¿Por qué el escribir?

«Escribir es hablarle a alguien ausente». Eso dice Carmen Martín Gaite. En su obra El cuarto de atrás se pasa la noche en vela conversando con un hombre misterioso. Es un personaje inexistente que, sin embargo, ella imagina a su lado en el sofá. Cuando este anuncia que se marcha, ella le ruega: «No, por favor, es estando usted aquí como se me ocurren las cosas». Porque escribe hablándole a él, que no está. Dice que a veces el silencio cómplice puede dar alas a las cosas, «aunque también es verdad», medita, «que dar alas siempre ha sido mucho más hermoso que cortarlas».

«Escribir es defender la soledad», apunta María Zambrano (Hacia un saber sobre el alma: Por qué se escribe, Alianza editorial). Pero incide: «Habiendo un hablar, ¿por qué el escribir?». Mantiene que escribir es, de hecho, lo contrario que hablar. Sostiene que cuando hablamos decimos lo inmediato, que hablar es una reacción urgente y, por lo tanto, no nos hacemos responsables de lo dicho. Sin embargo, «hay en el escribir un retener las palabras» (como en el hablar hay un soltarlas). Solo encontramos liberación con lo permanente y escribir nos permite «salvar a las palabras de su momentaneidad». Como Martín Gaite, Zambrano asegura también escribirle a alguien. Porque «el público existe antes de que la obra haya sido o no leída». Existe con el escritor desde que empieza a escribir.

 

El acto consciente de escribir es la manera inconsciente de combatir lo que callamos haciendo confidencias a alguien imaginario para revelar nuestros secretos en soledad. Por eso el escribir, aun habiendo un hablar.

«Las grandes verdades no suelen decirse hablando», advierte Zambrano. Hay cosas que no se dicen, y son esas cosas las que se tienen que escribir: una pintada en los baños que pone «Ana por Juan XOXO»; la página en el diario que guarda una envidia; una carta de despedida; una nota de suicidio; la confesión de un amor; la novela que pone en boca de sus personajes lo que el autor no sabe que él mismo quisiera decir. Porque incluso cuando un escritor desvela algo, sí, «el secreto se muestra al escritor» pero aun así «no se le hace explicable». Ana sabe que le gusta Juan, pero no sabe por qué; la envidia crece sin un origen racional; el adiós cara a cara es doloroso de afrontar; la muerte decidida se trata de explicar para consuelo de los demás; el amor, si es de verdad, mejor no arriesgarlo al arrebato; los personajes descubren los miedos y pasiones, los apegos y las obsesiones del autor. Por eso el escribir.

«La verdad necesita de un gran vacío», dice Zambrano, «donde pueda aposentarse». La verdad. Nuestras verdades.

Una promesa y un compromiso los queremos por escrito, aunque las palabras sean las mismas en suspiro que en papel. Necesitamos escribir para confesar y para creer, para preguntar y entender, para imaginar y crear. Escribimos para recordar y guardar en palabras; «si no se perdiera nada, la literatura no tendría razón de ser (El cuarto de atrás)».

Por eso, María. Por eso el escribir.