El escritor francés Gustave Flaubert (1821-1880) publicó con 36 años su primer libro, Madame Bovary, pero la mayoría de los cuentos de este autor, muy exigente consigo mismo y «un salvaje» corrector de sus textos, no fueron editados hasta su muerte.
Flaubert era el escritor que «más se corregía a sí mismo de toda la literatura francesa», ha explicado Armiño, que recuerda cómo se prohibió a sí mismo dar a conocer su trabajo hasta que sus escritos no tuvieran los niveles de calidad que se exigía a sí mismo. Tanto corregía y eliminaba, quitando todo adjetivo que no fuera casi imprescindible, que se convirtió en «un asesino de su propia escritura», recuerda Mauro Armiño.
Antes de Madame Bovary, Flaubert había escrito varios relatos —escribía desde los 13 años— pero solo había publicado algunos textos en la revista literaria de Ruán con 17 años, como Le Colibri, donde aparece en 1837 lo que podría llamarse su primera obra, el relato «Bibliomanía». Eso a pesar de tener escritas por entonces novelas cortas como Las memorias de un loco, Smar (1839-1940) y Noviembre (1842), o la primera Educación sentimental, que se publicó póstumamente. En Noviembre, uno de los cuentos que recoge el volumen, el autor francés cuenta su primera experiencia sexual, un amor juvenil con una mujer casada que «le durará toda su vida», ha recordado Mauro Armiño.
En sus relatos, al igual que en sus novelas, la concepción narrativa de Flaubert se divide de forma alterna entre dos mundos: la visión directa de la realidad y la reconstrucción fantástica de personajes míticos o civilizaciones desaparecidas, ha explicado el editor. Escribió cuentos que no publicó hasta 1851, cuando deja atrás todo y se dedica a Madame Bovary, cuya escritura le llevará cinco años y que tendrá consecuencias nefastas y judiciales, además de críticas negativas. Fue procesado por «ultraje a la moral pública y a la religión», aunque posteriormente la obra fue «absuelta».
Posteriormente escribió Salambó (1862), una novela oriental, y luego La educación sentimental (1869) que fue acogida también mal por la critica y el público. «Una epopeya de la mediocridad», llegó a escribir André Gide. Fracaso tras fracaso, Flaubert fue un escritor al que le «amargó la vida» la falta de reconocimiento, aunque consideraba que los premios eran una deshonra y despreciaba la vida política, sostiene el editor, que destaca también su obsesión por la documentación para escribir: se leyó 1.500 libros para escribir Salambó.
Y cuando le quedaban cinco años de vida comenzó a escribir Tres cuentos (1877), un hito en el género, compuesto por Herodías, La leyenda de San Julián el Hospitalario y Un corazón simple, una labor que le hizo afirmar: «La sacrosanta literatura ha vuelto a gustarme».
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