Primavera del 2004, Javier Puebla acaba de ganar el finalista del Nadal y se pasa el día y la noche, sobre todo la noche, celebrándolo. Acaba de salir de un bar camino de otro, cuando el poeta que camina a su lado, Enrique Mercado, le dice que debería aprovechar el momento, el subidón, para escribir otro libro. Puebla se detiene en seco. Tiene razón Mercado, aunque tampoco es cosa de irse corriendo a casa a darle a la tecla: la noche es todavía escandalosamente joven.
La novela se escribe sola y cada día antes de continuar avanzando Puebla repasa y corrige y —cree que— mejora lo anterior. El método es absurdo, y al final del libro necesita de cuatro o cinco horas de trabajo diarias como aperitivo. Es un poco excéntrico y asilvestrado, el señor Puebla.
Técnicamente la novela está dibujada con dos voces muy distintas, la de Traum, de frases muy cortas y vocabulario minimalista, y la de Sañudo, fraseado florido y ampuloso, con palabras poco usuales y hasta inventadas. La voz de Sañudo ocupa la primera mitad de la novela, y la voz de Traum la segunda, aportando una nueva luz a lo contado por el primer narrador, haciéndolo parecer en ocasiones completamente distinto.
Este proceso lleva al autor un par de años, y por avatares diversos la publicación de En mi mentira, primer título del libro, se va demorando, y Puebla decide dejarlo en el cajón. Años después lo coge y decide dividir las torres, la torre de la voz de Sañudo y la torre de la voz de Traum, en apartamentos, e irlos intercalando. Se mete, el muy irreflexivo, en un lío de tres pares de jacintos: los edificios de texto tienen diferentes alturas y sólo a un iluminado se le habría ocurrido mezclarlos. Acaba consiguiéndolo, y catorce años después del primer borrador la novela está acabado de nuevo. Aún se titula En mi mentira, aunque también baraja el título alternativo de Mi mejor amigo.
Pasa otro año, los editores tardan en responder, aunque hay ya un acuerdo verbal de publicación, y Puebla piensa que no, que él ha cambiado y el final es mejorable. Y se arremanga de nuevo para luchar con las teclas. Esta vez se queda contento, incluso orgulloso del resultado, y su editor también. Pero el título… En mi mentira ya no es del todo adecuado, y Mi mejor amigo es demasiado genérico, y quizá sería mejor algo diferente: Es extraña la amistad.
Puebla manda un centenar de guasaps a amigos con los tres títulos, para que elijan, y al final gana el que puede leerse en la cubierta del libro, aunque por muy poca diferencia sobre En mi mentira.
Habría mucho más que contar en un proceso tan largo, como los paseos que no pudo darse con su padre a sabiendas de que ya eran casi los últimos, pero creo que —para quien esté interesado— lo mejor es comenzar a caminar por las páginas de Es extraña la amistad. “Más oscuro que el Tom Ripley de Patricia Highsmith” escribe José Ángel Mañas en la portada del libro, y Luis Alberto de Cuenca remata afirmando: “Un thiller trepidante, insólito y difícil de olvidar”.
El largo trabajo del escritor por fin parece haber concluido.
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Autor: Javier Puebla. Título: Es extraña la amistad. Editorial: Algaida. Venta: Todostuslibros y Amazon
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