Toda mi vida me he dedicado a escribir. Los lectores que Dios ha tenido a bien el darme me conocen por mis libros de teología, pero mi pasión ha sido la novela. Todos estos años he guardado en un cajón El libro del fin del mundo, que es la única obra mía que he escrito, ampliado, revisado y vuelto a revisar desde 1999. Lo que hoy es una novela histórica de 552 páginas nació como un relato corto de 70. Un trabajo en el que me he dedicado a mis obsesiones, a mis pasiones.
Un libro que no he tratado de imitar, porque me considero incapaz de tanta grandeza, es El nombre de la rosa. Para nada, absolutamente para nada, el libro trata de ser la novela de Umberto en el mar. Pero sí que entendí que ese era el camino: la gran literatura no puede ser un mero guion de cine. Y menos un guion de película pensada para las masas, una película ideada para que la entienda el último de la clase.
¿Por qué un bibliotecario como protagonista? Ser bibliotecario en una gran universidad o en una abadía de la Edad Media, con ese tipo de libros (cada uno una obra de arte), en aquellos marcos arquitectónicos, fue una labor fascinante. Después ser bibliotecario ya sería otra cosa, porque los libros ya no eran así, porque el mundo que rodeaba a esos libros ya dejó de ser ese mundo rodeado de terra incognita. La tierra desconocida retrocedió (en todos los campos del saber) y las bibliotecas se tornaron más precisas, más científicas. La biblioteca dejó de tener el peso de lo imaginado. Un bibliotecario del siglo XIV en París estaba en esa franja de la historia en la que lo antiguo permanecía y lo nuevo todavía no había llegado. Era el momento final en que el mundo del conocimiento iba sufrir un cambio profundo.
Para este libro, con toda verdad, puedo afirmar que la bibliografía fue toda una vida leyendo sobre la Edad Media. Conozco esos siglos mejor que la historia de mis abuelos o que la historia de mi ciudad natal un siglo antes. Toda una vida leyendo sobre la Edad Media real: artículos de investigación, libros de académicos y, por supuesto, las mismas obras medievales; afortunadamente puedo leer en latín.
El proceso de escritura tuvo como meta lograr un libro en el que condensar una vida de lectura. ¿Cómo condensar una vida recorriendo los caminos de la Edad Media? En un viaje. En la crónica de un viaje a través del Mar Tenebroso (el Atlántico) y en que no encontrarían América, sino que se darían la vuelta antes.
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Autor: José Antonio Fortea. Título: El libro del fin del mundo. Editorial: La Esfera de los Libros. Venta: Todostuslibros
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