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Juana la Loca y las fake news

¿Existían las fake news en el siglo XVI? Es decir, los bulos conscientemente concebidos y cuya finalidad única es la de debilitar la posición de aquellos a los que están dirigidos, generalmente por motivos políticos. ¿Existían? Mi humilde opinión es que sí —¿quién no mentiría si, a cambio de hacerlo, los beneficios a obtener son inmensos?—, y Juana I de Castilla, la primera reina de la España unida, las sufrió, con consecuencias graves.

Juana es la reina que ha pasado a la historia con el sobrenombre de la Loca. Pero ¿estaba realmente loca? Si uno se guía por las fuentes habituales de la historia, no. No da la sensación de que lo estuviese. No existen testimonios de observadores imparciales que atestigüen que era una perturbada, que no era capaz de regirse, que en público se comportó irracionalmente. Al contrario, poseemos testimonios de que parecía una mujer cabal, y basta estudiar sus actos para atisbar a una persona que reflexiona acerca de quién es y qué lugar ocupa.

"En esta trama participan tres hombres de su familia: su padre, Fernando el Católico; su marido, Felipe el Hermoso; y su hijo, Carlos I. Entre todos, decidieron que estaba loca"

Y, sin embargo, ahí la tenemos: retratada para siempre como una loca. De la convicción de que Juana fue objeto de unas fake news como una catedral de grandes, surge la novela Juana, la reina traicionada, en la que describo, con pelos y señales, cómo se urdió una trama descomunal para, a través de bulos y mentiras, arrebatarle a Juana algo que por derecho le pertenecía: el trono de Castilla.

En esta trama participan varios hombres, tres de los cuales son de su familia: su padre, Fernando el Católico; su marido, Felipe el Hermoso; y su hijo, Carlos I. Entre todos, decidieron que estaba loca. Así, con total impunidad. Y el creador del bulo, conviene decirlo, fue Felipe, su esposo. Él acuñó la locura de Juana y comenzó a propagarla no en el sentido que ahora le damos al término, sino en uno más parecido al de la histeria atribuida a las mujeres. Diría algo así como: «Ya está la histérica de mi mujer llamándome la atención por todo…». Y es que Juana se empeñaba en que Felipe cumpliera con su parte del trato, que no era otro que el de forjar una alianza entre Flandes y Castilla, que para eso la habían casado sus padres.

"¿No merecía Juana una novela que denunciara el complot que se urdió contra ella? Yo pensé que sí, así que la escribí"

La locura de Juana le vino de perlas a Felipe cuando esta, de la forma más inesperada, hereda el trono de Castilla. Felipe es rey, aunque simplemente consorte. ¿Y si, con su esposa impedida, él se hace también con el gobierno de Castilla? Dicho y hecho: entre el marido y el padre, pues para entonces Fernando —rey de Aragón, recuérdese— ha hecho acto de presencia al calor de los dineros de Castilla, declaran loca a Juana —la declaran dos hombres sin más autoridad médica que porque nosotros lo decimos— y aceptan repartirse el botín. Juana la Histérica pasa a ser Juana la Loca, y a ver quién es el guapo que le da la vuelta a estas fake news. Por si acaso, a Juana la encierran de por vida. Que se dice pronto: de por vida. Cuarenta y seis años la tuvieron entre cuatro paredes.

Y vale, pongamos que sí, que estaba loca de atar. ¿Eso justifica casi medio siglo de reclusión? ¿No se le podía haber dispensado un trato más humano? No, no fuera Juana a tratar con gente y esa gente diese su versión de los hechos: «Pues yo loca, lo que se dice loca, no la vi…».

¿No merecía Juana una novela que denunciara el complot que se urdió contra ella? Yo pensé que sí, así que la escribí. Aquí está. Disfrútenla.

Título: Juana, la reina traicionada. Autor: Álber Vázquez. Editorial: La Esfera de los Libros. Venta: Todostulibros y Amazon.

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