Otro veinticuatro de marzo, el de 1973, hace hoy cuarenta y nueve años, Syd Barrett no sabe muy bien dónde se encuentra, mientras Pink Floyd, la banda que él fundó y hasta dio nombre, se dispone a publicar en el Reino Unido The Dark Side of the Moon. Ojalá estuvieras aquí (1975) será el título del siguiente álbum de la formación y estará dedicado a Barrett, dirán los comentaristas musicales.
Los jóvenes que escuchan a Pink Floyd, puestos a dar una nueva dimensión a sus canciones —a menudo suites con varios movimientos, recuérdese Atom Heart Mother (1970)—, juegan como si tal cosa con la alteración de los procesos de la conciencia, y a eso que dice Burroughs lo llaman sencillamente el “colocón definitivo”. Pero “el colocón”, por seguir con su lenguaje, acabará siendo un “cuelgue, una vida quemada en un instante de juventud rabiosa. Casi todos recordarán a un amigo —y no digamos si fue una novia— que como Syd Barrett se quedó imaginando colores imposibles, a ver si daba con alguno nuevo, y así, sin hacer otra cosa, hasta el fin de sus días.
A buen seguro que cuando Aldous Huxley, que tanto supo de esto en sus transportes con mescalina, escribió Las puertas de la percepción (1954) no pensó en que cuando Syd Barrett las traspasase nunca iba a saber cómo cerrarlas y encontrar el camino de regreso. Hay veces, sostiene el propio Huxley, que la percepción se dispara hasta hacerse sobrecogedora y las impresiones sobrepasan a quien las experimenta.
Ése debió de ser el caso de Syd Barrett. Cuantos asistieron a los desvaríos de sus últimos conciertos en el año 70 aseguran que los alucinógenos le hicieron perder la cabeza. De modo que tal día como hoy, de hace cuarenta y nueve años, no sabe que The Dark Side of the Moon, que en Estados Unidos lleva vendiéndose desde el día primero, va a ser el álbum con el que Pink Floyd dejará de ser una de las formaciones más representativas del rock psicodélico para convertirse en una de las más destacadas y populares del rock sinfónico. Todo un fenómeno de masas de los años 70. Rosemary, su hermana, quien cuando muera la madre de ambos será la que cuide a Syd hasta el final de sus días, sí que barrunta algo.
La etapa de Barrett —quien llamó así a la formación en honor a Pink Anderson y Floyd Council, dos bluesmen proscritos— para los primeros seguidores de Pink Floyd siempre será la preferida. No en vano discurre por varios de los grandes títulos del rock psicodélico: Arnold Layne, See Emily Play, Astronomy Domine, Interstellar Overdrive… Piezas todas ellas que, incluso estando sereno, sin haber traspasado las puertas de la percepción, emocionan igual en nuestro nefasto tiempo que hace cuarenta y nueve años.
El que hoy vive el gran Syd sin enterarse de nada es uno de los nuevos momentos estelares de la humanidad, porque sintetiza un hecho insólito y sin precedentes. Por primera vez en la historia, una generación, mayoritariamente, concibe las drogas, algo que tiene tan poco que ver con la libertad más inmediata, la de poder levantarse y hacer las cosas que ocupen la cotidianidad de cada uno, como sustancias liberadoras. Incluso las víctimas venideras de la toxicomanía se darán a ella por su embriaguez, por la autodestrucción que procura o por ambas cosas, pero no por liberación alguna. Ése fue el caso de Amy Winehouse, por citar, de los últimos ejemplos, uno de los más conocidos.
“He visto las mejores mentes de mi generación destruidas por la locura”, escribe Allen Ginsberg en los versos más conocidos de Aullido (1956). “Negros al amanecer buscando una dosis furiosa”. Cuántos de los de entonces, de los días de Pink Floyd, del cuelgue de Syd Barrett y de la concepción de las drogas como sustancias liberadoras no habrán recordado el poema de Ginsberg al cabo de los años, tras descubrir, finalmente, que la embriaguez es mentira, que lo único cierto son las pesadumbres de las cosas.
En el 75, mientras Pink Floyd grababa su nuevo álbum, Syd se presentó en los estudios de Abbey Road donde se estaba llevando a cabo. Apenas fue capaz de pronunciar palabra alguna. Tenía la cabeza rapada hasta las cejas y aquellos aún eran los días del pelo largo —hoy los recuerdos del pelo largo (Burning)—. La impresión que causó a sus antiguos compañeros, que nunca le olvidaron, fue tan tremenda que nació el Wish You Were Here.
A instancias de varios de los grandes de la escena del rock británico —Pete Townshend, Kevin Ayers, David Bowie…— pudo volver al estudio. No grabó más que acordes desafinados y otros desvaríos. En el 82 intentó dejar la casa de su madre y volver a instalarse en Londres. Fue superior a sus fuerzas. Regresó andando a Cambridge, unos ochenta kilómetros.
Desde que perdió la cabeza en el 70 hasta que se lo llevó la Parca en 2006 a consecuencia de un cáncer, Syd Barret se dedicó a la pintura en un intento de plasmar sus alucinaciones. Triste suerte para uno de los grandes del rock psicodélico. ¡Larga vida al rock en todas sus manifestaciones! Así se escribe la historia.
