Cuando Tiqqun escribió que la revolución que viene sería musical o no será, jamás pensé que vendría a golpe de reguetón. Este género de patente machista, yo hipertrófico macerado en mercancía y hedonismo erótico-festivo, en principio se opondría a lo que entendemos por canción protesta.
Sin embargo, cuando hace unas semanas una estudiante me dijo que su canción favorita de Bad Bunny era El apagón, le pregunté la razón. Ella es de Puerto Rico y podría iniciarme en los misterios líricos del conejo malo, de los que casi siempre entiendo menos de la mitad. Me contestó que la canción denunciaba la situación del archipiélago, acosado por el colonialismo turístico y la venta indiscriminada de los recursos naturales, energéticos e inmobiliarios.
Hasta aquí, nada asombroso, la gentrificación es un fenómeno que hemos asumido ¿Nos preocupa? Solo si nos afecta, cuando los alquileres se encarecen, por ejemplo, tras la pintada de un mural. En Madrid tenemos el caso del mono de Lavapiés: si el mono gentrifica, se sacrifica, alguien escribió sobre el mural de Okuda y Bordalo II. Lo rehicieron, y posteriormente alguien escribió: sí, el mono gentrifica. Esta es la magia del capitalismo, que convierte la paja en oro. Las primeras firmas urbanas eran productos de los desheredados, que pintaban, como meadas territoriales, en las grandes urbes infectadas de anuncios publicitarios cuyos objetos jamás podrían consumir. La pintada era ira de clase, que tras los lametones del capitalismo se ha refinado en objeto de especulación.
El centro de las ciudades desde hace años son parques temáticos donde todo resulta previsible y familiar. Lo imprevisible y contradictorio es que un cantante de reguetón se desmarque líricamente por medio de algo similar a la denuncia social, protestando que Puerto Rico no se vende. Aquí el escándalo: cuando la música de gran influencia puede transformarse en conciencia crítica. ¿Se imaginan que los fervorosos de Bad Bunny, sumidos en un ataque de apatía festiva, parqueen el perreo y lean a Naomi Klein o boten el muro de un hotel construido frente a la orilla de una playa de Puerto Rico? Hay contradicciones bellas, así soñamos. Lamentablemente, suelen ser las ideologías las que fagocitan las contradicciones.
La contradicción es tan vieja como el ser humano, pero el nudo que obstruía la fluidez entre el reguetón y la conciencia social parece desecho. ¿Será anecdótico? Nuestra sociedad se agita ignorando o haciendo fuerte las contradicciones hasta que aparentemente desaparezcan. Solo los filósofos, como los niños, se entretienen jugando con ellas. Nietzsche afirmó que la fortaleza del cristianismo radicó en su capacidad para engullir contradicciones como guijarros, por ejemplo, proclamando el altruismo, mientras el creyente vive bajo el convencimiento de que un Dios todopoderoso le observa, le juzga y responde a sus plegarias ¿Existe algo más egoísta que un Dios que vela por tu individualidad? Después del cristianismo, la siguiente ideología que tragó contradicciones con apetito feroz fue el capitalismo, bajo esa alquimia de transformar lo devaluado y marginal en fuente de especulación financiera.
Hace unos años Bad Bunny se distanció momentáneamente de la imagen poderosa que había proyectado: cabalgando autos, mujeres y fama. En una canción titulada Otra noche en Miami, el conejito criticaba su propio estilo de vida, ofreciendo un giro reflexivo inédito, mostrándose a sí mismo hastiado de su imagen. La vuelta de tuerca definitiva ha venido con la publicación del videoclip de El apagón, donde las imágenes festivas se interrumpen por el testimonio periodístico de Bianca Graulau, que reporta las causas de la precariedad de los habitantes de Puerto Rico. Aquí sobreviene el asombro por los elementos antagónicos que aparecen: perreo y conciencia crítica.
Artistas y escritores, aquellos o aquellas que recordamos, si persisten después de muertos es porque lograron algún tipo de pacto social: se pinta un cuadro para el rey, se gana su confianza y después se ridiculiza; hago esta película por encargo, pero luego grabo Dune; Chuck Palahniuk dijo hace años que hacía un libro para todos, y otro para ninguno, parafraseando a Nietzsche. El arte, cuando proviene de la tierra de los desheredados, si quiere triunfar debe disfrazarse de poder, y luego, si no olvida sus orígenes, acontece la venganza. No deberíamos ignorar este giro que ha dado Bad Bunny, después de haber ganado millones de seguidores a golpe de perreo, ahora los obliga a ser conscientes del malestar que habitamos.
Si el cristianismo, al igual que el capitalismo, se propagó a pesar de las contradicciones, difuminando lo antagónico con la promesa de la salvación, ya sea espiritual o monetaria, quizá la contradicción que ha protagonizado Bad Bunny derive en una forma de reivindicar lo público: las playas, los árboles, la luz, el agua…Si el reguetón, con su proclama de perreo, ha descendido sus nalgas hasta el suelo, quizá sea el momento de bailarlo para alzar otras cosas.
