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Javier Santamarta: «Hoy vivimos en la España de Schrödinger: existe y no existe a la vez»

Javier Santamarta: «Hoy vivimos en la España de Schrödinger: existe y no existe a la vez»

Javier Santamarta —autor de Siempre tuvimos héroes y Siempre estuvieron ellas— publica Fake news del imperio español, una revisión, llena de sarcasmo, que pone en evidencia el sectarismo hacia la historia de España. Santamarta, politólogo y experto en Ayuda Humanitaria, Geopolítica, UE y Protocolo, explica en su obra que el uso de imágenes y de publicaciones para minar la reputación de un país no son nada nuevo. El autor realiza en este libro un buen repaso sobre todas aquellas fake news que, desde que España se convirtió en una principal potencia, se vertieron sobre su imperio y su gobierno.

—A ver Javier, cuéntame lo de esa portada tan llamativa de tu nuevo libro.

—Pues es sencillo. Más o menos a todos nos suenan algunas portadas atrevidas como las de las revistas Mongolia o El Jueves, en fin, imágenes o composiciones cachondeándose de alguien, y tendemos a pensar, sobre todo los más jóvenes, que eso es muy actual, pero realmente es viejo de siglos. Por eso decidí que la portada de mi Fake News tenía que ser otra fake news pero gráfica, así que basé la idea en un grabado anónimo del siglo XVI en el que se ve al duque de Alba comiéndose a bocados a dos niños belgas como si fuesen sendos döner kebabs, mientras en el suelo quedan esparcidos decenas de cuerpos destrozados, cabezas cercenadas y serpientes inquisitoriales. Qué mejor imagen para un libro sobre falsedades históricas que la actualización de aquella mítica y bárbara recreación.

—Queda clara la imagen de la portada, pero yo tengo una duda: ¿por qué el uso de un anglicismo para el título de un libro sobre España?

"Mi libro realmente intenta ser sarcástico, intenta ir más allá, cachondearse de sí mismo incluso en el propio título"

—Precisamente porque es la manera irónica de denunciar algo que ahora nos parece muy moderno, muy cool, como si fuera una novedad. Pensamos que la política, la historia o las campañas en redes son novedosas porque la tecnología las hace novedosas, pero lo cierto es que siempre ha habido este tipo de cosas. En la misma portada del libro recurro a los términos españoles, subtitulando con “Embustes y patrañas negrolegendarias”, e incluso en varias ocasiones recurro a la expresión académica que tanto me gusta para las fake news: “paparruchas”. Pero es que, en realidad, fake news es un concepto que en los últimos años se está completando con matices conceptuales, y uno de ellos es “mentir, pero con pretensión de verdad”. De ahí mi interés en titular así, unido además al hecho paradójico, como bien decías, de tratarse de una historia de España. Pasamos entonces de la ironía al sarcasmo, que es la ironía despiadada. Mi libro realmente intenta ser sarcástico, intenta ir más allá, cachondearse de sí mismo incluso en el propio título.

—¿Somos cada día más serios, o es que nos hemos vuelto menos tolerantes con el humor?

—Pues no lo sé. Lo importante parece que tiene que hacerse de una manera grave, pero es que una cosa divertida no tiene que implicar la renuncia al rigor. La diversión ha pasado a un segundo plano, y me temo que eso ha ocurrido a muchos niveles, incluido el literario. Leer hoy a un Wenceslao Fernández Flórez, a un Chesterton o a un Jardiel Poncela la gente entiende que es algo poco serio. A mí me gusta comparar la idea de este libro con el uso de una especie de espejo valleinclanesco para desvirtuar la realidad de manera que cuando nos reflejemos en él nos podamos reír de esa imagen distorsionada de nuestra historia.

—¿Hay que tomarse con humor nuestra historia?