Me encanta leer sus artículos.
Pobre apología antidrogas; suena al discurso casposo de ‘se comienza con un porrito y se acaba con la heroína’. Como decía Cervantes ‘quien mucho lee y mucho camina, ve mucho y sabe mucho’. Vaya a ver mundo, por favor.
Las drogas no liberan. Es un camino fácil y una mentira. Es tan evidente, que ni hace falta decirlo. Aplíquese su consejo y vaya a ver mundo, empezando por una clínica de rehabilitación o un centro de menores cuyos padres empezaron con un porrito. De caso todos los que conozco que empezaron con las drogas, y son muchos, o lo dejaron o están muertos. Son muy pocos los que pueden atravesar la cuerda floja sin caer al vacío.
Un poco de matemáticas: cuantos toman o han tomado drogas, cuantos han acabado en clínicas de rehabilitación o muertos. Un porcentaje mínimo la verdad; el tema no es tomar drogas, el tema es por qué se toman drogas: ¿lo hace por evadirse? Mal acabará. ¿Tiene amueblada la cabeza? Poco mal le hará.
Mientras se pasea por esas clínicas que tanto conoce, comience a leer un poco más: Escohotado o Baudelaire son sus amigos en este viaje.
Que tontería, siguen endiosando a este drogon bueno para nada, el disco solista que le produjo Gilmour de pura lástima es basura pura y dura. Ay, pero cuánto sufrió por las drogas!
Syd Barrett fundó Pink Floyd. Vos que hiciste?
Amén, hermano
Estaba enfermo, diagnosticado, obvio las drogas complicaron todo, sin embargo, creo que un comentario como el tuyo, atreviéndote a criticar a alguien en ese nivel cultural, tildandolo de «bueno para nada» solo evidencia que: o eres un súper Rockstar con más de 50 años de relevancia social, o simplemente tu ego debe estar tan por los cielos que tiras mierda sobre cosas que no entiendes para darte un mínimo sentido de relevancia en tu triste realidad.
Sin Syd en la ecuacion PINK FLOYD No habria ni seria lo que es ahora. .. como en muchas otras bandas. » LA FALTA DE UN FACTOR ALTERA RADICALMENTE EL PRODUCTO «
«No grabó más que acordes desafinados y otros desvaríos»
Quizás respondo más como fanático, pero me parece que el comentario es menospreciar el arte en los discos The Madcap Laugh» y «Barrett», que contiene temas que son simplemente magníficos.
Ya de resto, tremendo artículo muchas gracias por compartirlo y mantener vivo a Syd.
Me parece totalmente desatinado y carente de respeto hacia el genio creativo y la imagen de quién, en su pico temporal, lo dió todo como una persona iluminada. Keith ‘Syd’ Barrett no merece tu opinión tan sesgada y llena de odio. Felizmente, ya está en la Gloria y ni se molestaría en responderte. Pero quiénes le amamos, respetamos por su obra y legado, no consentiremos tanta insolencia hacia su memoria. Deberías dedicarte a otras cosas, en vez de escribir sin sentido del respeto. Pero ya te llegarán notificaciones de su familia. No lo dudes.
Madre mía, cómo se te va la cabeza. Estás peor que Syd. Ánimo, señor! Que de todo se sale!
Oye nada más que Syd, falleció en 2006… Cómo que te falló la investigación en tu articulito antidrogas
Por lo que se ve, tú no sabes lo que es el presente histórico. El autor, cuando escribe como si Syd Barrett estuviese vivo, es cuando habla del día anterior a la publicación de «The Dark Side of the Moon», es decir: el 23 de marzo de 1973, que en efecto, estaba vivo. Ya en el último párrafo, escribe que Barrett -a cuya memoria en modo alguno ofende el texto- murió, en efecto, en 2006. A mí no me parece que el artículo sea antidrogas ni prodrogas, lo que si que dice, simplemente, es que no son sustancias liberadoras, como se pretendía entonces. Hay que leer con más atención antes de denostar. Además, yo creo que al autor le gusta Syd Barrett tanto o más que a ti.
Que manera de buscar un lenguaje rico y terminar escribiendo un texto tan pobre que no tiene pies, cuerpo ni cabeza.. y hablando ni más ni menos que de el Gran Syd Barrett..
El que escribió esto debería dejar de escribir para siempre!!!
Reducir la «retirada» de Syd a su consumo de drogas es desconocer por completo su historia: Es sabido que fue diagnosticado de esquizofrenia y esa es la verdadera razón de sus desvaríos. Se puede comprobar leyendo las múltiples entrevistas al resto de componentes de la banda.
Esto es más serio que tú articulo. Está re erizoooo. No está a la altura de la persona que te refieres. No dices nada nuevo, todo lo que dices ya lo sabemos de otras fuentes. Lo interesante aunque lo hayas repetido hubiera sido tu reflexión, pero ni en eso te esforzaste. Respeta a Sid, el haber estado en las drogas no es para amarillismo, es un don que Dios nos otorga. Más respeto!!!