«El caos y la fragmentación» eran espacios en los que David Bowie decía sentirse «muy cómodo» a la hora de crear, y son también los principios sobre los que se construye Moonage Daydream, el ambicioso documental que se estrena este viernes y que intenta capturar su escurridiza genialidad.
Según la información oficial, el realizador se sumergió en unos cinco millones de artículos, entre los que se encontraban dibujos nunca vistos, grabaciones, películas y diarios, y llegó a emplear cuatro años solo en el montaje, un montaje peculiar que a muchos les parecerá que no sigue ninguna pauta. «El caos y la fragmentación son definitivamente mi línea argumental», esboza Bowie en un momento del metraje de este documental que lleva el título de uno de sus famosos temas. En otro de esos momentos, explica algunos de los curiosos métodos que utilizaba para aprovechar al máximo una creatividad siempre en los márgenes y lejos de lugares comunes, como el de recortar las líneas de un relato para combinarlas después aleatoriamente en busca de conexiones mágicas e insospechadas. «Como un tarot occidental», apostilla. Esa «estructura laberíntica» que en su opinión subyace bajo el aparente orden temporal y espacial del mundo es lo que persigue Morgen con su montaje, un «caleidoscopio» en el que no existe apego por la exactitud cronológica, con constantes avances y retrocesos.
Como aval, sus responsables destacan que ha sido la primera película apoyada totalmente por los herederos de Bowie, que han permitido el acceso a la enorme colección del artista, aunque el grueso de su contenido lo componen sobre todo entrevistas concedidas a medios de comunicación a lo largo de toda su carrera. En la suma de todas ellas, el músico de las mil caras expone por ejemplo las razones de su gusto por el disfraz en el inicio de su carrera, cuando se presentó ante el mundo como Ziggy Stardust, el Duque Blanco y tantos otros personajes. Y es que el hombre que llamaba desde la Tierra al comandante Tom en la inmensidad del espacio exterior se pasó su vida en una permanente búsqueda. «Lo importante es la búsqueda; creer haber llegado a algún punto es desalentador», viene a decir en uno sus comentarios más ilustrativos sobre su carácter y el de su obra.
Todo se ata sutilmente mediante yuxtaposiciones con unos cimientos personales endebles: una madre con la que no se entiende y apenas mantiene relación y un hermano mayor al que venera, que se convierte en el forjador de su atípica educación cultural y al que pierde por una enfermedad mental. «Emocionalmente muy sensible», en Moonage Daydream también se tocan otros temas clave de su biografía personal, como su ambigüedad sexual o la soledad autoinfligida para dar rienda suelta a un flujo inagotable de proyectos hasta que conoce a la modelo Iman e inicia cierto proceso de reconciliación con el mundo.
Cabe destacar además la posibilidad de disfrutar de su música, no solo de las clásicas grabaciones de estudio, sino de actuaciones en vivo atípicas en las que Bowie despliega todo su carisma y cuyo sonido, gracias al trabajo de su equipo de toda la vida (incluido Tony Visconti), ha sido remezclado para disfrutar con la tecnología más puntera, como si cantara en la misma sala de proyección.
En resumen, Moonage Daydream obsequia lo que su título promete: una ensoñación lunar, como un viaje lisérgico de dos horas no apto para todos los espectadores, pero sí para aquellos que estén dispuestos a ver el mundo bajo la caótica y singular mirada de Bowie.
Zenda es un territorio de libros y amigos, al que te puedes sumar transitando por la web y con tus comentarios aquí o en el foro. Para participar en esta sección de comentarios es preciso estar registrado. Normas: