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Desenmascarando a Ángel Viñas

Desenmascarando a Ángel Viñas

En el panorama bibliográfico español dedicado a la guerra civil, período histórico que exige seguir investigando, se publican, muy de vez en cuando, obras como la que reseñamos. Lucas Molina y Rafael Permuy han conseguido con Importación de armas en la guerra civil española. Discrepancias historiográficas con Ángel Viñas, un estudio con calado histórico.

Contra el fraude camuflado como cultura, contra las medias verdades, contra la metodología orientada por la acusación y la culpabilidad, contra el mito, la propaganda y la polémica estéril vendidos como historia y contra la mala praxis científica, Molina y Permuy nos ofrecen una lección historiográfica. Les avala una importante trayectoria como investigadores. Sin perjuicio del carácter necesariamente tedioso que exige un estudio como el que han afrontado, con ellos podemos conocer, con claridad manifiesta —lejos, sin duda, del lenguaje alambicado y elucubrador de otros—, cual fue la aportación internacional del armamento más importante que recibieron cada uno de los dos ejércitos que se enfrentaron en España hace 80 años, elemento capital para entender, junto a varios factores más, el resultado victorioso de unos y la derrota de otros.

"Llama la atención en este libro la ausencia de favoritismo, exaltación o animosidad respecto de los bandos enfrentados, a diferencia de Viñas, autor con el que polemizan Molina y Permuy. "

Han lanzado su cuarto a espadas y, con paciencia de orfebres, tras investigar, revisar y depurar la información documental existente —a mayores está su análisis bibliográfico—, las fuentes, en este caso, que realmente pueden ofrecer datos fidedignos, proponen un veredicto riguroso sobre este tema. Sin entrar a detallar las habilidades diplomáticas y la capacidad para obtener recursos en el ámbito internacional de ambos bandos en liza, sobre lo cual se podría hablar mucho, los autores van a los hechos concretos, al material militar que, real y efectivamente, pudieron acopiar los dos ejércitos mediante su importación pura y dura o su fabricación en factorías propias con tecnología extranjera.

Llama la atención en este libro la ausencia de favoritismo, exaltación o animosidad respecto de los bandos enfrentados, a diferencia de Viñas, autor con el que polemizan Molina y Permuy. La elegancia con la que trabajan ambos autores contrasta con la pasión y la rudeza que marcan, habitualmente, las obras de Viñas, quien suele dedicar sus duras invectivas a los que discrepan o mantienen puntos de vista diferentes a los suyos. Con su peculiar dialéctica y con su categórico léxico, partiendo de ciertas fuentes que, al parecer, maneja a su criterio, y con base en su propia trayectoria y su manera de ver la vida y la historia reciente de España, es maestro en pontificar sobre personas, instituciones, sistemas, etc. A nivel mediático, salta a la vista la dificultad con la que se encuentra quien pretenda hacer una crítica al planteamiento general de Viñas. Como afirma Pedro González Cuevas, tras la estela de Tuñón de Lara, Tusell o el propio Ricardo de la Cierva, Ángel Viñas ha entrado por méritos propios —y por la puerta grande— en la categoría de «Guardián de Historia».

Pero de pronto surge un libro como el que estamos reseñando, y su lectura enciende todas las alarmas sobre la cualificación historiográfica de Viñas. En el campo que nos ocupa, la tesis de Viñas es que los sublevados tuvieron a su favor, inicialmente, un «acusado desequilibrio» en los suministros de armas lo cual explicaría, en gran medida, el resultado final de la contienda que, según él, habría sido prolongada por voluntad de Franco para asegurar su propia posición política y destruir totalmente al enemigo.

Sin embargo, en este terreno de la importación de armamento en la guerra civil, en el que Viñas, presuntamente, debería ser un experto dadas su formación y la metodología analítica que predica, basada en los documentos originales —a los que él mismo bautiza como «EPRE»: «evidencia primaria relevante de época»—, resulta que Molina y Permuy ponen al descubierto el burdo y torticero manejo que hace Viñas, precisamente, de tales documentos de época. Para que su tesis triunfe, en la mejor tradición de la argumentación erística, Viñas no duda en ocultar datos, tener en cuenta solo algunas partidas o minusvalorar —vamos a creer que por falta de conocimientos técnicos— el alcance bélico de ciertas armas.

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"Mientras Viñas no responda con fundamento, y de manera adecuada —sin insultos o descalificaciones personales—, a lo expuesto en este libro, el crédito de su obra queda en entredicho."

