Marta Jiménez Serrano es una escritora nacida en Madrid en 1990. Es autora de la novela Los nombres propios (Sexto Piso, 2021) y del poemario La edad ligera (Accésit del Premio 2020, Rialp, 2021). Ha colaborado con sus textos en revistas literarias como Piedra del Molino, Turia o Anáfora, y en la antología de lengua hispana Casapaís. En noviembre de 2021 recibió la beca de Acción Cultural Española en colaboración con la Mairie de París para disfrutar de la Residencia de escritores en la Cité internationale des arts 2022. Licenciada en Filología Hispánica (UCM) y máster en Estudios Literarios (UCM) y en Letras Modernas (Université de Lorraine), actualmente escribe e imparte talleres de escritura en Madrid.
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“Equivocar el camino
es llegar a la mujer,
la mujer que no teme la luz,
la mujer que no teme a los gallos
y los gallos que no saben cantar sobre la nieve”Federico García Lorca
LLÉGAME, llega a mí
aunque no se pueda,
aunque yo sí tema la luz
y tema el frío.
Llégate aquí.
Te comparto mi angustia
y mi sombra. Te lo he dicho:
sí le temo a la luz.
Darte mi miedo como si te diera
un taladro, un electrodoméstico, una alarma.
Quizá tú sepas cómo funciona,
cómo arranca
para qué puede servirnos.
Sellar el amor como quien cuelga un cuadro.
Entregar el miedo, no como soltarlo y huir
sino como quien abre un libro de instrucciones.
Yo no lo entiendo
Tú tampoco.
No importa.
Viene en varios idiomas, pero ninguno sirve.
Llega a mí.
Temo la luz.
No sé decir: la luz
sí me da miedo.
Atraviesa esta incapacidad
que soy, que tengo.
No quiero decir nada,
pero te estoy llamando.
Dos necesariamente.
No como el cobre y el estaño
sino como las alas.
No para la pesantez
sino para el vuelo,
para estallar en el cielo
como la lucidez
de las bengalas.
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“En un libro es fácil: sueño con una heroína graciosa, de ánimo sereno y paciencia de ángel, la bautizo Constance y hala: ya está ahí”
Claire Legendre
YO nunca seré así,
es mejor que lo sepas ya.
No soy capaz
no me hace feliz
no puedo ser así
aunque lo intente.
No sé pintarme el ojo para que sea
más grande de lo que es.
Sólo a veces de llorar se vuelve
más pequeño de lo que es.
Me echo rímel
y lloro
y no sirve de nada.
Qué manías
tiene esta niña,
decían en mi casa.
Ahora que mi casa
eres tú,
qué dirás.
No soy delicada
pero soy frágil.
Soy más o menos flexible
pero no grácil.
No soy oportuna
no soy paciente
no sabría decirte lo que soy.
Pero no obtengo becas
ni trabajos remunerados
ni se publicará este poema en ningún sitio.
Si me pinto los labios
se quedan en el vaso.
Solo tengo tres pares de zapatos.
Me da pereza
fregar el baño
fregar los platos
hacer la compra.
No sé sumar,
restar,
multiplicar
ni calcular un porcentaje simple.
Qué pocos problemas
da esta niña,
decían en mi casa.
Qué dirás tú,
que ahora eres mi casa,
cuando te dé todos mis problemas.
Tengo unos tres o cuatro al día,
según humor estacional,
variable hormonal
y contexto histórico-social.
Qué bien se porta,
pero tú sabrás que no me porto bien.
Qué responsable,
pero tú me sabrás irresponsable.
Siéntate bien
cierra las piernas
ponte recta,
pero contigo
voy a tumbarme
con las piernas abiertas
y la espalda combada.
Y cómo se hace para cambiar de casa.
Y cómo sé que me querrás
aunque no te retenga.
Cómo entender que me querrás
con todo lo que no tengo.
Que nunca ha sido más tersa
mi piel que en tus manos.
Que basta
con la simpleza de lo que soy,
igual que un rayo de sol
le basta al verano.
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LÁBIL
Del lat. labĭlis.
1. adj. Que resbala o se desliza fácilmente.
2. adj. Frágil, caduco, débil.
3. adj. Poco estable, poco firme en sus resoluciones.
4. adj. Quím. Dicho de un compuesto: Inestable, que se transforma fácilmente en otro.
LÁBIL. Húmeda. Fácil.
Como al entrar y salir
tú de mí.
–Tú. Quién eres tú–.
Escurridiza sin ser huidiza.
Sólo flexible
sólo fluida,
como el fluido que chupas tú
de mí.
–Yo. Qué cosa yo–.
Lábil.
Quiero ser lábil.
Frágil, caduca
como el rasgueo
contra mi nuca
de tu temblor
(Dios. Sol. Amor:
todo lo eterno
me da estupor).
Cederme meses,
años enteros
de estar confusa.
Desordenada, trémula
idea sin deducción.
No ser dicción
ni pensamiento.
Lábil. Me siento
una abstracción
inconsistente
de lo que pienso.
Lábil. Química. Grácil.
Como al querer compartir
sin exhibir.
–Dime: qué sabes de mí–
Modificable sin ser mutable.
Sólo permeable,
sólo extensiva,
así la deriva de tus palabras
en mi atención.
–Tú. La cinética. Yo–.
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Para Juan
EDAD. Una palabra que me gusta.
Di sal. Di ven. Di quédate. Los otros
son ahora los otros. El tiempo
quedó fuera del tiempo.
Edad que no atraviesa esto que hacemos.
Di no. Di ya. Di acércate. La casa
tiene ahora sentido: es una casa. La muerte
tiene ahora importancia: no te mueras.
Edad. Una palabra que está fuera.
Edad. Los dos. Di cásate. Di vale.
El tiempo dice somos calaveras.
Yo digo aquí no hay tiempo. Nos dormimos.
Tú dices duérmete. La edad ligera
no surte efecto. El beso.
El eco contra el hueso: no te mueras.
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DONDE EL AMOR EMPIEZA
AHÍ donde dicen todos
los estudios científicos que
acaba el amor,
tres años y dos meses más tarde.
Ahí donde los artículos
de periódico lo dan por concluido,
donde terminan las pelis
donde se deja la gente.
Ahí donde según diversas
universidades de prestigio mundial
el amor no tiene ya cabida.
Ahí
exactamente ahí
es donde el amor empieza.
el poema de Marta Serrano que aparece al comienzo del relato «La ciudad moderna» en el libro «no todo el mondo» es obra de la escritora. Tengo que traducirla en italiano y me gustaría saber más sobre su origen.
Muchas gracias por la ayuda.
Giovanni