A Carla Berrocal la conocí personalmente en Roma en noviembre de 2019, en un tiempo sin mascarillas y lleno de largos paseos por el Trastévere. Ya estaba familiarizada con su trabajo como autora de cómics e ilustradora, pues había colaborado con ella y con Elisa McCausland en un texto para el catálogo de la exposición itinerante titulada “Presentes: Autoras de tebeos de ayer y hoy” que comisariaron en 2017. Sabía que Carla era una apasionada de la recuperación de las voces femeninas del cómic por su tenaz trabajo en el colectivo Autoras de Cómic. Su compromiso creativo con la historieta incluye ese otro lado de gran divulgadora de la memoria gráfica de las figuras olvidadas. Cuando coincidimos en Roma aquel noviembre luminoso, tuve el privilegio de ver en su estudio de la Academia de España los bocetos y algunas de las páginas que estaba terminando de entintar de la futura pieza. Carla me explicó con detalle la complejidad de su proyecto y todo lo que planeaba cubrir a través de un solo cómic, donde condensaría biografía, reflexión e historia. La verdad, quedé fascinada y a la espera de ver el libro terminado.
Carla Berrocal, además, inserta como paratexto los fragmentos de una canción dentro de una serie de cartelas finas en la parte inferior de las viñetas. Esta melodía arranca en el momento que la madre de Concha establece sus condiciones y deja claro que su hija no irá a ninguna parte sin ella. “Salero de España” es la canción elegida para fraguar esta escena, y fue compuesta en colaboración por Antonio Quintero y Rafael de León, con música de Manuel López-Quiroga, en la década de los cincuenta. Es una canción emblemática en la trayectoria futura de Concha y facilita que el lector interprete de forma natural la sociedad y las emociones que evoca. La idea del “salero” como modesto regalo sirve para describir diferentes perfiles vitales: los toreros, las viejas, los calés, los soldados… y reivindicar la idea de la gracia, e invocarla como algo profundamente español. Los fragmentos de esta letra de la canción terminan de aparecer con puntos suspensivos en la cartela inferior de una viñeta pequeña de plano general centrada y solitaria en una página. Es como si mirásemos a través de un visor rectangular con marco blanco que nos muestra lo que sucede en la distancia. Vemos un transatlántico surcando los mares y entendemos que madre e hija se han embarcado rumbo a la aventura americana. La siguiente página se abre a una viñeta de espacio completo con un plano general de los edificios de Nueva York y una pequeña cartela en la parte superior situando la acción que se desarrollará un 21 de noviembre de 1921.
Ahora entramos en la etapa de formación y crecimiento de Concha, donde aprenderemos sobre las diferencias entre el mundo del espectáculo estadounidense y el español. Carla Berrocal elige situar la trama de la acción de arranque en la figura de Penella. En pocas viñetas apreciamos cómo este compositor se abrió camino en el Park Theatre montando sus producciones musicales. Aparecen artistas ensayando las letras de “El gato montés” bajo su atenta mirada mientras un joven ayudante le interrumpe para indicarle que alguien ha venido. En las siguientes páginas Carla Berrocal vuelve a jugar con la estética de los planos cortados desde abajo, para que el lector sienta que escucha agazapado las conversaciones entre los diferentes personajes. Concha canta en los camerinos la letra de “La maja de rumbo”, de Penella, y un hombre la escucha fascinado. Penella había recogido la iconografía de los tipos populares del costumbrismo callejero que ya estaban arraigados en la estética de finales de XVIII; hay, por ejemplo, un cuadro de Antonio Carnicero con este personaje en la colección del Museo del Prado. Del XIX, por otra parte, se conoce una comedia lírica de Serrano y Fernández Shaw que lleva el mismo título. El hombre, impactado por la voz de la joven Concha, es el productor John Cort, que rápidamente presiona a Penella para que la incluya de alguna manera en la producción que se estrena al día siguiente. Los éxitos de la joven Concha y su iniciación en el universo afectivo de los amoríos irán modulando la trama. Viajes interminables, nostalgia y desengaños amorosos, serán los elementos catalizadores de su hondo deseo por retornar a España.
Concha había llegado a Nueva York con quince años y regresa a España a finales del 1926 convertida en una joven adulta, muy inteligente y con una gran experiencia profesional. El trabajo biográfico de Carla Berrocal va sumando momentos claves que prefiguran sus posteriores reflexiones sobre los matices de su personalidad. Además, lo hará insertando el paratexto musical como hilo de emociones irrefrenables. La joven Concha, por ejemplo, siente que se le activa su imaginario más nostálgico al oír un vinilo con el popular pasodoble “Suspiros de España”, de A. Álvarez, que pese a haber sido estrenado en 1902 seguía siendo de gran actualidad. La delicada escena de la fiesta navideña en un frío y nevado Nueva York de 1925 que Carla dibuja se inspira en la canción “En tierra extraña”, que en 1927 compone Penella para Concha. En su letra se describe la coreografía de la emoción más melancólica que tuvo lugar en una reunión entre españoles que están brindando con vino español —en época de ley seca—, y celebrando su lejana patria:
Mas, de pronto, se escuchó
un gramófono sonar,
“callar todos”, dije yo,
y un pasodoble se oyó
que nos hizo suspirar.Cesó la alegría,
ya todos callaban,
ya nadie reía,
que todos lloraban,
oyendo esta música
allá, en tierra extraña
eran nuestros suspiros,
“suspiros de España”.
