En una nota bibliográfica, Manuel Sacristán concluía: «De una vez, hay que dejar vivir a los clásicos. Y no debe enseñarse a citarlos, sino a leerlos» (Nous horitzons, 1969). Exigencia que él cumplió con creces. Ejemplo, la conferencia «El trabajo científico de Marx y su noción de ciencia» (1978). Tuvo primera transcripción en Mientras Tanto (1980) y se ha reeditado a finales de 2020, por Salvador López Arnal y David Vila, con mismo título en libro de la editorial Montesinos. Incorporan presentación, intervenciones del coloquio y capítulo de notas complementarias. Excelente edición, corroborando conocimiento riguroso de textos y contextos.
«¿Puede evitarse seguir atrapados en juegos estériles cuando hablamos de Marx y sus enseñanzas? ¿Puede hablarse razonablemente, respetando las reglas elementales de la lógica y la verdad palpable de los hechos? ¿Es todavía posible una marxología científica encontrándose frente a exhibiciones fantasiosas…?»
Para Sacristán, Marx es un clásico de las ciencias sociales que une voluntad de conocimiento y de emancipación: «La empresa del marxismo —dijo en otro lugar— no es la empresa de la ciencia, ni una empresa científica. Eso no quita que uno de sus rasgos característicos sea la intención de incorporar ciencia e incluso hacer ciencia ella misma». Pero no solo registra intenciones, además analiza los dispares conceptos de ciencia que maneja Marx, y valora dificultades y posibles que estos acarrean. Como trasfondo, otra consideración de Sacristán: «Lo que en Marx no morirá nunca es su mensaje de realismo de la inteligencia». Desde ahí, una aguda visión del arduo recorrido conceptual marxiano. Sucede que la pluralidad de nociones —de difícil casamiento— obedecería al ampliado concepto de racionalidad de un Marx con querencia hacia la lógica hegeliana del “desarrollo”, que afectaba no solo a su noción de ciencia, sino también a su visión de la historia.
Claude Lefort, en un curso de 1965, hablaba de una doble visión de la historia presente en el Manifiesto del partido comunista (1848): la historia como repetición —bajo la perenne ley motora de la lucha de clases— y la historia como evolución —dirigida, dado el necesario momento capitalista, a disolver esa ley en la figura del proletariado—. Mantener ambas visiones no debe desdeñarse, dice Lefort, «bajo pretexto de que se trata de un escrito político, didáctico y polémico, pues esa problemática de la historia se encuentra, sea implícita o explícitamente, en las grandes obras de Marx». Curiosamente, Lefort recurría también a Maximilien Rubel, que al final de sus días declaró que el Manifiesto y la Miseria de la filosofía podían servir de introducción al estudio de El capital. Esto, pues, va también del desarrollo de la obra de Marx, asunto sobre el que los lectores disponen de dos publicaciones en la editorial Akal. Estas traducen dos biografías intelectuales: Sven-Eric Liedman: Karl Marx: Una biografía (sept. 2020) y Michael Heinrich: Karl Marx y el nacimiento de la sociedad moderna: Biografía y desarrollo de su obra. Vol. I: 1818-1841 (mayo 2021).
Galaxia Gutenberg pone sello editorial a una nueva reedición del Manifiesto: Karl Marx – Friedrich Engels: El manifiesto comunista. Traducción y edición de José Ovejero (septiembre 2021). En este caso, queda patente que firmar la autoría de un prólogo no garantiza haberse leído el libro que se prologa ni saber de qué se habla. Parece bastar la titularidad de un ministerio y una vicepresidencia del gobierno, criterio estrella en la meritocracia de nuevos moralismos. Y para mayor ensalzamiento, un medio de propaganda con reputación oficial que lo reproduzca calificándolo como «especial». Se aúpa un prólogo cargado de lugares comunes, falto de referencias y reflexiones sustantivas o coherentes con el texto prologado; que instrumentaliza —partidista y presentistamente— la memoria de los clásicos; que no enseña a leerlos y, además, los cita mal a conveniencia. Lo peor: empresas culturales (informativas y formativas) oficiando de sirvientas en la reproducción incesante del the special one de turno en una lucha por conquistar o conservar poder. Les renta su ascenso ocasional a categoría de sujeto moral partisano, material fungible. Hacen difícil olvidar unas palabras de Marx criticando a Karl Heinzen en 1847:
«Por lo general, la ignorancia es tenida por un defecto. Habitualmente, es considerada en su dimensión negativa. Así que habría que analizar por qué y cómo alguien, usando la magia de un discurso presuntuoso, logra que su déficit de inteligencia se convierta en un plus de moralidad».
La «nebulosa marxista» y el «movimiento de cristalización del marxismo» —que dijo Paul Ricoeur— toman nueva imagen en el simplismo intelectual de un izquierdismo (infantiloide y reaccionario) que disputa consigo por el poder. Y el derechismo —en su oposición, también contra sí— actúa de complementario nesciente. Su particular niebla de cristalización liberal —e iliberal en no pocos momentos— no corresponde tampoco a pensamiento político de humanismo que se conquista con fundamentos de razón ilustrada, es decir, con voluntad política de una conciencia con ciencia y viceversa. Lo liminar encuentra espejo en la reacción opositora. Montan sesión de teatrito (politiquería parlamentaria) con drama de (bi)polarización creciente. «¿Y entonces, del Manifiesto, qué?», preguntará alguien. Un esfuerzo de traducción para hacerlo asequible es loable, lástima que «juegos estériles» de ornato lo eclipsen.
Publicar estudios y biografías enseñando a leer en Marx su «principio de la práctica» sería hablar según refiere Rubel. Esto supone, diría Lefort, entender que en Marx el presente es aprehendido como resultado de la acción humana y nos demanda una tarea; que el conocimiento de nuestro mundo es inseparable de un proyecto para mejorarlo, donde lo «verdadero«/«falso», «bien»/«mal» adquieren significación, por lo que —en última instancia— «la realidad es la política». Esta se dignifica reconociendo lo significativo con parámetros «que valoran el conocimiento, la previsión y la decisión en el campo de lo posible». En definitiva, una clave para hablar con madurez ilustrada sobre Marx está en hacerlo enseñando a leer «su mensaje del realismo de la inteligencia» (Sacristán).
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Autor: Sven-Eric Liedman. Título: Karl Marx: Una biografía. Traducción: Juanmari Madariaga. Editorial: AKAL. Venta: Todostuslibros y Amazon.
Autor: Michael Heinrich. Título: Karl Marx y el nacimiento de la sociedad moderna: Biografía y desarrollo de su obra. Vol. I: 1818-1841. Editorial: AKAL. Venta: Todostuslibros y Amazon.
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