El lema que acompaña al blasón del conde de Gálvez, vizconde de Galveston y virrey que fue de Nueva España, es:
“Yo solo” (…). “Para que nadie olvide que hubo un día en que solo abrí brecha e igualmente avancé hacia la conquista de Pensacola”.
Se suele decir que detrás de un gran hombre siempre hay una gran mujer, y este sería el caso de Felicitas de Saint-Maxent, esposa de Bernardo Gálvez y protagonista de La virreina criolla, la última novela de la escritora Almudena de Arteaga (Madrid, 1967).
A mediados del siglo XVIII (1763), durante la guerra que mantiene Francia con Inglaterra, el rey francés decide entregar el territorio de Luisiana a la corona española para evitar que caiga en manos de los ingleses; de esta manera, los hasta entonces habitantes criollos (descendientes de los emigrantes provenientes de Europa) se convirtieron por mor de las leyes de Indias en súbditos españoles. Felicitas de Saint-Maxent nació en el seno de una acomodada familia criolla francesa que se dedicaba al comercio de pieles y que se asentó en la ribera del Mississippi, en la denominada Louisiana francesa. Fue una mujer educada y formada en un ambiente culto e intelectual, lo que con el tiempo la llevará a pertenecer al movimiento ilustrado, previo y posterior a las Revoluciones estadounidense y francesa, lo que se conoce como el Antiguo y el Nuevo Régimen. Mujer fuerte, decidida, valiente, con un bagaje intelectual, social y familiar destacado, Almudena de Arteaga convierte a Felicitas en la narradora de todos los acontecimientos que van ocurriendo, dotando a la narración de una estructura muy atractiva, ya que la narradora es uno de los protagonistas que participa en los hechos y muestra al lector los entresijos de la historia desde su particular punto de vista, al intervenir de manera activa en ellos, y dando explicaciones certeras de los comportamientos de los demás protagonistas, acercándolos al lector, con lo que la historia gana en verosimilitud.
La historia se desarrolla a lo largo de la segunda mitad del siglo XVIII y principios del XIX en la desembocadura del río Mississippi (lugar descubierto por Alonso Álvarez de Pineda en 1519), para continuar por las costas de Texas, Florida y el Golfo de México, La Habana, Cádiz, Madrid, México, Valladolid…
Felicitas, al contraer segundas nupcias con Bernardo Gálvez, se convierte en testigo de la política de la corona en el virreinato de la Nueva España, virreinato que comprende el conjunto de territorios que ocupan todo el sur de Norteamérica, además de México y los territorios del istmo centroamericano.
En esos tiempos, Bernardo Gálvez ocupa el cargo de gobernador de Luisiana y, siguiendo las instrucciones que llegaban desde la Metrópoli, se involucra en la Revolución de las Colonias, al principio de manera secreta, haciendo llegar a los rebeldes el dinero y los suministros enviados por la corona de España. Más adelante, en el momento en que el rey Carlos III se declara beligerante, se convierte en aliado de los rebeldes y el ejército francés, con quienes lucha conjuntamente. En 1783 el tratado de París pone fin a ocho años de guerra, e Inglaterra reconoce la independencia de las Trece Colonias. Los diplomáticos españoles tienen en cuenta todas las recomendaciones e informaciones facilitadas por Bernardo Gálvez, obteniendo los máximos beneficios posibles en el tratado, recuperando para España parte de los territorios perdidos en la Guerra de Sucesión y los territorios de La Florida y Centroamérica, además de fijar los límites fronterizos del virreinato de Nueva España.
El libro no solo cuenta de manera novelada la vida de Felicitas y Bernardo, también describe cómo era la existencia en los territorios del virreinato de Nueva España, cómo eran el comercio y las relaciones sociales, cómo y de qué manera un grupo de hombres y mujeres, valientes y decididos, fundaban asentamientos y luchaban por salir adelante en una tierra salvaje, pero llena de oportunidades. Almudena de Arteaga utiliza fragmentos de cartas escritas por los protagonistas con el objetivo de narrar los avatares de la vida que deparaba habitar un territorio remoto y poco poblado.
Hay tres aspectos que merecen especial relevancia: en primer lugar, el relato de una sociedad en donde el mestizaje es algo habitual. Esto da pie a que Arteaga ponga en boca de uno de los personajes secundarios la explicación de lo que significa el mestizaje en esa zona y cuáles son los diversos tipos de razas a que dio lugar (en su alocución llega a relatar cerca de dos decenas de razas nacidas por la mezcla de sangres). En segundo lugar, Almudena de Arteaga realiza un sentido homenaje, en la vida de Felicitas, al tornaviaje vital que realizaron miles de mujeres de España al Nuevo Mundo y viceversa en busca de una oportunidad. En tercer lugar, retrata también los prejuicios existentes en la época, por parte de los habitantes de la Metrópoli hacia los que retornaban de su vivencia al otro lado del Atlántico.
Mas de dos siglos después, Felicitas cobra vida de nuevo, gracias a la pluma de Almudena de Arteaga, quien acerca el personaje histórico al gran público, desvelando la grandeza de dos personajes singulares. Para darnos cuenta de la importancia histórica que tuvo Bernardo Gálvez sólo es preciso observar en su currículum los cargos civiles, militares y administrativos que ha desempeñado a lo largo de su intensa vida:
Bernardo de Gálvez, conde de Gálvez, caballero pensionado de la Real y Distinguida Orden Española de Carlos Tercero, comendador de Bolaños en la de Calatrava, teniente general de los Reales Ejércitos, inspector general de las Américas, inspector general de las Tropas de América y Filipinas, capitán general de la Provincia de la Luisiana y de las dos Floridas, virrey gobernador y capitán general de Nueva España y presidente de su Real Audiencia.
A esto hay que añadir que en 1785, en tiempos en que Bernardo Gálvez era gobernador de Luisiana, el explorador español José de Evia fundó un asentamiento en una isla de la costa de Texas al que llamó “San Luis”, bautizando el emplazamiento en donde estaba situada la isla como bahía de Gálvez. Con el tiempo, como reconocimiento al heroico gobernador, los estadounidenses bautizaron la ciudad que nació del asentamiento en la isla como “Galveston”.
Doscientos treinta y tres años después de los hechos que protagonizó Gálvez hay que añadir otro reconocimiento realizado a su figura por los Estados Unidos. En diciembre de 2014, durante la presidencia de Barack Obama, le conceden a Bernardo Gálvez la Ciudadanía Honoraria de EEUU, y se convierte así en el octavo Ciudadano Honorario de la nación, por haber sido «un héroe de la Guerra de Independencia, que arriesgó su vida por la libertad de los EEUU, ya que, como reconoció George Washington, las victorias conseguidas por Gálvez al frente de las tropas españolas fueron un factor decisivo para el resultado final de la Guerra».
Lectura muy recomendable por todo el acervo histórico personal que aporta en la reivindicación de una pareja de personajes fundamentales en la historia de la Nueva España y de los Estados Unidos de Norteamérica.
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Autora: Almudena de Arteaga. Título: La virreina criolla. Editorial: Harper Collins. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.
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