A sus 87 años, Paco Ibáñez está a punto de iniciar una nueva gira por varias ciudades españolas y francesas, a las que irá «ligero de equipaje» porque, como confiesa en una entrevista con Efe, «no nos queda nada en la maleta, teníamos muchas ilusiones, pero nos han robado todo, sólo nos queda la palabra».
La palabra de los grandes poetas, «porque no todas las palabras son iguales, hay palabras que matan y palabras que resucita», y él busca, rescata y canta sólo las que dan vida.
La voz de José Agustín Goytisolo será lo primero que se escuche en el concierto que abrirá la gira, titulada «¡Nos queda la palabra!», en el Teatro Coliseum de Madrid el próximo 4 de abril, y dará paso a otros muchos poetas y a joyas del repertorio de Ibáñez, como «Vientres sentados» de Cernuda, «un alegato contra las mentiras».
«Me apetecen mucho todos estos conciertos que hemos programados —ha asegurado— porque, en este momento tan negro que estamos viviendo, es reconfortante reencontrarme con otras almas que, como la mía, necesitan alimento».
«Porque al alma también hay que alimentarla y yo ofrezco mi repertorio a la gente para que les ayude a vivir entre tanta miseria moral y cultural», ha añadido.
Ibáñez, que vivió la guerra en Barcelona siendo niño y sabe muy bien lo que significa, reconoce que está horrorizado y profundamente afectado por la de Ucrania, que no hace más que confirmarle que los tiempos de ignominia de los que hablaba Goytisolo «siempre fueron verdad, pero ahora son una verdad absoluta».
Así que ha metido en la maleta sus posesiones más valiosas, las canciones, y después de Madrid actuará en Barcelona, ciudad en la que reside, Valencia, ciudad en la que nació, Palma de Mallorca, donde llegará en el mes de junio, y cuatro ciudades de Francia, país en el que vivió exiliado muchos años.
Cantará en todos los idiomas que habla: castellano, catalán, francés, italiano y gallego, y sólo renunciará al hebreo, que conoce bien, para mostrar su disconformidad con la opresión que a su juicio el gobierno israelí ejerce sobre los palestinos.
Todos los oprimidos son amigos de Paco Ibáñez y todas las causas justas son su causa, por eso ahora se siente tan cercano al pueblo ucraniano y quiere compartir toda esa amargura con el público porque sabe que él y todos los que le acompañen en los conciertos saldrán mejor que entraron.
«Y no sólo eso —agrega— porque la palabra no sólo reconforta, también te recuerda tus valores, te da criterio, te da voluntad y te ayuda a decir ‘no, por aquí no paso'».
El secreto está en las palabras, afirma, porque los poetas «tienen la sabiduría y el talento de dar con la palabra exacta, la que dura para siempre».
«Las canciones tienen que apuntar a la eternidad —afirma—. Las que no saben volar no valen la pena. Si haces una canción es para que dure toda la vida».
Por eso, él sólo pone música a los grandes poetas y sus canciones se transmiten de generación en generación, desde aquellos lejanos años cincuenta, cuando empezó a cantar en París, hasta hoy en día, en que artistas jóvenes como Soleá Morente se acercan a él para grabar un disco con sus composiciones.
No es el único disco que está a punto de editar. La pandemia ha sido fructífera para Paco Ibáñez, que ha aprovechado el encierro para dar forma a proyectos que estaban en su mente hacía tiempo.
El mes que viene verá la luz la esperada reedición del legendario disco «Paco Ibáñez en el Olympia», así como un álbum de poesía española y latinoamericana de Tachia Quintanar.
Además, antes de que acabe la gira, tiene previsto grabar los temas que faltan de un disco de canciones «para niños de todas las edades» con diseño de Frederic Amat.
En este disco y en otro de romances que está preparando hay nuevas versiones de canciones antiguas y algún tema nuevo en el que pone música a poemas que nuca había cantado antes y que probablemente se podrán escuchar por primera vez en directo en los conciertos de la gira, aunque el repertorio no está cerrado.
Lo único que tiene claro Paco Ibáñez es que el recital que ofrecerá en Sète (Francia) será un homenaje a George Brassens en el que interpretará más de una composición de este artista que «es para la canción lo que Johann Sebastian Bach para la música clásica».
También sabe que García Lorca, Quevedo, Alberti, Cernuda, Machado, Arcipreste de Hita y Alfonsina Storni le acompañarán, como hacen siempre, igual que su público «que son todos personas con alma, si no, no vendrían».
Es un mito. Por supuesto. Y admiro su trayectoria; la he admirado siempre. Y su discreción. Pero los mitos también se equivocan. Le ha quitado la palabra, el hebreo, a todo un pueblo a toda una cultura.