Molina y Permuy, discrepando de Viñas, llegan a la conclusión razonada y cuantificada, de que el bando franquista en el primer y decisivo año de guerra no tuvo una ventaja cuantitativa ni cualitativa en las armas que consiguió, respecto a su oponente gubernamental. Lo que marcó la diferencia fue el mejor empleo del material en el campo de batalla. Para llegar a esta conclusión, que deja en evidencia a Viñas, han relacionado, con rigor aritmético inigualable, por períodos y por países de procedencia, cada partida de armas: piezas de artillería, aparatos de aviación y vehículos blindados y acorazados que importó, por una u otra vía, cada contendiente así como el armamento que se fabricó en ambas zonas con tecnología foránea. En su trabajo son de valorar dos elementos: la ausencia de especulaciones o afirmaciones gratuitas y el extraordinario conocimiento que tienen ambos autores sobre las cualidades del material de guerra importado exponiendo su potencialidad en el campo de batalla, algo clave para entender el desarrollo del conflicto.

Viñas, que es muy dado a plantear preguntas sin respuesta, a conjeturar y a lanzar acusaciones a diestro y siniestro –más ideológicas que reales–, se enfrenta ante un estudio demoledor. Molina y Permuy, con su relato aplastante, y convincente de principio a fin, dejan al descubierto algunas de sus muchas manipulaciones. Tras la publicación de este libro Viñas, que hace gala de no rehuir las polémicas —sobre todo cuando es él el que aplasta a su interlocutor—, debe estar a la altura. Es su momento. Por una cuestión de higiene histórica no puede mantenerse en silencio. Pero tampoco puede replicar con subterfugios o mensajeros, mediante un simple artículo o utilizando calificaciones —habitualmente descalificaciones— personalistas, zafias o poco científicas.

Este libro se une a lo ya puesto de manifiesto por otros historiadores como Moisés Domínguez en relación con la muerte del general Balmes (vid. su libro En busca del general Balmes, en el que muestra que este militar, efectivamente, murió accidentalmente y no asesinado por Franco como ha sostenido Viñas en su libro La conspiración del general Franco), o por Pedro Carlos González Cuevas, quien ha criticado, en varios artículos, la agresividad y el sectarismo historiográfico de Viñas. Incluso el catedrático norteamericano Michael Seidman, en su recensión al libro Las armas y el oro llega a afirmar que Viñas «se prodiga en sus críticas a los historiadores que discrepan de sus métodos y sus descubrimientos. (…) Ataca a aquellos que disienten de sus posturas valiéndose de un sarcasmo que linda en el insulto personal». La manera de concebir la historia, de escribirla, de disfrutar con sus propias contribuciones, y de intentar denigrar a otros autores, se ha vuelto en su contra. Y debemos reconocer que la obra de Molina y Permuy le ha golpeado donde más podría dolerle.

Ángel Viñas

Ángel Viñas

Mientras Viñas no responda con fundamento, y de manera adecuada —sin insultos o descalificaciones personales—, a lo expuesto en este libro, el crédito de su obra queda en entredicho. Y lo que es peor, y lo sentimos sinceramente por él, su profesionalidad historiográfica estará tocada. Es el momento de despejar la gran duda que ha quedado encima de la mesa: si en un asunto capital como el de la aportación de armamento en la Guerra Civil española, Viñas manipula a su antojo las fuentes documentales para afianzar sus lacrimógenas teorías abandonistas a una República acorralada, ¿no hará lo mismo en otros pasajes históricos?; ¿no estará Viñas, precisamente, cayendo en lo que él tanto critica de otros colegas: el ocultamiento y manipulación de la información histórica?

Autores: Lucas Molina y Rafael Permuy. Título: Importación de armas en la guerra civil española. Editorial: Galland Books. Venta: Amazon 

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Agustín Payno de Orive

Ya me parecía a mí que el tal Viñas era un cantamañanas, ha sido muy satisfactorio encontrar una sustentación sólida a mí planteamiento.

karlos
karlos
1 mes hace

creo que los sublevados si tenían ayuda alemana e italiana, sobre todo de aviación. De todas formas hay que presentar documentación que acredite lo mencionado por estos do historiadores.
La República recibió su material desde la Unión Soviética y desde otros muchos países, por la vía del “contrabando”. Este material, en su mayoría moderno y eficaz, aunque con alguna antigualla entre él, pecó de disperso no sólo por la variedad de calibres y municiones, que complicó en gran medida la logística, sino por la irregularidad de su recepción, lo que hizo que, en muchas ocasiones, aun disponiendo en total de cantidades similares, la masa artillera republicana fuera inferior a la de sus oponentes.