"La catarsis que supone reír nos salva"

—Todo lo que verdaderamente es importante en la memoria puede e incluso, si me lo permites, debe ser tratado con humor. La catarsis que supone reír nos salva. Mira, la obra más impresionante, desde mi punto de vista, de la producción de Pérez-Reverte, que es uno de nuestros más importantes escritores de novela histórica, es ese relato breve titulado La sombra del águila. Es un ejercicio magistral del humor literario más difícil que hay: reír de la muerte; de la desesperación, del sufrimiento. Y no es tarea fácil, pues el escritor no pretende en ningún momento que el lector se ría de los soldados, sino con ellos. Y por supuesto, lo consigue. Pero me desvío; en cuanto a tu pregunta, me remito a la primera frase que incluyo en mi libro tomada de las Sátiras de Horacio: “¿Qué impide decir la verdad riendo?”.

—Eso me lleva a la siguiente pregunta. Este libro mezcla con gracia y libertad el español, el latín y el inglés. ¿Es usted partidario de una panlengua del futuro, un batiburrillo como la lengua de germanías?

"Las lenguas tienen una vida rica, mestiza y singular"

—Es que finalmente será así. Todas las lenguas acaban convirtiéndose en eso. “El castellano es el latín mal hablado por los vascones”, recuérdalo. Es que la lengua es algo vivo; el castellano de la época alfonsina, por ejemplo, nada tiene que ver con el español de hoy. El ladino, la jerga de germanías, la mezcla de los barbarismos, germanismos, anglicismos, préstamos, adquisiciones, pérdidas, adaptaciones… Las lenguas tienen una vida rica, mestiza y singular.

—¿Se puede hablar hoy, tal y como están las cosas, de la historia de España en serio?

—No. Todo nos ofende. Las redes sociales han llevado el malhumorismo español a un extremo muy peligroso. Los grandes temas como la política, el sentimiento nacional, la religión, están vetados para el humor. Yo siempre cuento que uno de los libros que más me han divertido de los últimos tiempos es el del gran Eslava Galán, El catolicismo contado a las ovejas, y me lo pasé tan bien precisamente porque yo soy católico. Comprender y participar de esa retranca y ese humor del escritor volcado en contar algo en lo que yo creo profunda y sinceramente: ese es el punto. Pero me temo que no va a ser posible seguir en esa línea, pues se están perdiendo las claves para podernos reír con inteligencia.

—Hablando de risas, no tengo más remedio que preguntarte por la tesis de tu libro: ¿Existe o no existe España?

—Pues esa es una muy buena pregunta. Realmente, escribiéndolo, me he encontrado con que la mayor fake news no era la Inquisición, ni el genocidio, ni la bestia negra de Felipe II, sino el hecho de que España no existe. Y no es una deducción mía, es una afirmación que hacen historiadores como José Álvarez Junco, por citar alguno. Y también políticos y gente de a pie, en las redes. Y se quedan tan anchos. Es algo tan vil y tan absurdo que nos lleva a lo que he venido en llamar en este libro “la España de Schrödinger”: existe y no existe a la vez, según para qué cosas. Si hablamos de las Leyes de Burgos, la Controversia de Valladolid, las Cortes de León, en fin, todo lo bueno que hizo nuestro país anticipándose a otros países, no. Eso no lo hizo España. Ahora bien, si se habla del genocidio “español”, la Inquisición “española”, el saqueo de Amberes y la “furia española”, ahí sí, claro.

—¿Pero entonces la Leyenda Negra es fake news?

"Hemos llegado hasta este momento en el que los 40 años de Franco se han convertido en los 2.500 años de historia de España desde Argantonio"