¿El cristianismo, una ideología? ¿Y contradictoria? Mentira cochina. El autor es ignorante o tiene mala fe. Por la afirmación justificada sólo por la cita de autoridad, parece lo segundo. Qué pena.
Excelente artículo. Una lúcida reflexión sobre los cambios estéticos que se están produciendo en nuestras cotidianas formas de vida. Felicidades Sergio!!!
Articulo bochornoso!
En los ejemplos, no podía haber puesto el comunismo. La mayor fuente de mentiras y desgracias de los seres humanos!
Se ve el plumero del escribiente!
Queridísimo Sergio:
Qué maravilloso y profundo es leerte siempre, nos brindas un análisis de la esencia profunda de los poderes que dominan una sociedad y de las contradicciones que a veces se generan en la misma y pueden causar una convulsión, que sacude profundamente el transcurso de la historia.
“El arte que viene de los desheredados, si quiere triunfar debe disfrazarse de poder”, después puede venir ese juego planeado que exponga sus verdaderos ideales.
“Nuestra sociedad se agita ignorando o haciendo fuerte las contradicciones hasta que aparentemente desaparezcan”, magistral esta contundente aseveración, cuántas contradicciones han sido asumidas por los pilares que han sostenido el mundo y los movimientos que lo han revuelto en alguna dirección.
A propósito de Bad Bunny, encontramos en una reflexión de claridad cegadora. Esperemos acontecimientos al respecto de sus intenciones; los filósofos, los niños y los curiosos que queremos aprender de ambos colectivos estaremos encantados observando.
¿Cuáles son las fuerzas que dominan el mundo? No me puedo olvidar de una película que me impresionó profundamente “Network“, donde unos de los personajes, Arthur Jensen, desvelaba la respuesta, atribuyendo este poder a las grandes corporaciones. En esta tesis, que supone la propuesta creativa de Sidney Lumet, el incauto periodista que revoluciona un programa televisivo, denunciado su despido y los abusos de la empresa para la que trabaja, servirá en bandeja a los directivos su pequeña revancha convertida en poder por el alto reclamo de audiencia que genera. Su papel como títere de la cadena televisiva terminará trágicamente siendo asesinado sin que esto genere ninguna conmoción mediática ni pública. El poder de los medios de comunicación en esta obra maestra de Lumet, es creo yo, incuestionable, absoluto y todopoderoso. Howard Beale denuncia los abusos que sufre la clase trabajadora, que van en aumento sin remedio y con ello se gana la aquiescencia de la audiencia. La cadena lo utilizará a su favor y no dudará en aniquilarlo cuando les resulte conveniente.
Una lección magistral sobre los poderes fácticos con resultado aterrador. Y es que quizás, la denuncia social, solo se alza mientras le interese y resulte útil a esas fuerzas poderosas que mueven el mundo, “un sistema de sistemas holístico” como le decía Jensen a un crédulo Beale en “Network”, felizmente, parece añadir Lumet, protegido por las ganancias de los medios de comunicación.
De las contradicciones, creo yo también, Sergio, surgen tesoros que tensan la dirección económica o política, a veces vestidos de religión o ideología. Sería bonito pensar que la pudieran desviar, seguiremos observando. Bueno, Constantino se convirtió al cristianismo allá por el siglo IV d.C., es mejor integrar lo que se hace incómodo, para el mismo beneficio, cambiarlo de nombre y ponerle ropa nueva.
En cualquier caso, si estas contradicciones provocaran preocupación ante ese inoportuno desvío, el sistema engullirá al valiente de diferente formas… Si ello no fuera posible, como pudiera ser en el caso de la evolución de alguien que reniega de su pasado frívolo y busca el compromiso, quizás pronto deje de ganar adeptos en la audiencia compradora por obra y gracia de las grandes corporaciones.
Es hermosa tu reflexión, querido escritor, sobre la contradicción, pues ella habita en el alma humana y en todas sus creaciones. Cuánto más poderosa es una luz, más amplia será su sombra, si dejamos que se asome el amado Jung. Cuánta contradicción en el cristianismo, que ha perpetrado terribles torturas y crímenes en nombre del amor. No digamos cuánta contradicción habita en el sistema capitalista, qué dureza para devorar al ser humano.
Malcolm X revela en su autobiografía cómo termina renegando del poder de los partidos políticos que se proclamaban más abiertos y progresistas, pues su juego es el mismo que el de los más conservadores e incluso intransigentes, pero además, aquellos muestran un rostro falso y engañoso. Cuántas contradicciones señala el activista afroamericano.
Será interesante seguir sin duda, el camino de movimientos musicales alejados de la canción protesta, o al menos de alguno de sus representantes, como Bad Bunny, y dejarnos sorprender… o no.
Un abrazo enorme para ti, maestro.