Marvel tiene algunos problemas, y uno de ellos se llama Taika Waititi. El director neozelandés, que desembarcó en el estudio con la anterior entrega de Thor, Ragnarok, inyectó su estilo cómico y desmitificador al personaje recibiendo el aplauso de la crítica y el público mientras, de paso, se le abrían las puertas de cara a otras propiedades de la compañía, como Star Wars. En Thor: Love and Thunder, cuarta película en solitario del personaje, reincide en esa línea de acción para contar la que, sin embargo, aspira a ser la entrega más dramática y romántica de la saga.
Por debajo de Love and Thunder se percibe una película nihilista e interesante sobre dioses que no escuchan, un amor irrecuperable y la posibilidad de redención en medio del caos que nunca llega a salir a la luz por el estilo paródico del director y guionista. Esa imagen bíblica inicial de la sombra de Christian Bale en las dunas del desierto, la trama del asesinato de dioses y la promesa de una “nueva aventura clásica de Thor” son progresivamente sustituidas por las gracias de Waititi, que va diluyendo el mito con un relato progresivamente infantil (la trama del secuestro de niños reemplaza literalmente la propuesta inicial en algún momento del largometraje) mientras el neozelandés renuncia ante los ojos del espectador a cualquier creencia o dogma.
Iconoclasta de broma, pero no demasiado, y en realidad puro cinismo maquillado de cine franquiciado. Pero claro, nada de esto impide a Waititi hacer sacrificios a sus personajes y al público, introduciendo un tono dramático en ciertos sucesos que da como producto una película grotesca producto del contraste entre los dictados del cine de productor, consagrado a una línea argumental que al final Waititi tiene que seguir y a la mal entendida gracia del director.
Thor: Love and Thunder es una oportunidad perdida, si es que la voluntad de Waititi era fabricar un film romántico, en tanto la relación amorosa entre Hemsworth y Portman brilla casi por su ausencia y se revela como un intento meramente cosmético de inclusión superheroica, de aportar un “Thor femenino” al relato Marvel de acuerdo a los tiempos que corren. La actriz está bastante bien, pese a su evidente incomodidad con el tipo de film donde está trabajando, y sabe aprovechar ese cierto fastidio para retratar un personaje que aquí nada fuera del agua. Hemsworth, por su parte, está fenomenal, adaptándose a la perfección tanto a la apariencia heroica del personaje como a las crecientes exigencias cómicas de la producción.
Por lo demás, Thor: Love and Thunder, entretenida como es (es la película más corta de Marvel en algunos años), es el perfecto producto para todos aquellos que desean que la película en realidad no vaya de nada, o al menos que no vaya demasiado, no sea que tengan que tomarse en serio un relato legendario de fantasía, amor y aventura, de interpretar realmente un mito y no valerse de él, lograr —por tanto— una experiencia realmente mágica para el espectador. ¿Verdad, Taika Waititi?.
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