Ya se advertía en La Celestina que “a quien dices tu secreto das tu libertad”. Esa es la tesis que maneja Domenico Starnone (Nápoles, 1943) en Confidencia, la novela con la que pone cierre de la “trilogía sentimental” de lectura autónoma que inició con Ataduras y El juego. Aunque la arrogante alcahueta universal no tenía miedo a que sus confidencias fueran aireadas, la relación que mantienen el maduro Pietro y la joven Teresa tiene visos de acabar como acaba lo íntimo cuando deja de serlo. La pasión amorosa de la pareja empieza a mostrarse llena de altibajos emocionales, exigencias nunca satisfechas y tensiones que conducen la relación hacia derroteros tóxicos.
El argumento es de los que se resumen en una cita: “Supongamos que te confío un secreto íntimo, tan horrible que ni siquiera me lo he confesado a mí misma, y tú me confías uno parecido, algo que si saliera a la luz te destruiría para siempre”. Así procede Teresa cuando, tras una discusión acaloradísima —una más entre tantas anteriores—, para templar los ánimos, a ella se le ocurre la idea que hará que a partir de ese momento, ambos sellen su dependencia recíproca. Por mucho que, como dijese nuestra Celestina, “y tú, Pármeno, no pienses que soy tu cautiva por saber mis secretos y mi vida pasada”, ya no habrá vuelta atrás. Las cartas, los secretos, están encima de la mesa y pudieren ser proclamados a los cuatro vientos en el peor de los momentos. Esa sospecha llega más pronto que tarde: a los pocos días del pacto, la pareja comprende que no tiene otra salida que separarse. Con ellos iban a llevarse las confidencias que les fueron confiadas, aunque el pacto continúa. La situación suele funcionar si la relación persiste a dos bandas; pero poco tiempo después, Pietro conoce a Nadia, una mujer de carácter opuesto al de Teresa Quadraro, menos impetuosa, también menos febril y apasionada, menos inteligente y, a todas luces, menos abyecta sobre el papel. Surge entonces el amor entre el profesor Pietro Vella y su nueva enamorada, hasta el punto de programar una boda inminente. En la víspera del enlace, Teresa reaparece desde su retiro norteamericano y la sombra amenazante de aquella confidencia marcará el curso de los acontecimientos, con las obsesiones, recelos y desconfianzas que suponen tratos de semejante estirpe.
Porque el amor de la pareja que pacta es un amor por el que perdieron la cabeza y la compostura, una obsesión irrefrenable, “una lava de vida en bruto que arde mientras hay vida, una erupción que anula el entendimiento y la piedad, la razón y las razones, la geografía y la historia, la salud y la enfermedad, la riqueza y la pobreza, la excepción y la regla”, dice Pietro, el narrador de la primera parte de la novela, semejante al Philip Roth de El animal moribundo (2001), por más que la invención del estadounidense resultase más cruda y dolorosa. Llega entonces el éxito profesional de Pietro, y con él aparece el sinsabor por los daños posibles, que no es más que el miedo a perder una vida que tanto ha sido deseada y que ahora puede desaparecer con una confesión vengativa del antiguo amor.
La segunda parte de Confidencia depara sorpresas inquietantes, aunque a lo largo de todo el libro lo que se plantea es un asunto que tiene que ver con la confianza, la lealtad y el honor por la palabra dada. También se convierte en una reflexión profunda sobre los peajes que estamos dispuestos a pagar para persistir en el despropósito de un ideal personal que al fin no se asemeja lo más mínimo a quienes somos de verdad, acaso por una insatisfacción congénita hacia uno mismo, tal vez por una autoestima dañada desde la infancia. En medio de todo ello, en esta novela de aires romanos surge un último empeño en retratar el mundo de la docencia, del que Starnone fue fiel valedor, asumiendo que “su mayor hipocresía consistía en distribuir porciones iguales de saber a sujetos desiguales fingiendo que eran iguales”. ¿Quién ganará, una pedagogía del afecto o una pedagogía del miedo? Domenico Starnone narra estos y otros dilemas a modo de confidencia, que es cuando se presta más atención a los mensajes. La novela se lee en una exhalación, pero su esencia persiste durante mucho tiempo.
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Autor: Domenico Starnone. Traducción: Anna Ciurans. Título: Confidencia. Editorial: Lumen. Venta: Todostuslibros.
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