—La leyenda negra fue una campaña propagandística exitosa. Sirva de ejemplo uno de los cuadros más famosos de la reina Isabel de Inglaterra, The Armada Portrait, en el que se ve cómo la Armada española fue derrotada. Nadie recuerda que la guerra la vencimos los españoles. Y muy pocos saben que poco después, en 1589, los ingleses sufrieron un vergonzoso desastre naval propio. Ese año, Drake dirigió un ataque conocido como la Invencible inglesa o la Contraarmada, con el objetivo de destruir el resto de la flota de Felipe mientras ésta estaba en reparación en Santander, y fue un auténtico desastre en el que murieron 15.000 ingleses, perdiéndose muchas de las naves usadas en el ataque. Es como decir que Inglaterra, derrotada en Dunkerque, perdió la Segunda Guerra Mundial. Es absurdo. Pero claro, la imagen prevalece en la memoria gracias, únicamente, a la insistencia de los que insisten, valga la redundancia, en sus victorias, mientras nosotros, los españoles, nos dedicamos a olvidar o manipular nuestra historia, victorias incluidas. Y poquito a poquito hemos llegado hasta este momento en el que los 40 años de Franco se han convertido en los 2.500 años de historia de España desde Argantonio. Vivimos, como decía Pedro Insua, en “Francoland”.

—Citas a muchos historiadores con nombres y apellidos en tu libro. ¿Haciendo amigos?

—De alguna manera ellos me han hecho el libro, y yo lo agradezco. Ha habido incluso algunos historiadores cuyas nuevas publicaciones me han hecho retrasar la salida de mi libro, porque contenían unas afirmaciones históricas tan jugosamente ridículas que en varias ocasiones he tenido que pedir a mi editor que me permitiese revisar el manuscrito para incluirlas.

—¿Es suficiente hoy con escribir un libro, o es necesario, para vender, montar esos eventos que montas con tanto éxito, como la reciente jornada «Leyenda Negra 2.5» en El Escorial?

"Despertar polémica… ¿por qué no? La polémica es sana"

—Desgraciadamente, eso de que “el buen paño en el arca se vende” ya no es así. El panorama ha cambiado muchísimo. La gente necesita que le despierten la curiosidad, y además busca otros métodos para informarse, más breves, más sencillos. Precisamente por eso quería que este libro no fuese extenso y que estuviese organizado en capítulos breves que, eso sí, se acompañan de una bibliografía ad hoc para cada tema, de manera que el lector que tenga ganas de más cuente con la posibilidad de informarse y la facilidad de acceder a otros libros y otras miradas. Esa es la misión de la divulgación.

—¿Qué buscas con este libro: polémica, diversión, didáctica, lectores…?

—Yo quería hacer un libro que no fuese otro libro más sobre la leyenda negra, un libro con el que la gente se lo pasase bien, disfrutara, se entretuviera, despertara su curiosidad por leer otras cosas. Despertar polémica… ¿por qué no? La polémica es sana.

—Entonces, ¿cómo ves el pasado de España?

"El día a día del patriotismo es recordar con dignidad y rigor lo que fuimos"

—Pues lo veo cada vez mejor, porque cada vez hay más gente con ganas de conocerlo, y eso antes no ocurría así. Se venden más libros de historia y la novela histórica está pasando por un momento dulce. También hay hambre de series sobre la historia de España, aunque es verdad que a eso todavía no le hemos cogido el punto.

—Quiero terminar haciéndote una pregunta que no le puedo hacer a casi nadie, por temor a que no entiendan. Pero a ti sí puedo, pues compartimos desde hace tiempo, amistad, risas y lecturas: ¿tú qué estarías dispuesto a hacer por España?

—Anda. Venga. Así, en crudo. La pregunta facilita para el final, ¿no?… (Risas). Bueno, a estas alturas, no es una cuestión de dulce et decorum est pro patria mori. El día a día del patriotismo es recordar con dignidad y rigor lo que fuimos. Eso es una cosa que no les gusta nada a quienes atacan esta manera de entender la historia. Ese plural “nosotros fuimos; nosotros ganamos” lo odian. Y me voy a poner serio por una vez, pero es que ese “nosotros” es la clave, pues somos un constructo evolutivo de lo que ha sido España desde Argantonio. La dinámica de diversidad que tenemos y que nos enriquece es lo que he pretendido buscar y reflejar en mis libros, destacando a hombres y mujeres de nuestra historia o riéndome y haciendo que el lector se ría de la leyenda negra y sus barbaridades. Ojalá cada día seamos más “nosotros”.

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