Con solo leer el título del ensayo escrito por el profesor de la universidad de St. Andrews Peter Lehr titulado Piratas: Una historia desde los vikingos hasta hoy volvieron a mi memoria muchos nombres de piratas que fueron protagonistas de las novelas de aventuras escritas por Salgari, Sabatini, Daphne du Maurier, Stevenson, etc. Personajes que vivían sus aventuras a bordo de un barco, bajo la bandera negra con dos tibias y una calavera. De todos esos piratas que formaron parte de mis lecturas, hay uno muy especial. Ese personaje que ocupa el primer lugar en mis recuerdos es Boltar, capitán de un drakkar vikingo, creado por Harold Foster para El príncipe valiente. En el primer episodio en el que aparece Boltar se presenta como “un honrado comerciante pirata”.
A lo largo de Piratas, Peter Lehr recopila de manera enciclopédica todo el conocimiento que existe desde los tiempos en que los vikingos fueron capaces de aventurarse más allá de las aguas continentales de sus fiordos, para saquear, matar, robar y secuestrar todo lo que había a su alcance. En el ensayo el autor repasa desde las incursiones vikingas a los terroríficos piratas berberiscos que asolaron el Mediterráneo, no olvidándose de los temidos piratas Wako que actuaron en los mares de la China, ni tampoco de los piratas que navegaron por el mar Caribe. En cualquier ruta marina por donde circulaban barcos de los que se pudiese obtener un botín, ahí estaban, al acecho, las ratas del mar.
A lo largo del ensayo podemos encontrar desde los inicios de la actividad pirata a las diversas regiones en donde fue propicia dicha práctica, pasando por cómo se enrolaban e ingresaban en la “Malvada Orden”. Resulta paradójico que el asalto de un barco pirata sea legítimo cuando se hace en nombre de Dios, como fue el caso de los barcos armados por los reyes cristianos para destruir las flotas comerciales musulmanas. Los reyes que se enriquecían con los ingresos procedentes de los ataques de capitanes piratas a barcos bajo bandera enemiga no podían permitirse castigar a estos capitanes por sus prácticas delictivas, ya que perderían la parte del botín que ayudaba a llenar sus arcas. Por lo tanto, qué mejor que legitimar los actos de estos piratas, para lo que crearon la patente de corso, documento entregado por un señor al propietario de un navío pirata para atacar y saquear las naves de sus enemigos.
A lo largo de varios capítulos describe cómo eran las prácticas empleadas para avistar y acosar la presa elegida, cuáles eran las tácticas de combate y abordaje y los motivos por los que utilizaban una violencia cruel y extrema. Los estados afectados por la piratería, ante el peligro generado para sus flotas en las rutas marítimas, decidieron aliarse y armar escuadras para combatir a los piratas en esas rutas comerciales, siendo su objetivo primordial encontrar y destruir las bases que servían como refugio, puntos de aprovisionamiento y mercados de venta de los botines obtenidos.
Merece especial consideración el análisis sociológico que realiza Peter Lehr, buscando los motivos por los que la mayoría de las veces los hombres se veían arrastrados a ejercer la piratería. En todos los rincones del mundo la característica común de los tripulantes que se enrolaban en los barcos piratas era la misma: hombres desesperados que se refugian en la piratería para sobrevivir y aferrarse a una mínima esperanza de libertad que cambie su suerte, aunque el riesgo sea perder la vida. Peter Lehr relata los casos de esos pocos corsarios considerados héroes. Lo más habitual era que todo pirata capturado terminase sufriendo un castigo brutal y ejemplarizante.
Hace poco, en los años finales del siglo pasado y principios del actual, los medios de comunicación relataron las noticias referidas al asalto de los piratas somalíes y nigerianos a grandes naves mercantes o de recreo que navegaban cerca de sus aguas territoriales. El problema de estos asaltos piratas fue de tal magnitud que obligó a las marinas de guerra de los países afectados a desplegarse con objeto de proteger los barcos mercantes que circulaban por esas rutas de navegación. La situación llegó a ser tan grave que los armadores de los buques se vieron obligados a llevar a bordo equipos de fuerzas armadas profesionales, entrenadas en la utilización de técnicas de combate disuasorio, para evitar que sus barcos fueran abordados por parte de los esquifes piratas y de esta manera frustrar el secuestro, evitando el pago del rescate exigido.
Si hay un ensayo que pueda describir con conocimiento la aventura y emoción de la historia de la piratería y sus hombres, es este de Peter Lehr, profesor de estudios sobre terrorismo. El libro resulta ameno y entretenido, con análisis exhaustivos que hacen que el lector conozca los entresijos de este mundo de bucaneros, corsarios, filibusteros y piratas. La obra define bien la piratería, y ayuda al lector a abandonar la idea estereotipada que el cine y las novelas han creado del pirata que despierta simpatía. Eso en la realidad no ocurrió, ni ocurre. Los piratas son delincuentes sin escrúpulos abocados, por lo general, a un trágico final.
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Autor: Peter Lehr. Traductora: Yolanda Fontal Rueda. Título: Piratas: Una historia desde los vikingos hasta hoy. Editorial: Crítica. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.
Corsarios, piratas y filibusteros a lo largo y ancho de mares como el Caribe, el Mediterráneo, el mar de China o el de Somalia… Por fin un tratado exhaustivo que aborde una temática tan atractiva como mal interpretada (No, no creo que tuviera mucho de romántico ver cómo se acercaba por la popa un buque con bandera blanquinegra, por mucho que Espronceda dedicara sus hermosos versos al “bajel pirata, conocido del uno al otro confín…”) Magnífico, tomo nota… y gracias una vez más, amigo Ramón!
Asesinos, ladrones y crueles sin medida, si hicieran un documental absolutamente realista no se podría emitir.
Me apunto este libro. La reseña me ha despertado el interés.
Es un libro entretenido pero muy parcial y con grandes lagunas. Y como les gusta a estos anglos poner a los españoles como incompetentes.