, la discográfica, para seguir manteniendo ese pelotazo, a raíz también de la muerte de Migue (desgraciadamente, en este país, se tiene que morir uno para que te hagan caso), sacamos un recopilatorio. Entonces, era todo vino y rosas, venga conciertos, no parábamos de tocar. Después, sacamos un disco un poquito más oscuro, Bienvenidos a la época iconoclasta. Ya teníamos las ideas más oxidadas. Ahí empezamos un poquito a no querer hacer barbacoas entre nosotros. Yo creo que una banda, para que funcione, tiene que estar junta las 24 horas del día, salir juntos de fiesta… Como se convierta en una obligación, en un trabajo, se pierde la chispa, la magia, el brillo de los ojos. Y a nosotros nos pasó eso. Desde, más o menos, 2009-2010, empezó el declive: nos peleábamos mucho entre nosotros, no queríamos salir unos con otros, nadie se quería poner en la habitación con otro. Éramos 16 tíos en carretera y, en líneas generales, siempre había alguien peleándose con otro. Después, para limar asperezas y quitar esa mierda de oscuridad turbia, se me ocurrió meter a Tomasito en el grupo. Fue como cuando los Beatles llamaron a Billy Preston. Tomasito limó un montón de asperezas: un tío muy enrollao, nos reíamos mucho con él, no sacábamos las miserias delante de él por educación y respeto… Pero eso duró muy poco tiempo. En 2011 sacamos una reedición del décimo aniversario de nuestro primer disco, con maquetas inéditas. Hicimos una gira del décimo aniversario, y nos acordábamos mucho de Migue, lo teníamos detrás, en las pantallas, y faltaba chispa y magia. Yo me sentía ya más fuera que dentro. Necesitaba una motivación. No me salían canciones. Nuestro productor, el Pelayo, quería abrir nuevos horizontes y buscar otros compositores, cosa con la que yo no estaba de acuerdo, porque era el compositor de la banda y decía: “Hostia, ya no me dan ni el sitio de compositor”. Entonces, fui apartándome un poco y fue el detonante para decir: “Quillo, ¿por qué no me embarco en mi carrera en solitario?”.

Kike Turron, Canijo y Kike Babas. Jerez 2021

—Hace nueve años, publicó su primer disco en solitario, El nuevo despertar de la farándula cósmica. Y, desde entonces, ya van cuatro álbumes como El Canijo de Jerez.

"Estoy ahora mismo en autogestión y autoproducción. Creo que incluso gano más dinero de lo que ganaba antes"

—Han sido nueve años de aprendizaje constante. Sigo aprendiendo todavía. Cuando empecé, me dio mucho vértigo. No sabía qué iba a ser de mí: “Tío, ¿estoy haciendo bien, estoy haciendo mal? Estoy dejando el grupo que me ha reportado fama, conciertos, viajes…”. Pero tenía algo dentro de mí que era querer valerme por mí mismo, querer producir mis discos y ser el jefe de mis ideas, aunque suene egoísta. Entonces, me embarqué en solitario, me junté con un buen equipo de gente. Primero fueron Los Fumadores Galácticos, donde estaban Juanito Makandé y Pedro Pimentel, que me han echado un cable que te cagas. Después, Juanito Makandé empezó su carrera en solitario y le fue de puta madre, y yo me fui con Pimentel. Y lo primero fue picar piedra. Picar muchas, muchas piedras. Iba a Bilbao, a la Sala Rockstar: con Los Delinqüentes la petábamos, se quedaba gente fuera, la cola de gente daba la vuelta; en solitario, vinieron a verme ocho personas. Imagínate. Pero tenía tan claro lo que quería hacer que me puse a picar piedra. Me iba por chiringuitos, no ganaba un duro, hacía algunos conciertos solo con la guitarra, y a piñón. Con el segundo disco, sacamos el single “Hola, buenos días” y fue un pelotazo. Lo cogieron para un anuncio de Canal Sur. En los festivales, se notaba ya… las nuevas generaciones que no conocían a Los Delinqüentes cantaban mis canciones… Al final, me está reportando pasta y la verdad es que estoy muy contento, tío. Me fui de la multinacional, me he montado mi propio sello, Volar sin Alas, he montado mi propia compañía de management con Belén, mi mujer, y es la que me cierra los conciertos. Estoy ahora mismo en autogestión y autoproducción. Creo que incluso gano más dinero de lo que ganaba antes. No me puedo quejar. Aparte, puedo hacer lo que quiera, puedo poner los pies encima de la mesa, puedo fumar…

—Al final de Garrapatero cósmico, se menciona su participación en la canción de Kike Babas “Yo quiero ser un mena” y se pronuncia sobre Vox: “Viendo el ascenso que ha tenido y la cantidad de españoles que les apoyan, me echo las manos a la cabeza y veo que, verdaderamente, vamos para atrás”. ¿Le preocupa el ecosistema político patrio?

