La escritora Judy Batalion rescata del olvido el papel de un grupo de mujeres judías polacas que se convirtieron en luchadoras contra el nazismo, testimonios que recoge en su libro Hijas de la Resistencia, con el que ha querido «acabar con el mito de la pasividad judía en el Holocausto».
Batalion ha confesado que ella misma «tenía en la cabeza» esa idea de la pasividad judía, a pesar de que sus abuelos eran supervivientes y de origen polaco: «Esas mujeres no eran pasivas: hacían explotar trenes, escapaban de los guetos, compraban armas a traficantes en los cementerios, se disfrazaban, y eso no tiene nada que ver con la narrativa que me había llegado de tristeza, pasividad y de conformarse».
La autora comenzó a abrir sus ojos cuando en la British Library descubrió durante la investigación un oscuro libro en yiddish publicado en 1946 titulado Freuen in di Ghettos (Mujeres en los guetos), que relataba las historias de resistencia y hazañas de estas jóvenes y, al ver que eran «activas», su propósito fue «ayudar a desmontar ese mito». Frente al mito, Batalion descubre en esas vidas «actividad, rebelión, lucha constante, desafío, mujeres que buscaban alimentos, que disparaban a agentes de la Gestapo» y que miles y miles de judíos participaron en la resistencia. En los más de noventa guetos que había en Europa del Este «consiguieron rescatar a más de 20.000 personas».
Revela Batalion que el libro comenzó «por accidente», porque nunca se propuso escribirlo: «Empezó hace quince años, cuando vivía en Londres, en un momento en el que pensaba en mi identidad judía y en el legado emocional del Holocausto y cómo pasa el trauma de generación en generación». Aunque decidió concentrarse en la actividad de resistencia de las mujeres judías en Polonia, en su investigación descubrió que «esas jóvenes clandestinas surgieron de los movimientos juveniles existentes antes de la guerra y que estaban en comunicación con otros grupos, en Suiza, en Estados Unidos, en Palestina, si bien no actuaban como parte de una red de resistencia internacional». De hecho, añade, incluso dentro de Polonia ya era difícil conectarse, porque «muchas mensajeras eran fusiladas cuando eran capturadas».
El hecho de que la historia de estas mujeres haya permanecido en el olvido se debe, según Batalion, a muchos factores, entre ellos a que «el Holocausto es un fenómeno histórico sumamente complejo y durante mucho tiempo nos hemos sentido incómodos al hablar» de él. Aún hoy, destaca, hay mucho malestar a la hora de hablar de la resistencia porque, al darle demasiado valor, parece que se menosprecia a las mujeres que no fueron tan activas. «Hay dos historias mal contadas, la de los judíos en la resistencia, sobre todo en Polonia, y luego la experiencia de las mujeres durante el Holocausto, y al respecto todavía queda mucho por contar y saber», indica.
Había miles de mujeres jóvenes que estaban implicadas en estas «actividades dramáticas y valientes» y Batalion, que viene de una familia judía superviviente y que tiene un doctorado sobre la mujer, «no sabía nada de este episodio».
Batalion encuentra «razones políticas, porque la política da forma al relato del Holocausto, y luego confluye un componente personal, pues muchas de estas mujeres no contaron su historia, o la contaron en 1945 y luego no la explicaron más». Recuerda que «a algunas no las creían, las acusaban de colaboracionistas, de acostarse con los nazis para sobrevivir, y muchas de estas mujeres se sintieron culpables porque, en contraste con la experiencia de las supervivientes de Auschwitz, parecía que ellas no habían sufrido tanto».
En su investigación ha encontrado «historias dramáticas», como la de una joven a quien sus compañeras llamaban «la ejecutora», que se hacía pasar por campesina y mataba a punta de pistola a nazis tras camelar a los guardias de la Gestapo. «Otras desafiaban a las autoridades nazis y llevaban escuelas, comedores sociales, guarderías, y otras decidieron acompañar a sus hijos en las cámaras de gas».
Batalion, que se ha convertido en coguionista del proyecto de llevar al cine el libro, de la mano de Steven Spielberg, confiesa que para su próximo libro piensa en «la Polonia de la década de los años 30, con una sociedad muy moderna».
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