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5 poemas de ‘Tierra bajo las uñas’, de Candela de las Heras

5 poemas de ‘Tierra bajo las uñas’, de Candela de las Heras

Candela de las Heras (Benidorm, 1994) es graduada en Lengua Española y sus Literaturas y tiene un máster en Formación del Profesorado por la Universidad de Oviedo. Su poemario La senda recorrida (Ediuno, 2015) resultó merecedor del V Concurso Literario que convoca la misma universidad. Sus poemas han aparecido en las antologías Diversos (Círculo Cultural de Valdediós, 2015), Mucho por venir (Ediciones Maremágnum, 2017) y Los últimos del CC (Luna de Abajo, 2020), y en publicaciones como Maremágnum o Estación Poesía. Asimismo, han sido traducidos al portugués en Por falar contigo (Edições Colibri, 2019). Desde 2017 coordina la revista de creación y crítica literaria Anáfora junto a Pablo Núñez.

Zenda adelanta 5 poemas de su último libro, Tierra bajo las uñas (Ediciones Trea).

***

EMILY

Una noche tu padre se cuestionó la fe;
no creemos en Dios ni en el Estado
pero si apilamos los libros
podemos construir una casa sin miedo.

Niña, ¿cómo aseguras que la Tierra es esférica?
No la has visto ni nunca la verás.
Imagina que vives en un tiempo
donde son recogidos los frutos con paciencia.
¿Podrías demostrar su redondez?

El fuego es nuestro centro las palabras
son escasas y no sabemos cómo
tocarnos ni buscar nuestro placer
Ahora nos ven y nos acusan
de ser esclavos del error
Vivimos porque nuestra fe ha brotado
de la penuria de la parturienta
La tierra engulle todas las preguntas
posibles que podríamos hacernos
Mi destino es la resistencia
comparto los deseos animales
Ah pero soy distinto yo levanto la piedra
perfecciono la piedra cuento historias
mi cuerpo es mi instrumento no se puede
fallar si el mundo es nuevo yo soy el creador.

Te miro y al hacerlo me doy cuenta:
su pregunta es el máximo regalo.
Papá sabe que existes, te hace caso.
¿Cuánto tiempo serás feliz?
Sonríes divertida pero tus ojos lucen
inconmensurables, añiles,
igual que el horizonte guardando tu secreto.

***

LA BÚSQUEDA

No estoy para prodigios ni para quienes quieran
tapiar mi boca con un puñado de algas:
amanece, eso es todo.

M.ª Victoria Atencia

Nosotros no nos parecemos.
Cuando se piensa mucho es posible encontrar
extrañas coincidencias y síntomas comunes
incluso en un puñado de sal que cae al suelo.
Toda mi existencia entre el momento de la expulsión
y este instante, que no es sino una pérdida;
promesa descuidada, flujo incesante de agua.
¿Pero por qué?
Solo importa la vida
como infinita posibilidad
de gritar, desgarrándose:
no hay nada excepcional en tu relato.
Las preguntas que te haces jamás tendrán respuesta,
da igual que caves,
que explores todas las raíces.
¿Encontrarás el germen?
Si tienes fe quizá
puedas hallarlo y aferrarte,
pero será tan solo un enunciado estéril;
una Verdad translúcida, inasible
es lo que espera,
el resto, nada espera.
El único misterio es lo mundano
poseyendo cada centímetro,
cada milímetro de nuestro cuerpo.
¿Ves a esa mujer? ¿Puedes verme?
Hablar es la mejor manera de encubrir
la podredumbre, la madera muerta
la vida muerta.
Me visto de palabras y atravieso el absurdo,
me uno a él, dejo que me tome.
Solo el tiempo se salva,
la espera infinita nos salva.
No vales nada si no luchas
o si haces elogio de tu desdicha.
Los otros son
una masa informe, viscosa,
enfermamente pulcra que recorre las calles
manchando los zapatos de los niños.
¿Qué pasará si somos bondadosos?
Es otro juego:
hoy te compro y después quiero venderte.
La excusa es mi felicidad;
vale más que tu angustia, tu pena, tu miseria.
¿Podemos trabajar en la pureza?
Si no es más que otra Idea inalcanzable,
trasnochada, corrupta moneda cuyo peso
quiero sentir en mi bolsillo.
Camino, yo siempre camino,
no podría dejar de andar,
andaría aunque me quedase ciega.
Así por fin podría tocar todos los cuerpos,
oler todas las pieles, hendir todas las llagas.
Viviría en la repulsión,
me sentiría viva.
¿Cuáles son tus virtudes?
Quiero conocer tus defectos.

