Me gusta pensar que las letras y lo físico a menudo juegan entre sí hasta volverse indistinguibles. Un clásico: H. P. Lovecraft (1890-1937) y su Necronomicón —sí, ya saben, esa suerte de libro maldito atribuido al malogrado demonólogo Abdul Alhazred. En su relato El horror de Dunwich (1929), Lovecraft sitúa varios ejemplares del grimorio en París, Harvard, el Museo Británico o la Universidad de Buenos Aires. Lo que el de Providence no imaginaba era que —todavía hoy— lectores de todo el planeta se empeñarían en demostrar la existencia real del libro. Aún menos, que el mismísimo Jorge Luis Borges (1899-1986), durante su etapa como director de la Biblioteca Nacional de Buenos Aires —y fiel a su interés en los laberintos metaficcionales—, terminaría echando más leña al fuego al catalogar el Necronomicón entre sus anaqueles. He aquí uno de los más extraordinarios poderes de la literatura: el de alterar el mundo a partir del propio hecho literario.
En las páginas de Aparicio, la creciente manifestación de fenómenos paranormales dinamita el orden mundial: colosales tormentas eléctricas, entidades espectrales de origen incierto que nos observan en silencio, dimensiones infernales que se materializan ante nosotros sin previo aviso, guerra, fanatismo y cambio. Un tablero de ajedrez internacional en el que sectas ocultistas y organizaciones secretas —con nombres tan sugerentes como Consejo Nocturno, Proyecto Quérox o Smaragdina— competirán por el conocimiento arcano que les permita dominar lo que queda de la civilización. Es la llamada «Saga Radiata». ¿Preciso leer el resto de obras que la integran —Señora de los Caídos (2017), Atlas Negro (2018)— para entender el Códice Nocturno? Ni mucho menos. Estamos, de hecho, ante la puerta de entrada perfecta a una cosmogonía fascinante que va más allá del terror y la ciencia ficción; el autor no solo relata el pasado de los personajes y escenarios más relevantes de la saga, sino que también incluye glosarios, ilustraciones y cronologías, siempre concebidos desde la narratividad y con toda profusión de detalles.
La obra de Aparicio es a menudo descrita como obsesiva, desconcertante y cruel, y el Códice Nocturno no es una excepción: piensen en El colapso (Les Parasites, 2019) —la miniserie que nos heló la sangre en los compases iniciales de la pandemia— y añádanle un componente de morbosa y magnética fantasmagoría. Piensen en esa otra joya reciente del cine argentino no comercial que es Historia de lo oculto (Cristian Jesús Ponce, 2020), y la gloriosa intensidad con la que abordó el encubrimiento de la verdad por las élites y los poderes mediáticos. El Códice Nocturno tiene un poco de ambas obras, y un mucho de imaginación desbordante superpuesta a la realidad que leemos cada día en periódicos y tablones de redes sociales. Todo sin perder de vista el elemento dramático característico de los personajes dimensionales —porque, al final, de lo que se trata es de hablar del ser humano, de cómo afronta el caos, lo inexplicable.
La literatura independiente en castellano enfocada en la fantasía, el terror y la ciencia ficción lleva décadas resistiendo el envite de las corrientes supuestamente mayoritarias, y obras como el Códice Nocturno y sus hermanas de la Saga Radiata constituyen una buena muestra del porqué. No en vano han sido radioficcionadas por el pódcast Noviembre Nocturno, atesoran varias nominaciones a los Premios Ignotus, seguidores a ambos lados del Atlántico, fanarts, un videojuego en desarrollo, una baraja del tarot inspirada en su mitología e incluso un grupo musical en México bautizado con el título de uno de sus capítulos. En nuestra lengua no existen demasiados precedentes capaces de salir airosos de eso que los anglosajones llaman worldbuilding o creación de universos literarios complejos; Aparicio lo consigue con nota.
Por eso, si alguna vez en los pasillos de una biblioteca ignota, a este o aquel lado del océano, detecta una copia del Códice Nocturno amorosamente colocada junto al Necronomicón, y al abrirla encuentra inquietantes semejanzas con la actualidad, no se asuste: ya decíamos que hay obras destinadas a transformar el mundo a su antojo.
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Autor: Álvaro Aparicio. Título: Códice Nocturno. Editorial: Pulpture Ediciones. Venta: Todos tus libros, Amazon y Casa del Libro.
Me encanta el mundo que crea Álvaro Aparicio. Es tan actual, que da miedo que se haga realidad pero nos estemos negando a percibirlo. Un mal día nos dará en las narices, justo cuando ya no podamos hacer nada para remediarlo.