—Sí, me preocupa bastante. Por las cosas que dicen. A ver, el discurso de Vox me molesta porque llevamos muchos años luchando, por ejemplo, por la eutanasia, el aborto, y quieren abolir cosas que son de cajón. Eso me echa un poco p’atrás. Pero tampoco estoy muy conforme con cosas de Podemos. Creo que todos los políticos tienen algo que me gusta y que me disgusta. La política es necesaria, hay que estar informado de ese tipo de cosas, pero me disgusta la cantidad de tonterías que se dicen, la cantidad de insultos. Supongo que será la estrategia para gobernar: tener que insultar y esas cosas. Sí, sí, me molesta mucho el fascismo que todavía queda. Y la gente anclada en el pasado: que si Franco, que si las cunetas… yo qué sé, tío. Creo que hay que mirar adelante. Me da mucha pena que haya gente en las cunetas, que no se haga justicia, que haya todavía calles de fascistas, pero tío, es que tenemos que mirar adelante. Es que como nos pongamos así, no vamos a salir nunca del pasado. Lo mejor es resetear y empezar de nuevo. Es lo que deberíamos hacer. Lo que pasa es que es muy difícil. Al final, manda el dinero, los intereses… y poco más.

—¿Con qué ojos mira su futuro?

"Me gustaría hacer muchas cosas. Incluso juntar a Los Delinqüentes y hacer algo"

—Tengo mucha incertidumbre. He vivido varias vidas: la primera, que va desde que nací, toda mi infancia, el colegio, hasta que conocí a Migue; la segunda, que va desde la formación de Los Delinqüentes, el disco de oro y la muerte de mi compadre Migue, hasta la separación del grupo; ahora, estoy viendo mi tercera vida, que es mi carrera en solitario. Y no sé qué hacer. Me gustaría hacer muchas cosas. Incluso juntar a Los Delinqüentes y hacer algo. Me gustaría seguir sacando discos en solitario con mi banda, que es la mejor banda que he tenido. Creando arte, de alguna manera. Por ejemplo, ahora he grabado una película con Gonzalo García Pelayo, mítico productor y director de cine andaluz de los 70. Ha hecho grandes películas vanguardistas de serie B, como Corridas de alegría, Vivir en Sevilla, Manuela, que es una película mítica… Me llamó y he hecho la película con él, protagonizándola, además. Aparte, el libro me parece un camino paralelo a la música, y me está gustando bastante este tipo de cosas. Me gustaría, incluso, hacer una novela.

—¿De qué iría esa novela?

—Me gustaría que fuera de ciencia ficción o de terror, que son los dos géneros que más me gustan. Ya te he dicho: soy un flipao de la ciencia ficción y del cine de terror, pero del cine de terror bueno: El exorcista o Hereditary son películas que me inspiran un montón. Te dejan pensando muchos días. No sé cómo lo encajaría, pero tengo algunas ideas, algunos bocetos. Stephen King es mi escritor favorito.

—Ahí comulgamos.

—Stephen King me encanta, compadre. Sobre todo las primeras novelas. Bueno, yo me he leído todos los libros de La torre oscura. Me he leído casi todo, tío: El resplandor, Carrie, La tienda, Duma Key… me he leído 500.

—Para finalizar: ¿cómo se siente uno al saber que es carne de libro, que su vida merece ser escrita?

"Nosotros no hemos lanzado televisores por la ventana, pero sí ensaladillas, tortilla de patatas…"

—Para mí ha sido un sueño cumplido. Siempre pensé que alguna vez escribiría un libro, lo que pasa es que con 80 años, cuando ya se pueden decir cosas de la gente sin que nadie se enfade contigo. Pero han venido Kike Babas y Kike Turrón, que son dos periodistas legendarios: tengo sus libros sobre Leño y sobre Siniestro Total. Estando de gira, lo que más leo son libros de músicos: Life, de Keith Richards; Memorias de un Rolling Stone, de Ron Wood, es de mis libros preferidos; Eric Clapton me parece un tío un poco pesimista, porque ha tenido muchos problemas con el alcohol y las drogas, pero también lo leo. Como Neil Young. Y el de Robbie Robertson también me encanta. Bueno, y hay un libro sobre el punk que se llama Por favor, mátame que es de mis libros preferidos también. Entonces, leyendo estos libros, he visto que lo que hacen estos artistas no es muy diferente a lo que hacíamos Los Delinqüentes. Nosotros no hemos lanzado televisores por la ventana, pero sí ensaladillas, tortilla de patatas…

—¿A los de Operación Triunfo, no?

—(Risas) Les tiramos los bocadillos del catering. Estaban Bustamante, Bisbal, Rosa… Luego, una vez enseñé el culo en Marruecos y me declararon persona non grata en Marruecos y se me cayó una gira por ello. Otra vez fuimos a un concierto de los Rolling Stones, dejé la furgoneta aparcada al lado de la embajada de EEUU y vinieron los artificieros, incluso, porque no veas. Esas historias son muy parecidas a las de los artistas que yo he leído. Entonces, me siento superidentificado y sé que tengo historias que son dignas de ser contadas. Esta oportunidad me ha venido de la mano de esta gente y no me he cortado un pelo, la verdad. Yo tengo todavía a mi padre y a mi madre vivos, y me da mucho apuro, mucha pena que lean las cosas que he soltado en el libro. He hablado de las drogas sin ningún tabú, ¿sabes? Y no sólo de las drogas: de la muerte de mi compadre Miguel… Son temas delicados que un chaval no puede leer, pero son momentos que me han acompañado en mi vida y no me he cortado un pelo a la hora de contarlos. Y mola que estén contadas estas historias para el día de mañana. Por lo menos, para que la gente vea la verdad del grupo y de mi carrera musical y artística. Y no sólo: porque también hablo de mi vida personal.

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