Amedeo Ansaldi es un escritor y traductor nacido en Milán, Italia, en 1957. Obtuvo en 2010 el Premio Internazionale per l’Aforisma “Torino in sintessi” y en 2014 el Premio “Le Figure del Pensiero” (sección de aforismos) organizado por la Associazione Nazionale Pratiche Filosofiche di Certaldo (CI). Compiló la antología Aforismi al femminile (Puntoacapo, 2017), que reúne a dieciséis aforistas italianas. Manuale di scetticismo (Puntoacapo, 2014) y L’onere delle condizioni (Babbomorto, 2019) reúnen sus aforismos. Sus textos han sido traducidos al inglés, el alemán y el español. Presentamos una selección de aforismos traducidos por Hiram Barrios.
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Siempre escogemos a nuestros enemigos de entre los que habríamos podido ser. Ellos son nuestra imagen perdida.
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La regla exige que el tiro de advertencia sea disparado contra un inocente.
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Precisamente porque me esfuerzo en imitar a éste o a aquel gran hombre, no me asemejo a ninguno de ellos; me parecería más si me pareciera a mí mismo.
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Hay virtudes de las que los moralistas ni sospechan su existencia.
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Por mucho que lo desee, nadie podrá despertar más envidia que la que es capaz de sentir.
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Las verdades son viejas como el mundo: no pueden compararse con la frescura de una mentira.
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No soy tan inteligente como para permitir una opinión, y no sería lo suficientemente estúpido como para defenderla.
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Tus pensamientos apuntan tan lejos… ¿!y pretendes que golpeen lo que se sientan a tu lado!?
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¿Por qué te afliges, oh tonto, si el mundo huye de ti? ¿No ves a quienes persigue?
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Mientras escribo, tal vez hay dentro de mí otro que lo hace en mi lugar; pero si leo, no: soy yo precisamente.
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Si soy un espíritu libre, ¿quién podrá quitarme la libertad?
Y si no lo soy, ¿quién podrá dármela?
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La decadencia de la humanidad comenzó con la medición del tiempo: los relojes solares, el calendario, la clepsidra… hasta las tristezas incontestables del reloj. Ningún estado de gracia sobrevive a la conciencia de qué fecha o qué hora es.
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Egoísmo: la ilusión de amarse al menos a uno mismo.
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¿Quién es más distraído? ¿El que ve la mitad de lo que sucede o el que ve el doble?
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Es sorprendente la cantidad de personas tímidas y humildes que no se encuentran en los círculos literarios.
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La inteligencia se revela plenamente cuando se desperdicia, no cuando se usa.
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Sólo se vuelven a leer las cartas de los juicios perdidos.
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Nadie, ni siquiera quien lo dirige, puede conocer el funcionamiento de un sistema mejor que sus víctimas.
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Todas las ruinas, naufragios o derrotas pertenecen, legítimamente, a nuestra biografía (si es que tenemos una); los éxitos son útiles, a lo sumo, para preparar un currículum.
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La verdad es incómodamente sucia, de acuerdo. Pero considera que no tiene un traje de repuesto.
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