Hace unos años quedé aturdida ante una madre tirana, ávida y voraz. Una Brunelda kafkiana y voluble que hacía y decía lo que se le antojaba. La observé en silencio y decidí escribir sobre ella. De ahí surgió una primera historia con una madre en el centro de mi objetivo. Después quise escribir sobre otras. Y poco a poco nacieron seis relatos en los que las protagonistas eran madres en distintas épocas y en situaciones diversas. Madres cada vez más de mi familia y cada vez menos déspotas. Una tatarabuela, una bisabuela, una abuela, una prima… Siempre atenta a las voces que hablaban a mi alrededor. Voces que recordaban sucesos del pasado. Anécdotas a primera vista sin importancia y sin nexo, que sospeché unidas por un hilo invisible. Por un detalle que se me escapaba. Al final me decanté por que todas ellas fueran de mi familia y la dominadora desapareció del libro, aunque una extraña, ajena a nosotros, es la que en las primeras páginas se encarga de introducir a las demás. Pero atención, dice. Que aquí viene el señor Vias…
Y durante todo ese tiempo que anduve espiando y rumiando para escribir lo que un buen día se convirtió en novela no sólo aceché las voces de mis parientes más cercanos, también las de los objetos que me rodeaban, objetos que a veces decían más que las personas. Como los vitrales de colores en las escaleras de una antigua casa en la madrileña calle de los Hermanos Bécquer. O las fotografías, que también hablan. Cada una de las seis narraciones va acompañada por una instantánea. La séptima, como colofón, alude al fragmento que siempre parecía faltar y que, gracias a las pesquisas de mi primo Juan, aficionado como yo a los árboles genealógicos, nos desveló uno de los documentos que en los archivos hablaban de los Vias en la isla de Puerto Rico. Esas imágenes y esos viejos legajos o los artículos de los periódicos de la época mordidos por los parásitos, el calor y la humedad son los ojos de la memoria. Como La voz de entonces acabó siendo un recorrido desde la esclavitud a la ilusión por la democracia y la libertad. Los libros, como diría una buena madre de los hijos, al final crecen solos.
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Autor: Berta Vias Mahou. Título: La voz de entonces. Editorial: Lumen. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.
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Cracovia sabe
/abril 21, 2025/La plaza es inmensa, un cuadrángulo de doscientos metros de lado. En el subsuelo hallaron calles pavimentadas de hace ocho siglos, sótanos de edificios desaparecidos, cabañas de artesanos y comerciantes, un tesoro de monedas, llaves, joyas, telas, huesos, flautas, dados. En un estrato aparecieron restos de la ciudad quemada y puntas de flecha que delataban la autoría: fueron los mongoles quienes incendiaron Cracovia en 1241. Una vértebra cervical limpiamente seccionada muestra la decapitación de invasores suecos en 1657. Los esqueletos de seis mujeres confirman las leyes antivampiros del siglo XI: las enterraron boca abajo en posición fetal, atadas y con…
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Abusos sexuales, en La ley de la calle (XI)
/abril 21, 2025/Este episodio, emitido el 16 de septiembre de 1989, tiene un protagonista especial, un reportero de raza, Jeremías Clemente, de Radio Nacional de Cáceres. Clemente escribió al programa para contarles la historia de un anciano, un estanquero de más de setenta años, que además de vender tabaco y chucherías era aficionado —presuntamente— a abusar de las niñas del pueblo.
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Hasta que me sienta parte del mundo, de Ana Inés López
/abril 21, 2025/*** toda junta qué lindo ir al cine un viernes suicida y que la película termine con amigo piedra y que los actores sean tan buenos y que se enamoren bailando los viernes se me viene la vida encima toda junta y nunca nunca hay nadie que me salve yo no me puedo salvar de nada por ahora sé que mañana cambia porque pasa los viernes la depresión antigua no me desespero como antes espero que me agarre el sueño mañana me despierto y en el medio cambió todo no tengo pesadillas qué podría hacer? canciones? comidas?…
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Periplos literarios
/abril 21, 2025/Zarpar en un barco de tinta y papel, embarcarse en una travesía literaria a través de la lectura o un viaje tangible y real. Trazar una cartografía alternativa, comprobando cómo el paisaje se revela, muta y explota en resonancias bajo la mirada lectora, y cómo en ese ir y venir entre puerto y puerto se propicia un enriquecimiento personal. “Porque somos del tamaño de lo que vemos y no del tamaño de nuestra estatura”, nos dice Fernando Pessoa, y es que pareciera que tanto el viaje como la lectura nos potencian, expandiendo nuestros mundos internos, hurgando en una zona común…
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