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Un joven poeta llamado Stefan Zweig

Un joven poeta llamado Stefan Zweig

Pocos escritores europeos han tenido un rescate editorial en España de las dimensiones del de Stefan Zweig (1881-1942), con docenas de títulos a cargo de varias editoriales a los que ahora se suma su primer libro, un poemario que publicó en 1901, antes de cumplir veinte años, y que ahora se publica en español por primera vez.

Cuerdas de plata (Fórcola) es el título de este pequeño volumen en edición bilingüe alemán-español, el mismo título con el que lo publicó su autor en Berlín, cuando hasta entonces sólo algunos periódicos y revistas se habían interesado por algunos de sus relatos y sus poemas.

El escritor y exministro de Cultura César Antonio Molina se ha hecho cargo de la primera edición en español de estos poemas que hace algo más de medio siglo no fueron incluidos en la edición española de las Obras completas de Zweig, quien además de ser uno de los grandes autores de su época fue también uno de los más leídos en vida.

Molina ha firmado igualmente un prólogo que ocupa setenta de las poco más de doscientas páginas de este pequeño volumen que también incluye un breve álbum fotográfico que, entre retratos de época, reproduce la cubierta de la primera edición alemana de Cuerdas de plata.

Traducida al español por Richard Gross, la poesía de Zweig resulta «muy interesante para conocer su personalidad», según César Antonio Molina, quien describe esta poesía como «muy bien escrita y expresada, con mucha pasión y alma, aunque a veces tenga esa frialdad que tenía por aquel entonces parte de la poesía escrita en alemán», y como «poesía simbolista».

Zweig publicó sólo dos libros de poemas, Cuerdas de plata (1901) y Las primeras coronas (1906), aunque entre 1915 y 1919 también hizo el poema dramático en nueve cuadros «Jeremías», o sea en plena guerra mundial y siendo un soldado asumió no poco riesgo escribiendo un libro de marcado tono pacifista.

«Los dos libros de poemas son libros de juventud con un carácter existencial muy fuerte. Está presente esa incertidumbre ante la vida, ante lo que se debe hacer, ante el papel que le pueda haber tocado. Ensalza la belleza del mundo, la reconoce, intenta nombrarla para protegerla, pero sus incertidumbre son muy grandes y preocupantes», escribe en el prólogo César Antonio Molina.

Desde los tiempos de la escuela, Zweig tuvo tanto interés por la poesía en alemán como por la francesa, y siempre se acogió al magisterio del poeta belga Émile Verhaeren, que escribía en francés, y al del poeta checo Rainer María Rilke, que escribía en alemán.

Zweig dedicó muchas páginas a la obra de ambos poetas, cuya amistad también cultivó, además de que tradujo a Verhaeren y llegó a confesar que ese trabajo le produjo más satisfacción que la escritura de sus propios libros.

Su relación con Rilke también fue permanente, personal y epistolar, y Molina recuerda en su introducción cómo en uno de sus encuentros le contó que acaba de regresar de España y que había quedado fascinado por Toledo y por las pinturas de El Greco y por la ciudad malagueña de Ronda, donde el autor de las Elegías de Duino vivió entre diciembre de 1912 y febrero del año siguiente.

Cuerdas de plata fue muy bien acogido por la crítica en el momento de su publicación y editado por el mismo sello, Schuster und Loeffler, en el que publicaban otros poetas como Hugo von Hofmannsthal y el propio Rilke, y salió de imprenta con ilustraciones del vanguardista Hugo Steiner-Prag.

No obstante, el poemario solo conoció una primera edición por las exigencias que el propio Zweig se fue imponiendo como escritor y, aunque posteriormente publicó otro libro de poemas, el autor optó por dedicarse plenamente a la serie de biografías, novelas y memorias que hoy le siguen valiendo la fidelidad de miles de lectores.

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