El editor José Sanclemente publica Ilusionarium, una novela negra con un reportero como protagonista.
- ¿Qué?: Corrupción, periodismo y magia.
- ¿Quién?: Christian Bennet, periodista de El Sentinel.
- ¿Cuándo?: En el presente.
- ¿Dónde?: Nueva York, Las Vegas, París y Barcelona.
- ¿Por qué? Porque el periodista y el lector necesitan conocer la verdad.
- ¿Cómo?: Investigando.
“Entraron sin hacer ruido en la habitación del Caesars Palace. Era de madrugada, y Lorraine dormía abrazada a mí“. Ahora, si puede, deje de leer. Yo no pude. Es el arranque de la cuarta novela de José Sanclemente, en la más pura tradición del género negro clásico.
Ilusionarium, ese es su inequívoco título, llega después de Tienes que contarlo (2012), No es lo que parece (2013) y Esta es tu vida (2014). En estos tres títulos ya se anticipaban los grandes asuntos que obsesionan al escritor catalán y que resultan esenciales en la novela que ahora pone a la venta Roca Editorial: la corrupción de los poderosos, la decadencia del periodismo y los juegos malabares de la imaginación.
En lo que a periodismo se refiere, Sanclemente sabe de lo que habla. Es el editor de Eldiario.es, uno de los medios de mayor éxito en los últimos años, si no el que más. Tiene una amplia experiencia como gestor de empresas de comunicación. Fue consejero delegado de Zeta en el momento de mayor esplendor del Grupo y consejero de Antena 3 televisión cuando Antonio Asensio era su presidente.
Su pasión por el periodismo está presente en todas sus obras. Y más, si cabe, en esta novela. El protagonista y narrador, Christian Bennet, es un periodista cincuentón, con décadas de trabajo para el mismo diario sobre sus espaldas. Se encuentra incómodo en la redacción. Practica el periodismo de investigación de una forma artesanal, rodeado de jóvenes diestros en nuevas tecnologías a los que no comprende.
Sanclemente aprovecha para reflexionar sobre el estado de la profesión, la precariedad laboral, los salarios de miseria, los despidos, los editores sin escrúpulos y los que sienten la profesión, la guerra civil en las redacciones entre digitales y analógicos. “Si no eres un todo terreno digital, ya puedes ir cavando tu fosa”, se queja uno de sus personajes. Otro sentencia que “el poder de la prensa es ridículo, una reliquia romántica.”
Utiliza a los personajes para poner en su boca su propia concepción del periodismo. Así nos encontramos con reflexiones tan sugerentes como éstas: ‘Lo importante no es llegar a la cima de una historia, sino por qué camino se llega hasta ella’; ‘El periodismo es una actividad solitaria, dependes de ti mismo. Nadie te va a sacar las castañas del fuego.’ “Este negocio es cada vez más de personas. Los medios con sus intereses son los que pueden acabar con el periodismo…”
Pero que nadie se lleve a engaño y piense que Ilusionarium es sólo una novela sobre periodistas. El periodismo es nada más, y nada menos, que el instrumento para desgranar la intriga. El viejo reportero Christian Bennet está obsesionado por el llamado ‘caso de los ilusionistas’, una trama de corrupción en las más altas esferas de la política norteamericana. No para de dar vueltas, la mayoría de las veces teledirigido, por un sinuoso laberinto que no le deja ver la verdad. En ese laberinto que es la trama, nada es lo que parece, por utilizar un título anterior de Sanclemente. Y, a la vez, se investiga también a sí mismo, a su misteriosa persona, al intentar resolver una historia que dejó a medias y su oscuro pasado familiar.
El lector queda atrapado, o mejor, se deja atrapar en esa vertiginosa trama, donde, a cada vuelta de página se tropieza con una sorpresa aún mayor que la anterior. No puede evitar que le queden grabadas en la mente escenas clave, como la del accidente del coche que acaba en el Sena o la de la chica a la que unos matones arrojan por la ventana de un hotel de Las Vegas. Están narradas magistralmente, con extrema meticulosidad, con ritmo frenético, de forma que el lector sólo ve lo que el escritor quiere que vea. Uno las repasa mentalmente una y otra vez para ver dónde está el truco, qué se ha pasado por alto.
Se desprende de la lectura que el autor conoce al detalle las ciudades donde se desarrolla la acción. Sólo alguien que ha vivido a fondo Nueva York, Las Vegas, París o Barcelona puede describir de forma tan minuciosa restaurantes, barrios, tiendas, salas de fiesta… Y también, descendiendo a pormenores mínimos, marcas, menús, cócteles, tipografías, hasta los precios de los veterinarios en Manhattan.
La periodística obsesión por empaparse de los asuntos sobre los que escribe llevó incluso a Sanclemente a acudir a un curso de magia, de donde extrajo ideas, argot, personajes y trucos. Todo junto compone descripciones precisas y contribuye de forma decisiva a la verosimilitud de la trama.
La novela está tan impregnada por la magia que llega un momento en que no se distingue en la trama lo que es real y lo que es ilusión. Es muy reveladora de las intenciones del autor esta reflexión que atribuye a un antiguo profesor del protagonista: “El resultado del todo es bien diferente al de la suma de las partes que lo componen… las particularidades de los detalles suelen ser más relevantes que el fin último“.
Sanclemente juega a la ilusión, pero no engaña. Ya en el encabezamiento de Ilusionarium, incluye una clarificadora cita de Petronio, escritor y político romano durante el imperio de Nerón: “El mundo quiere ser engañado, así que deja que se engañe”. Lo mejor será que el lector haga lo mismo.
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La actualidad prevalece. De ahí que la primera entrega estuviera dedicada al libro de José Sanclemente. La próxima entrega abordará una novela contemporánea ya clásica. Con ella, se ofrecerá una lista de casi 50 títulos, incluyendo las sugerencias de los lectores. Si lo desean, aún puede completar la relación con otros títulos. Su aportación será bienvenida y agradecida en lavianajc@gmail.com.
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Autor: José Sanclemente. Título: Ilusionarium. Editorial: Roca. Páginas: 352.
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