La casa de La Piedra, de Nieves Chillón (El Envés Editoras), es un relato en verso y una ficción. Es ficción en tanto que E., el personaje femenino que va madurando en sus páginas, es mitad carne, mitad tinta. Hay reescritura, la de un tiempo que Nieves Chillón no ha visto ni ha vivido en su piel, pero ha reconstruido como si fuera un retazar, de aquí y de allí, de unas y de otras. Para las mujeres de “La Piedra”, una cortijada humilde del altiplano granadino, la autora ha querido buscar una lengua común. La mirada a lo rural no es una mirada idealizada, tampoco crispada, sí lírica y agridulce, áspera y poética a la vez. La pobreza y lo femenino aguijoneado de violencias están en el libro convertidas en un discurso que tuvo su correlato histórico en un momento en que no era fácil ninguna postura política. En aquel tiempo, además, la idea del pecado era poderosa. Una idea inmensa y terrible con la que encadenar más, si cabe, a hombres y mujeres, y mucho más a las mujeres. La casa de La Piedra es un homenaje, un darle voz a esta casa, un poner en boca de los personajes a medio camino entre lo inventado y lo cierto un discurso lírico que es real y crítico. Porque lo lírico también es político.
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Prólogo
Inventamos un mito que encaje sobre la tierra cruda
donde se pisan las hierbas agostadas hay alguien que dice Faetón y lo escribe
aunque todos respiran el calor que escupen las cañas amarillas
algunos imaginamos un paisaje sin temperatura poblado de héroes
ambos cuadros no encajan y al recorrer la tierra seca
con más dificultad conciertan mi cielo con el cielo mi suelo con el suelo
miro caer la tarde y las piedras granates como el pastor que vuelve
como los que regresan después de un largo viaje
y pienso en Gerión el Rojo el hijo de Carson.
Obediente
Me llamo E. y soy una niña obediente
me levanto al salir el sol doy de comer a los caballos
una yegua me lleva a la escuela cada día
también ella espera mi regreso sin quejarse
hago cuanto la maestra me pide
todo lo que Madre me pide
la otra noche en el baile
me puse mi ropa nueva mis mejores zapatos
bailé de su brazo porque él me lo pidió
mi caballo trotaba más lento que su mano
sus dedos que su lengua
por las mañanas camino de la escuela
recité las ciudades y me dije
Las niñas obedientes hablan solo
cuando se les pregunta así que
no yo sino este lápiz en el palomar de la casa
escribirá para los ojos de los pájaros:
Ásperas como el fango aquellas manos
me dibujaban círculos debajo de las bragas.
riega las flores al atardecer
La rosa abre sus pétalos enseña las axilas
proyecta con descaro sus diecisiete labios
yo
quisiera esa rosa entre mis piernas
así de suave así de tersa así
tan sin el árbol.
Panfletos
Dorada es la casa de La Piedra
en la grisura del páramo junto a los taráis
el sol la mira a ella primero a su pared de barro y yeso
después la luz eriza y vuelve flechas
la pelambre amarilla de los campos
y la vida cocea relincha canta y calla solo
cuando se lee el correo
ha sido detenida por difundir panfletos
cuando se escucha el parte de noticias en la radio inmensa del aparador
hay varios detenidos por difundir panfletos
en el llano como un broche perdido
la casa de La Piedra en la cañada relumbra con más intensidad
y se dora rojea se amorata reflejo de esa imprenta
lejana y clandestina.
Desde la lejanía
El corazón me tira hacia la tierra blanca
sale de mi pecho arrastrándose en el barrizal
ya seco polvareda pobre savia seca donde hubo
pisadas de niños pies desnudos
mis ojos brújulas se detienen en el mismo lugar
lejano lienzo ocre donde la piedra se confunde con La Piedra
osamentas dispersas árboles que emigraron
hacia huertos más fértiles a otras estaciones
si la lengua me tira como a una vaca sedienta como a la yegua
es porque el paladar quiere escribir los animales comen sal
referir la ropa de A. niño sentado en el poyo de la casa
levantándose con la uña la rodillera que cubre el roto
de un pantalón heredado que a su vez fue heredado
hurgando hasta que se levanta el parche y tira
y Madre ni se fija colgando como está las telas de ese barco
grande que es La Piedra desde la distancia yo la veo
señalándola con mi lengua negra de pájaro
le grazno le grazno incapaz de hacerme comprender.
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Nieves Chillón (Orce, Granada, 1981) se formó en la Universidad de Granada y es profesora de Lengua y Literatura. Ha publicado ocho libros de poesía, algunos de ellos galardonado con premios de reconocido prestigio como el Premio Unicaja de Poesía de Málaga o el premio Juan Gil-Albert/Ciutat de València. Su obra figura en varias antologías, publicaciones online y volúmenes conjuntos. Ha coordinado el volumen: Pero yo vuelo. Antología de la más joven poesía en Granada (Ediciones en Huida, 2015), que recoge las voces de doce poetas menores de treinta años vinculados a esta ciudad. Desarrolla distintas acciones culturales en el Altiplano granadino.Tras ser galardonada con el XXVII Premio Andalucía de la Critica, Nieves Chillón, publica en El Envés Editoras, La casa de La Piedra, un relato en verso donde la ficción poética se articula en torno a esta casa como elemento central.
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Autor: Nieves Chillón. Título: La casa de La Piedra. Editorial: El Envés Editoras. Venta: Todostuslibros
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