A Carla Berrocal también le preocupa reflexionar sobre la dimensión crítica que rodea la figura de Concha, y cómo los estudiosos han entendido su trayectoria profesional. Para ello inserta en esta novela gráfica episodios con figuras relevantes que la han estudiado a fondo. Juega con la tonalidad rojiza como elemento distintivo de esas viñetas analíticas que complementan a las biográficas en blanco y negro. El historiador musical Martín de la Plaza explica las diferencias que tuvo con Imperio Argentina o Estrellita Castro, y la manera en la que Concha Piquer va por libre y decide formar con su esposo su propia compañía. Así comprendemos que el bagaje estadounidense modela su carácter como empresaria en una época donde ser mujer no facilitaba las cosas. Concha aprende de sus fracasos, pues trató de implementar los espectáculos tipo Broadway en la cultura española, pero no funcionaron, y entonces se da cuenta, como bien le explica Martín de la Plaza a Carla Berrocal, de que es en la canción española donde está el éxito. Su personalidad está impregnada de mucha intensidad, se transforma en una mujer de carácter para conservar su territorio, y el apelativo “Doña” delante de su nombre representa esa fortaleza.
Con Lidia García, investigadora y divulgadora, Carla Berrocal trata de entender lo que ha significado la copla para las mujeres españolas. Sus interrogantes la hacen partícipe de la escena y se inserta como personaje en las viñetas. El diálogo entre la creadora del cómic y la investigadora construye interesantes reflexiones sobre los parámetros LGTB que se formularon a través de la figura de Rafael de León y su trabajo como letrista, y todo el peso subliminal de lo que quería trasmitir con sus letras. Hay además reflexiones sobre el sentido feminista de esa música y cómo reconfortaba a las mujeres marginadas. También hablan sobre el gusto gay por las divas como fenómeno global. Entender y valorar lo que significaron las canciones populares analizando diferentes ámbitos sociales permite elaborar reflexiones más profundas y enriquecedoras. No solo fue la música que entretenía al patriarcado represor de la dictadura franquista, también era la melodía de otros grupos que vivieron y sufrieron ese mismo presente.
Por otra parte, la novela gráfica arranca antes de la Guerra Civil y de la dictadura de Franco, trazando una línea clara sobre los orígenes de esta música que podemos conectar con toda la tradición de la cultura popular del XVIII y XIX. El dictador Franco aparece en la segunda parte de la novela gráfica. Y lo hace ocupando toda la página con un plano medio en el que está leyendo su manifiesto de sedición desde Radio las Palmas en la mañana del 18 de julio del 36. La noche antes había firmado el bando de guerra y estallaba la sublevación militar contra el gobierno democrático de la Segunda República. El lector entiende el peculiar paralelismo entre el texto del discurso de Franco citado literalmente y lo que fue ocurriendo. Hay planos medios y generales sobre la guerra civil, soldados, tanques, bombardeos, trincheras, cadáveres, destrucción y ruinas. La vida de Concha Piquer también sufre, pues su madre, figura capital en su vida, muere en 1937. Por otra parte, su colaborador y magnífico letrista Rafael de León es detenido y encarcelado en Barcelona por el bando republicano en 1938 y en noviembre del 39 a su gran amigo, el cantante Miguel de Molina le dan una brutal paliza y se tiene que marchar al exilio.
Después de esta dramática escena que condensa el impacto de la sublevación y la Guerra Civil, los discursos populistas del dictador y la manipulación ideológica, Carla vuelve a abrir el espacio a la reflexión crítica introduciendo un diálogo con la hispanista Stephanie Sieburth, profesora en la universidad de Duke, en Estados Unidos. A partir del interrogante que quiere discernir las razones por las que la copla se ha asociado al fascismo, descubrimos que no era música reaccionaria. Aunque este tipo de canción alcanzó su época de mayor éxito durante el periodo franquista y se intenta instrumentalizar desde el poder, sus letras más conocidas y representativas hablaban de temas profundamente humanos. Mostraban emociones y dilemas universales, rebeldía y pasión, y precisamente por su riqueza de imágenes sumamente pasionales podían ser interiorizadas, y lo fueron, por todos los bandos y grupos sociales. Sieburth destaca que la copla nace con la República y que hay una conexión directa con lo que hizo, por ejemplo, Federico García Lorca con la Argentinita. El cómic de Carla Berrocal condensa de forma magnífica aspectos claves de los análisis teóricos de la hispanista y lo mucho que queda por estudiar y recuperar. Nos recuerda la fuerza que tuvo la copla en el exilio, y cómo fue un puente que conectaba muchas visiones.
Carla Berrocal ha escrito un cómic poliédrico y magnífico, donde biografía, investigación y pensamiento crítico se unen para formular un espacio creativo innovador y de enorme belleza. Es una obra espléndida donde la copla vuelve a sonar convertida en dibujos, y la vida de una mujer nos emociona, y la historia cultural del siglo XX nos hace madurar y aprender a valorarla.
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Guion y dibujos: Carla Berrocal. Título: Doña Concha. Editorial: Reservoir Books. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.
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