La publicación de un nuevo libro sobre Sylvia Beach, “la librera más famosa del mundo”, le da pie a la escritora y también librera de Amapolas en octubre para escribir sobre ella y sus “aventuras literarias”
Son tantos los protagonistas o secundarios de novelas que me han acompañado hasta aquí que no sabría decir cuál de ellos es el más importante. Depende del momento, imagino. Desde Atticus Finch a Jo March, pasando por Daniel “El Mochuelo” o un Miércoles, al que reconozco haberle cambiado de nombre no pocas veces. Me gusta pensar que unos y otros me han ayudado a tomar algunas de las decisiones más importantes de mi vida. “Tía, no me extraña que te guste Mujercitas, hablas igual que Jo”, me dijo mi sobrino cuando salimos de ver la última adaptación de la novela en el cine. Su frase me sorprendió y me entusiasmó a partes iguales, y hasta ese momento no fui consciente de lo importante que ha sido esta heroína literaria en mi vida. Algo parecido me sucedió al poco tiempo de abrir las puertas de Amapolas en octubre, cuando alguien escribió en el cuaderno de visitas: “Sylvia Beach sería feliz en este lugar”. Y en ese preciso instante, supe que algo acababa de encajar.
Llevo semanas buceando por recuerdos que creía olvidados. Imagino que he idealizado muchos de ellos y que otros tantos los he desordenado para ajustarlos a mi tiempo presente. Caprichos de mi memoria. Me he convencido de que la primera vez que escuché hablar de Sylvia Beach fue durante un viaje a París, al menos me gusta pensar que fue así. Me imagino entrando en la librería Shakespeare and Company con el asombro característico de las primeras veces, antes de quedarme atrapada en la leyenda de tan mágico lugar. Y cuando empecé a curiosear entre libros viejos, cuadros y rincones inmortalizados, descubrí que la librería original, en realidad, estaba a diez minutos de allí, así que mi entusiasmo y yo abandonamos el lugar y pusimos rumbo a la rue de l’Odéon. Es imprescindible conocer el punto de partida de cualquier aventura antes de adentrarse en ella. De pronto me sobreviene otro recuerdo menos nítido, aunque más convincente, y creo que ya conocía a Sylvia mucho antes de viajar a París por primera vez, puede que la encontrara en las memorias de otros o en las cartas que intercambió con algunos de los autores de la Generación Perdida. «¿Quién es Sylvia Beach?», supongo que me pregunté al ver su nombre repetido en varias publicaciones. Empecé a investigar y a dejarme sorprender por la vida de esta librera, considerada uno de los referentes literarios más relevantes de la época, no por lo que no escribió sino por lo que hizo por los escritores y sus obras.
Mi realidad está lejos, muy lejos, de parecerse a la de Sylvia Beach, pero me gusta compartir su historia con el resto porque creo que todo el mundo debería saber de ella. Hasta ahora, he leído cualquier cosa publicada acerca de su vida; su libro de memorias y la correspondencia intercambiada con autores o familiares, la historia de Shakespeare and Company relatada por otros o los recuerdos inmortalizados por Adrienne Monnier, su pareja e incondicional cómplice. Pero Sylvia merecía ser una novela, era necesario que alguien la convirtiera en la protagonista de una ficción inspirada en su realidad. Y un siglo después de que abriera las puertas de su librería, la escritora norteamericana Kerri Maher la ha inmortalizado en una sensacional novela titulada, cómo no, La librera de París, publicada en España por la editorial Navona.
Tuve la suerte de hablar hace unos días con Kerri Maher, y junto a ella paseé no solo por los capítulos de su libro, sino por los episodios que tuvo que dejar fuera de sus páginas. Charlamos acerca de por qué eligió contar la historia como lo hizo, pues los nombres propios que formaron parte de la vida de la librera fueron tan importantes que con ellos se podría haber escrito una novela parecida, aunque diferente a la que terminó escribiendo. Maher eligió centrarse en el viaje que hizo con el Ulises, de James Joyce, libro censurado en los Estados Unidos y que Beach, animada por nadie, se empeñó en editar.
La librera de París comienza cuando Beach acaba de llegar a la ciudad y conoce a la que será su pareja, Adrienne Monnier, propietaria de la ya por entonces famosa librería ubicada en la rue de l’Odéon, La Maison des Amis des Livres, y quien incitó a Sylvia a que abriera una librería con ejemplares en inglés para venderlos o prestarlos, pues eran pocos los escritores que podían permitirse según qué lujos. A partir de ese momento, comienza la extraordinaria aventura de la que sigue siendo la librera más famosa del mundo. Y, como si de una obra de teatro se tratara, a su pequeño establecimiento llegan los protagonistas de una realidad que más bien parece una ficción; desde un Ezra Pound, empeñado en arreglar muebles, hasta un joven vecino enamorado de una bailarina; el primer encuentro con Ernest Hemingway, quien con el paso de los años se convirtió en su gran amigo; la noche en la que conoció a James Joyce y el momento en el que decidió editar su Ulises, así como los sacrificios que tuvo que hacer para conseguir publicarlo y los celos que despertó en Gertrude Stein, la responsable de que la Generación Perdida tuviera este nombre.
El entusiasmo de Beach no solo terminó inspirando a libreros del mundo entero, sino que su historia es, sobre todo, la de una generación de artistas a los que el destino llevó a París en un tiempo en el que toda la libertad del mundo parecía haberse cobijado en esta ciudad. Ernest Hemingway, Scott Fitzgerald, Ezra Pound, Gertrude Stein, Man Ray, Djuna Barnes, Pablo Picasso, Alice Toklas… Kerri Maher ha escrito una novela extraordinaria para que los lectores viajemos en el tiempo y nos adentremos en el universo de Shakespeare and Company, que ya es un poco nuestro, con la ilusión de poner un pie en los estrechos peldaños que una vez pisaron nuestros escritores idolatrados. No importa que la ubicación actual no sea la que se relata en el libro, porque años después del cierre de la original, cuando el también norteamericano George Whitman decidió abrir esta nueva librería, lo hizo apadrinado por Sylvia, y hasta allí siguen peregrinando escritores del mundo entero. Y mientras siga habiendo lectores que hablemos de ella, la leyenda de la original Shakespeare and Company seguirá latiendo en las paredes de la librería que hoy regenta la hija de Whitman, a quien este le puso el nombre de la que fue su heroína literaria, Sylvia Beach Whitman.
La literatura epistolar es un género que siempre me ha fascinado, y en una de mis cartas favoritas se resume la grandeza de esta mujer que todavía sigue siendo desconocida para muchos:
23 de junio, 1928
Querido Scott Fitzgerald,
No olvides que tú y la señora Fitzgerald venís a cenar con nosotras el miércoles próximo a las 8, (para conocer a los Joyce) y que contamos con vosotros. Adrienne y yo vivimos en el cuarto piso de la rue de l’Odéon.
Sinceramente, Sylvia Beach
————————
Autora: Kerri Maher. Título: La librera de París. Editorial: Navona. Venta: Todostuslibros.
Zenda es un territorio de libros y amigos, al que te puedes sumar transitando por la web y con tus comentarios aquí o en el foro. Para participar en esta sección de comentarios es preciso estar registrado. Normas: