A través de un complejo retrato sobre los lazos de la maternidad, Elena Ferrante analiza íntimamente nuestra complicada naturaleza para resolver en qué nos convertimos cuando abandonamos nuestros roles.
Una madre que retoma su nombre propio. Ya no es mamá sino Leda, hasta a ella le suena extraño. Leda, profesora de literatura inglesa de cuarenta y tantos con un nuevo traje y bañador, quiere conquistarse, concretar una cita con ella misma en un lugar no especificado de la costa del mar Jónico. La playa aquí, como las Cumbres Borrascosas de Brontë o la isla y los demonios de Laforet, es un inquietante personaje más. Con las hijas criadas, lejos y cuidadas, disfruta de la autocomplacencia y de un merecido egoísmo. El voyeurismo es su único entretenimiento. Pero “una hija es el vórtice de todas las ansiedades”, escribe y recuerda, porque es arduo olvidar una relación en la que el nudo materno todavía es tangible y estrecho.
Desde su sombrilla se despierta su intriga por Nina, una madre muy joven, y su hija inseparable, una niña pequeña. Las envidia, admira o detesta. Leda no sabe, pero su observación obsesiva avivará sus fantasmas y conducirá a estas tres generaciones de mujeres a dibujar un inquietante triángulo.
La narración se retuerce elusivamente a través de la línea de tiempo mientras yuxtapone el amor-odio entre madres e hijas. La autora ofrece una exposición anímicamente oscura, sobre la presión por cumplir con el asfixiante dogma de la maternidad y los roles femeninos. Descubriremos la disociación de Leda como madre, la desconexión antinatura. En ella observamos la contradicción entre cómo entregarse al cuidado de otros puede fragmentarte pero también cómo el desprendimiento no queda libre de culpabilidad. La culpabilidad soterrada, como en sus Días del abandono, impregna el relato.
En La hija oscura además damos con guiños a sus otros personajes ferrantianos. Lenú, la niña misteriosa, comparte nombre con la protagonista de su mítica saga La amiga estupenda. Aparece además un cuarto personaje: la muñeca, reiterado símbolo en la obra de la napolitana. Es posible trazar una genealogía entre las diferentes narradoras que ha creado Ferrante. Podrían incluso tratarse de la misma mujer en diferentes etapas. La insatisfacción, el deseo de independencia y la doble cara —algo que comparten con su creadora, todavía refugiada en el seudónimo— las une.
La actriz Maggie Gyllenhaal ha elegido debutar como directora y por lo alto —tres nominaciones a los Oscar y un León de Oro— trasladando al cine un texto en el que las alusiones y lo que no se dice son la clave. Adherirse al fenómeno de quien es hoy el mayor enigma de la literatura actual, Elena Ferrante, retratando las complejidades de las mujeres de mediana edad, grandes olvidadas en literatura y en la pantalla. A día de hoy no sabemos quién se esconde detrás de la hacedora de éxitos. Desde que irrumpiera en Italia con L’amore molesto, sus editores procuran salvaguardar a quien ya es un mito. No hay certeza sobre su sexo, otros conspiran sobre una nacionalidad napolitana inventada. La mayoría de los críticos la saludan como la nueva Elsa Morante, una voz extraordinaria que ha dado un vuelco a la narrativa de los últimos años. El hermetismo alrededor de la autora nos lleva a plantearnos incluso si existe. ¿O existen? La imaginación y algunas teorías conspiratorias hasta hablan de Ferrante en plural.
Aunque su voz sea poco fiable, la autora ha señalado su Hija oscura como favorita entre todas. Un viaje agotador, claustrofóbico y convincente a través de la mente de otra narradora hipnótica.
—————————————
Autor: Elena Ferrante. Título: Hija Oscura. Editorial: Lumen. Venta: Todostuslibros y Amazon
Zenda es un territorio de libros y amigos, al que te puedes sumar transitando por la web y con tus comentarios aquí o en el foro. Para participar en esta sección de comentarios es preciso estar registrado. Normas: