La editorial Huso publica Huso publica Miguel Hernández. Concierto para tres, Marife Santiago Bolaños, en el 80 aniversario de su fallecimiento.
Zenda reproduce la introducción a esta obra.
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CONCIERTO PARA TRES: MIGUEL HERNÁNDEZ, MARÍA ZAMBRANO, SAN JUAN DE LA CRUZ
Cuando se tienen quince años hay tendencia cósmica al absoluto, cada desvelamiento nos convierte en testimonio del universo y, como los árboles que tienen en su nombre la memoria de un mito, el desasosiego y la incertidumbre propia de tal edad se enredan sutiles, a nuestro alrededor, con algo semejante a palabras protectoras que nos guían como el hilo poético de Ariadna. Un día lejano habríamos de entender que a eso se refiere María Zambrano cuando dice que la filosofía busca y la poesía encuentra. Desvelamiento: unas imágenes se solapan con otras y las reflexiones dependen unas de las otras; entre mis recuerdos, hay una fotografía que nunca se hizo y, sin embargo, su escritura de luz alumbra este momento en el que escribo tratando de preludiar la proximidad simbólica entre Miguel Hernández, Juan de la Cruz y María Zambrano.
Debo de tener algo menos de quince años, deben de ser vacaciones porque estoy en Maragatería, la amistad y las conversaciones cósmico-universales-enredadas inician un diálogo en torno a la poesía y el amor. Hoy puedo decir que todo ocurre con el desenfado y la seriedad platónica de suponer que, al acabar la noche, habrá ciertas conclusiones que le darán preeminencia a Miguel Hernández. No puedo asegurar ahora quiénes éramos las y los contertulios; sí sé que, entre ellos, había alguien de más edad que, por aquellos años de cambios y transiciones, formaba parte del entramado político que, en España, limpiaba los caminos del silencio impuesto y aceptaba la poética condición de crear conciencia cívica. Tengo un vago recuerdo de que fue él, precisamente, quien dio comienzo a esta conversación convertida en solemne testimonio. Sus palabras buscaban fundar mundos hospitalarios, convertirse en hombro para nuestro corazón aprendiz de ciudadano demócrata. Y aunque con menos de quince años, en los últimos 70 de la España del novecientos, el amor parecía ponerse, poéticamente hablando, de parte del romanticismo canónico, de esos versos que quieren escribirse con toda la tristeza que la noche permite, con las oscuras golondrinas cíclicas que no echarán de menos un rostro en el balcón, con ciertos desgarros anímicos…yo elegí a Miguel Hernández defendiendo con vehemencia adolescente mi porqué, que acabó resultando convincente, imagino que por los poemas que elegí compartir más que por los argumentos que los precedieron.
En otra imagen del recuerdo está el libro con los poemas que aduje para hablar del amor. Lo conservo. Es un talismán publicado alrededor del año de la muerte de Franco por Plaza y Janés en la colección RotaTiva. Memoria, biblioteca familiar, algún domingo por la mañana leeríamos en casa las Nanas de la cebolla e, imagino, la Elegía. Me sobrecoge ese «carnívoro cuchillo», los recuerdos tienden a mezclarse descubriendo un orden de la vida mucho más profundo que el que el espacio y el tiempo objetivos señalan. Las palabras se abren y me invitan a entrar en un país ignoto en el que, igual que la obra de Picasso a la que llegaba unos pocos años antes, el cosmos del hábito es un caos inspirador para las intuiciones. Tal impugnación, tales rupturas, la abolición del logos impuesto despliega un mapa infinito que, para qué negarlo, compromete tanto como llena de dudas: «Recojo con las pestañas / sal del alma y sal del ojo / y flores de telarañas / de mis tristezas recojo».
Esos versos…
Y, en la cubierta de Poemas. Miguel Hernández, la reproducción del retrato que al poeta le hiciera el dramaturgo Antonio Buero Vallejo a su amigo en las cárceles franquistas. Como el propio Buero me decía en las sesiones que, muchos después, tuve el privilegio de compartir en su casa madrileña cuando realizaba mi tesis doctoral sobre la simbología de sus obras: «se escribe porque se espera». Espera sin esperanza, ejercicio de dignidad que allana el porvenir cimentándolo con un legado de sueños creadores. La casa de Buero Vallejo estaba en la misma calle que el edificio de la Prisión Provincial de Hombres número 1, conocida como cárcel de Porliel. Una copia del retrato deHernández presidía las sesiones en la biblioteca. Se superponen acontecimientos, acaban configurando el relato de nuestra biografía. Frente a la antigua prisión de Porliel, hoy calle de Conde de Peñalver número 53, estuvo la prisión de Torrijos (nombre de la calle en aquel momento).Una placa recuerda que Miguel Hernández fue uno de sus presos y que fue allí donde escribió Nanas de la cebolla.
El tiempo, los sueños y el tiempo… En el mes de junio de 2021, se me invitó a impartir en Linares una conferencia entorno a los vínculos de amistad y sueños entre Miguel Hernández y María Zambrano. Se escribe porque se espera…«Sigue, pues, sigue, cuchillo, / volando, hiriendo. Algún día / se pondrá el tiempo amarillo / sobre mi fotografía». Una espera de celebración como ese amor que Platón, dándole la palabra a su maestro Sócrates, considerase el más antiguo de los dioses pues impulsa hacia el saber, nuestro lugar natural que, paradójicamente, irá apareciendo en el resplandor de nuestra propia búsqueda. Un buscar que, por serlo enamorado, también es un encuentro. Filosofía y Poesía. María Zambrano y Miguel Hernández, en Linares, aquel junio de 2021. Resonaba ya entonces, entre el público cómplice, el ochenta aniversario del fallecimiento del poeta. Se me invitó a conmemorarlo, en Úbeda, al año siguiente, de la mano maestra e inspiradora de Juan de la Cruz. Así pues, en mayo de 2022, apenas un año después del encuentro en Linares, el machadiano tren que atraviesa el paisaje del tiempo me dejaba en la estación con los ojos llenos de amapolas y olivos cantando tarantas mineras de Linares en mi corazón. Volví a recordar aquel figurado simposio adolescente, Miguel Hernández era, entre todos los poetas del amor que yo entonces conocía, mucho más «romántico» que ninguno. Y seguía siéndolo cuarenta y tantos años después. Entre los versos de San Juan era sencillo hallarlo, como sencillo había sido señalar sus abismos de amor en las conversaciones y silencios de los que diera cuenta su amiga María Zambrano. La obra de Miguel Hernández transforma en besos de luna enamorada cualquier intento de «sino sangriento» -parafraseando a Marcos Ana.
Tras aquellos dos «movimientos musicales» de Linares y Úbeda, esta publicación posible gracias a la Fundación Legado Literario Miguel Hernández (Jaén) y la Editorial Huso quiere ser un homenaje al amor encarnado en una mujer, Josefina Manresa, la novia, la amante, la compañera de Miguel Hernández, la guardiana en la penumbra del amor que, como las semillas fértiles, florece impregnando la vida de belleza.
Belleza… idea inasible, sentimiento inapresable que, al materializarse, se reconoce porque empapa las existencias humanas de cívica Justicia.
(Maragatería, 20 de julio de 2022)
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Marifé Santiago Bolaños es Doctora en Filosofía por la Universidad Complutense de Madrid (UCM). Profesora Titular de Estética y Teoría de las Artes de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid (URJC), sus estudios en torno al diálogo entre la Filosofía y la Creación artística, y el teatro como camino de conocimiento, se reflejan en conferencias impartidas en encuentros internacionales, dirección de congresos científicos, ensayos, prólogos, entradas de diccionarios temáticos, lecturas poéticas, catálogos artísticos o libros como La mirada atlántica: literatura gallega y peregrinación interior, La palabra detenida: una lectura del símbolo en el teatro de Buero Vallejo, Mirar al dios: el Teatro como camino de conocimiento, El secreto de Ofelia. Teatro, tejidos, el cuerpo y la memoria, Arturo Baltar: el caminante que deshoja paisajes o Espejos de la nada.
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Autor: Marifé Santiago Bolaños. Título: Miguel Hernández, concierto para tres. Editorial: Huso. Venta: Todostuslibros
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