No cabe duda de que el thriller de acción ofrece a estrellas veteranas un impagable refugio. The Old Man, serie del canal FX disponible a través de Disney+, supone una oportunidad de oro para que su protagonista, Jeff Bridges, demuestre que hay vida (artística, íntima) en la vejez. Su personaje, un misterioso agente del Gobierno americano retirado, da la impresión de mirar de frente una suerte de ocaso vital, concepto con el que Bridges juega de manera altamente emotiva: durante el rodaje el actor superó un linfoma y el coronavirus permaneciendo durante varios meses al borde de la muerte.
Pronto nos daremos cuenta de que los aparentes desvaríos psicológicos de Dan Chase, que así se llama el solitario viudo, forman parte de su coartada y hasta del artificio narrativo de la serie. Porque, como a Liam Neeson en Venganza, a Dan le van a tocar las narices, y mucho, forzándole a salir de su anonimato y retomar antiguos usos y costumbres. La mezcla de recuerdos, flashbacks y piezas a recuperar en el puzzle es interesante porque se reserva casi toda la información, preservando datos de la psicología del personaje, pero es el factor humano el que más pesa al comienzo.
Hay algo maravilloso en The Old Man y es esa sensación de no enterarse de gran cosa durante sus primeros compases. La serie de Robert Levine y Jonathan Streinberg (Black Sails, Jericho) sabe jugar al despiste con el espectador, ocultando sus cartas pero a la vez recompensándolo mientras lo introduce poco a poco en su propia mitología. Una palabra baladí, mitología, pues en los silencios y esa regia apariencia de Bridges, rodeado como en el póster de dos formidables Rottweilers, hay algo de legendario. Todo el mundo insiste en la enorme amenaza que se supone ese individuo que ha adoptado el nombre de Dan Chase, pero solo la primera gran secuencia de acción de la serie (y esa premonición del personaje, cuando una patrulla policial lo para en un control rutinario junto a Amy Brenneman) nos anuncian de que en esta historia todo es posible.
Si The Old Man se acaba apuntando a la gran liga de series de su factoría, como The Americans, no es por su género sino también por su reparto. Bridges aporta una calidad inusual al relato, pero el remate que supone disponer de John Lithgow como antagonista simplemente equipara la serie con las grandes propuestas del panorama actual, desde La casa del dragón a Los anillos de Poder. La presencia de Amy Brenneman y ese demonio que es Alia Shawkat (Arrested Development) no hace sino apuntalar su estupenda propuesta actoral.
Hay algo en The Old Man que resulta elusivo pero a la vez emotivo, como una intersección, sin necesidad de cita alguna, de los Coen y JJ Abrams. Una feliz incursión en el relato de espionaje que, por un lado, saluda el afán de sorpresa y plot twists de la televisión más festiva con, además, una visión profunda de personajes que caminan por una fina línea entre heroísmo y villanía, potencialmente capaces —por tanto— de cambiar de bando en una rueda imprevisible. Su visión desencantada del poder político y la manera de plasmar las cloacas del espionaje otorgan caché a su componente de thriller, configurando una de las grandes series del año.
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