Mariela Peña es una escritora, correctora y redactora nacida en Florencio Varela, Buenos Aires, Argentina, en 1987. Es autora de la editorial argentina Quipu y trabaja como correctora desde el año 2009. Ha realizado trabajos de corrección para importantes editoriales jurídicas argentinas desde entonces hasta la fecha. Desde el año 2017 realiza talleres de lectura y escritura creativa en diferentes puntos de Argentina y de Uruguay, dentro del marco de las Ferias del libro y eventos culturales afines y, también, en colegios secundarios y bibliotecas. Ha publicado ¡No creas todo lo que digo! (Quipu, 2017), ¡No creas todo lo que ves! (Quipu, 2018) ¡No creas todo lo que escuches! (Quipu, 2020) y está trabajando en su primer poemario que saldrá a la luz en el mes de junio.
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Sí, pero no.
Andate.
Por favor,
Volvé.
Hoy estoy mal, mañana estaré mal, también;
pasado, me sentiré mejor que nunca.
En el medio, soplos de más o menos.
Dame ese beso que me aburrió.
Te doy el mío que no recuerda tu nombre.
Lloramos todos los rincones
y las cosas de la casa.
cama, ducha, balcón, tacita
Nos morimos de risa,
Resucitamos en el dolor.
No estamos locos:
todo empieza a temblar
cuanto tiene que caer.
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No busques debajo de la cama.
Ahí no hay cuchillos, ni ropa sucia,
ni gato agazapado.
Si enciendo la luz verás que todo desparece.
Que no hay nada en esta habitación abandonada.
No queda nadie, ni siquiera nosotros.
Ninguna de las sombras
de lo que fuimos.
El perdón tampoco está.
Ni el tuyo, ni el mío
y este silencio, te juro,
no lo elijo.
De nuestra cama saldremos
en cuclillas,
así la iremos despidiendo.
Nos arrastraremos por cocina,
el baño y el comedor.
Vamos a deslizarnos
sobre el vómito liberador
de este sinceramiento,
porque las verdades
siempre se dicen al final,
cuando ya no sirven para nada.
Dejaremos abierta
la puerta de entrada
porque no vamos a volver.
Lo sabemos.
Muy pronto acá quedará
un vacío infinito
sobre una estructura edilicia bien iluminada
en un barrio bello del centro
que, muy pronto, olvidaremos
dónde queda.
Será cruzando el jardín
cuando nos miremos a los ojos
por primera vez en mucho tiempo.
Nos reconoceremos en el pasto
y en todas las plantas que no se nos murieron.
Vamos a despedirnos
con el adiós en abstinencia,
la boca sin verbo, la piel asustada.
Acá, en esta caverna inalámbrica dejaremos el plural,
el alma, las promesas incumplidas.
Todas las que nos hicimos.
Todas las promesas.
Dejaremos, también, el tedio mortal
tirado en la cama que solo ensuciamos y humedecimos
pensando en otras personas.
No importa el desorden,
no importa que se arrugue;
no vamos a volver.
Darse cuenta
es sin retorno.
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Te gusta
mucho.
Te encanta.
En una de esas
sí, ¿no?
Te gusta
mucho
Te encanta.
Y en la víspera
del encuentro
te decepciona
se afea
te hace retroceder.
Ningún no
se habita porque sí
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Cómo se dice
que todas las noches voy a tus fotos
a recorrerte con mi caricia stalker
que supongo tu pelo
y siento su perfume en mis manos
que me gustas tanto
que jamás te likeo
que me encanta tu mundo
que quisiera habitarlo
Qué es esta mezquindad
de no decirte
de no querer que te enteres
de todas las cosas lindas que pienso de vos
que me las guarde para mí sola.
Cómo se explica
este deseo silencioso
tan parecido a quererte
y a que me des miedo
a la vez.
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