***

LA MANZANA

Desear es llevar
el destino del mar dentro del cuerpo.

Aurora Luque

En el centro mortal de la canícula
el follaje de un árbol,
la sombra hermética precipitándose
como la fruta al suelo.
En las raíces la manzana, y yo
deseo hendir los dientes en la pulpa,
beber con avidez el néctar.
Quiero cruzar la línea,
deshacerme de todos los preceptos.
La luz no extingue la maldad,
hay belleza en los pliegues de la noche.
Por qué este dividir en dos,
este cercenamiento obsceno.
Tu cárcel y tus reglas no son mías;
me deshago del pánico del tiempo
suspirando las flores incorpóreas
del diente de león de tu jardín.
El viaje apaga el ansia de mis ojos
cansados ya del tronco pergamino;
al fin el mar de boca en boca,
el mar pagano de los griegos,
el mar ebrio de juventud.

***

ORDET

La ropa blanca está tendida,
solo la ropa blanca está tendida;
en medio de las dunas ropa blanca tendida.
Si no fuese blanca, si no danzase
en medio de las dunas, no sería
un símbolo brillante de pureza.
El agua purifica,
el sol y el viento purifican.
Nos lavamos despacio;
el daño que hemos hecho ya no existe.
Pero entonces las bocas se llenan de palabras
y al vestirnos la ropa no es tan blanca.
¿Volvemos a empezar?
Te doy mi lengua, testimonio rojo;
si yo te entrego todo lo que tengo
tú pintarás de blanco mis vestidos.
Asistimos a la resurrección
de los que no apostaron por el drama.

Hace mucho buscaba la Palabra,
ahora me interesa más la voz.

***

ST. ANDREWS

Los hombres han huido de sus casas,
seguimos el camino y no vemos a nadie.
Pienso que si hoy el mundo terminase
tú y yo no lo sabríamos jamás.
Me miras y me dices
que este es buen lugar para el amor.
Sin mucho esfuerzo vemos con toda nitidez
a los extraños personajes
de Bergman deambulando por la costa.
El mar esculpe acantilados negros
y playas invisibles, pedregosas.
No sé si soy yo misma
o si el paisaje puede traer tanta tristeza.
La ciudad cada vez está más cerca,
un hilo va arrastrando nuestros cuerpos.
Me detengo en los cabos, capturo tempestades,
compruebo que seguimos latiendo, mientras tanto
la catedral aumenta y se apaga la luz.
Nasas desvencijadas, pilares de un hogar
desértico, vestigios del pasado.
Las algas extranjeras lamiendo la bahía.
Se agota la sonrisa con la noche,
los recuerdos felices están en el camino.
Si miro nuestros cuerpos, la roca, el mar, la arena;
pienso que si no hubiesen sido
creados los colores,
si la vida se viera en blanco y negro,
nosotros seríamos los primeros
habitantes de un mundo sin fisuras.

—————————————

Autora: Candela de las Heras. Título: Tierra bajo las uñasEditorial: Trea. Venta: Todos tus libros, Amazon y Casa del Libro.

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Leonora.M. Lombardi
3 años hace

Muy buenos poemas, también la novela de Marta Traba anunciada. Buen sitio Zenda!

Carlota
Carlota
2 años hace

i dont think so