Mi nombre es Elena Moreno y he escrito La frontera lleva su nombre, una novela que se detiene, entre otras cosas, en algunos de esos silencios que la historia no puede contar. Entre 1840 y hasta entrado el año 1950, muchas de las mujeres que habitaban los valles pirenaicos de Navarra y Aragón cruzaban los Pirineos a pie para ir a coser alpargatas a Francia. Lo hacían en octubre y volvían en mayo. Como su marcha coincidía con la emigración de las golondrinas, la gente empezó a llamarlas así; las golondrinas alpargateras.
Escribirla requirió un esfuerzo extraordinario. Estábamos en pleno confinamiento y no resultaba fácil obtener la documentación necesaria, relegada a tesis de bibliotecas cerradas, muchas veces en Francia. Pero como la tenacidad suele dar resultado encontré a Fernando Hualde, un nieto de golondrina, procedente del último pueblo del valle del Roncal, Isaba, y de profesión historiador. Fue él quien me proporcionó pistas para moverme hasta que nos dejaron salir de casa.
Ahora, en plena promoción de la novela, me pellizco al ser consciente de que mis Esperanzas han sido capaces de contar sus vidas. La última, la que apenas sabe nada de sus antepasadas, es una mujer libre. Tiene 36 años, habla idiomas, no tiene miedo a sus decisiones y se desenvuelve en un mundo donde cada vez hay menos fronteras. Es ella la encargada de desvelar los silencios, de comprender los errores, los secretos, las ausencias. Ella es una mujer actual, se parece a mis hijos, a las mujeres que conquistan las cuatro esquinas de la sociedad. Ella no necesita agua bendita para amar a un hombre ni pasaporte para dar con él.
Ella nos pondrá sobre la pista de sus antepasadas, de los porqués y de los «te quiero» de esas golondrinas que vivieron la Primera, la Segunda Guerra Mundial y nuestra Guerra Civil. Esperanza nos hará entender que los abrazos son capaces de ignorar las fronteras, y ella también cerrará mi novela con un impresionante final que no puedo desvelar.
He aprendido mucho escribiéndola, he calzado borceguíes para atravesar los Pirineos, y he rechazado las medias de seda de un comandante alemán. He entrado en un campo de concentración que apenas dista un par de centenar de kilómetros de donde vivo, y del que nada sabía, y he comprendido que la memoria histórica nos enseña a tolerar, aceptar y empatizar.
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Autor: Elena Moreno Scheredre. Título: La frontera lleva su nombre. Editorial: Grijalbo. Venta: Todostuslibros
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